DDA en el Lunario. O no.

Era martes. Salimos con la intención de ver a Los Master Plus. Llegamos tarde porque antes de llegar se nos ocurrió ir a no-sé-dónde y esperar a no-sé-quién. Nos dijeron que estaba lleno. Nos paramos un rato afuera del lugar esperando a que salgan tres pelados para poder sustituir su volumen en el espacio. Escuchamos a Los Master arrancar con “El Extraño”. Nosotros nos quedamos ahí parados, recibiendo coches con los del valet. Nos distrajimos tantito y poco tiempo después estábamos borrachos en la banqueta de enfrente. “No importa, seguro tocan por aquí pronto.” Lo peor, es que seguramente sí. Pero siempre es más probable que vayamos a los tacos de la esquina en lugar de pararnos en algún lugar donde realmente esté pasando algo.

Era miércoles. Juan Cirerol tocaba cerca de la casa. Nos comimos unos cacahuates con ajo en el bar del piso de abajo mientras se acercaba la hora estipulada en el flyer cochino que nos sirvió de recordatorio para el concierto. El tipo con el que iba se peleó con su novia. Estoy casi segura de que fue por los cacahuates. Tenían mucho ajo. No me acuerdo bien. Tomé partido. Me puse del lado de la novia y decidí llevarla a su casa. No regresé a ver a Cirerol.

Sábado. Los Blenders tocaban en el Salón… algún salón. Cómo me gustan los malditos Blenders. No me los iba a perder por nada. Quedé de recoger a mis amigos temprano y llegué puntual. Me engañaron. Me emborracharon. Me drogaron. No me llevaron a ningún lado.

En el 2011 tenía ganas de ver a El Triple Filtro tocar en el MUAC. Le pedí a una amiga que me apartara un lugar. Ya se hizo calaca con la mano puesta en la silla de junto esperando que llegue a ocuparla.

No he visto a Los Master Plus todavía. Ni a Juan Cirerol. Ni a Los Blenders, ni a El Triple Filtro. Tampoco vi a DDA en el Lunario. Ojalá que haya sido el mejor concierto del año.