Buenas bandas con fans de mierda

Usualmente es una apuesta casi segura que si te gusta una banda, o género de música particular, encajes con los fans en el show de la banda en vivo. Después de todo, todos ustedes tienen la música en común, ¿no?

Pero, ¿qué pasa cuando amas una banda pero sus fans son tan malditamente insufribles que empiezas a cuestionar tu propio fanatismo? Empiezas a preguntarte qué es lo que estás haciendo dentro de esa multitud. Y comienzas a pensar que tal vez tomaste una mala decisión porque estás rodeado por un océano de personas que son la verdadera razón por la que empezaste a perder la fe en la humanidad.

Si piensas parecido a mí, deberías escribir un artículo sobre esto y postearlo en internet.

The Dropkick Murphys sirven como inspiración a esta lista. The Quincy Mass. Punketos-irlandeses que han estado rockeando desde 1996 con “I´m Shipping Up to Boston”, haciéndose grandes después de presentarse prominentemente en la película “The Departed” y convirtiéndose en un acto fijo del Fenway Park en los últimos años. Y en los primeros días cuando la banda era liderada por Mike McColgan, o a través de los últimos más de 15 años que es ha sido conducida por Al Barr, nunca tuvieron escasez de éxitos. Desafortunadamente, la música ha atraído a un grupo particular de weyes con la cabeza rapada y estilo neo-nazi que se han convertido en algo más que áspero- y algunas veces, descaradamente violento. Y mientras el baterista Ken Casey hizo conocer su postura sobre el asunto de manera aparente mientras golpeaba y caía sobre un fan que realizaba el saludo nazi durante su presentación en un día de San Patricio, la posibilidad constante de que estalle la violencia en cualquiera de sus eventos sirve como un fuerte disuasivo para asistir a alguno.

Cuando My Chemical Romance sorprendió a propios y extraños con I Brought You My Bullets You Brought Me Your Love era difícil no caer de rodillas con su anárquica combinación de rock, emo, harcore, punk y una pizca de metal. Sus shows reflejaban esa energía y ese estilo desatado. Pero luego la banda sacó Three Cheers for Sweet Revenge, suscribiendo así con entusiasmo al movimiento de ese entonces en plena floración: screamo. Ver al líder de la banda, Gerard Way, subir al escenario con chalecos a prueba de balas, mientras ofrecía exhibiciones de angustia a un mar de preadolescentes recubiertos de delineador de ojos, era espantoso. Yo sigo defiendo ese álbum hasta ahora y los subsecuentes The Black Parade y Danger Days: con “The True Lives of the Fabolous Killjoys” como evidencia de que la banda está constantemente reinventándose y exudando creatividad- además, hace una rara sugestión para leer los comics ganadores al Umbrella Academy de Way Eisner, si aún no lo han hecho- fue difícil para mí ser el wey universitario parado entre la multitud entre todos esos adolecentes deprimidos. Sin mencionar que los shows en vivo de la banda empezaron a sonar como descuidadas actuaciones con composiciones de estudio que iban haciéndose cada vez más complejas. La cuestión se resolvió hace poco, sin embargo, cuando la banda decidió anunciar su separación.

Amo a Lucero con todo mi corazón. Ben Nichols y compañía traen un maravilloso sonido country bañado de whisky, y generalmente suenan muy bien en vivo. Pero el quinteto disfruta tocando tarde en los shows y los hacen bastante largos. El problema es que la audiencia parece disfrutar del whisky al igual que la banda, y eso algunas veces termina en peleas nocturnas. Si en la entrada de Dropkick no lo dije ya, no me gusta en particular asistir a shows en los que puedo ser golpeado. Y como a Nichols le gusta dar algunos shows acústicos aquí y allá, pude darme cuenta que el rock acústico, en general, puede ser un dolor en el culo. El rock eléctrico tiende a ahogar el sonido de una gran multitud, pero actuaciones acústicas en solitario no cuentan con el mismo lujo.

Muy parecida a la entrada con música del superestrella Antonio Cesar de la WWE, muchas personas pensaban que los Casualties picaban con el sonido de una sirena y de ahí partían cuesta abajo. No tengo ninguna queja real contra su música, ni con la de Leftöver Crack. Incluso me parece bien todo lo de la mezclilla, cuero cosido con parches, tachuelas, clavos, estilos de cabello creados con pegamento y generalmente toda la vestimenta negra que define la escena. Sin embargo, me cuesta creer que todavía existe alguien que quiera rockear con ellos. Incluso podría decir que no tengo problemas reales con las rastas. Pero el hedor de los shows de crust punk en el interior contiene un olor insoportable. A pesar de que en la calle los punks no son tan malos, ser un guerrero durante los fines de semana cuando la guerra es en contra del aseo personal sigue significando que serán siendo unos apestosos de mierda.

Nadie puede negar que el sonido icónico que proviene de la guitarra de Tom Morello y de Zach de la Rocha sea probablemente el mejor sistema de protesta en letra del rock mainstream. El problema de ser una banda que promueve tan vehemente el activismo es que los fans tienden a no ser las personas más divertidas en las fiestas, o debería decir, en los festivales. El problema que hubo con Rage tocando en el Lollapalooza en Chicago en el 2008 no tuvo nada que ver con patrocinios corporativos; fueron los fans arruinando el show como su razón de ser durante la noche. Sumándole a los fans tirando vallas alrededor del festival (porque, ya saben, ¿por qué pagar para ver un acto principal que te gusta?), la banda tuvo que dejar de tocar en tres ocasiones porque las personas estaban siendo apachurradas entre la multitud estridente. ¿Los fans de Rage alguna vez habrán oído hablar sobre cuidar a la gente del pit?

La mayoría de la lista se ha enfocado en los horribles fans que hay en un show - por la cuestión de que son inevitables cuando quieres ver a tu banda favorita en vivo- pero, en la era del Internet, los fans pueden ser igual de insoportables sin la necesidad de salir de sus casas. ¿Quieren perder la fe en la humanidad? Empiecen a leer los comentarios que hay en los videos de Eminem en Youtube. En su mayoría son de raperos wannabe rogando a los demás que escuchen su música de una manera no tan sutil y muy encajosa. De ahí se derivan todas las discusiones relacionadas con raza (sí, Eminem sigue siendo blanco, y las personas todavía quieren hablar sobre eso). Y claro hay mucha homofobia alrededor junto con palabras desagradables generalmente despectivas que la mayoría de estos adolescentes no tendría los huevos de decir en el mundo real.

El proyecto cómico-musical de Dan Finnerty comenzó con los mejores planes- covers de canciones pop originalmente femeninas con la adición de algunas malas palabras de manera oportuna. De hecho, funcionó tan bien que la banda se encontró a sí misma tocando en escenas de fiestas para películas como “Old School”, “Starky & Hutch” y “The Hangover”. El problema fue que fueron casi tan exitosos, que trajeron a los fanáticos de fraternidades a los shows en vivo. Uno podría pensar que no hay nada peor que estar parado en un océano de mirreyes en el que la música no está exactamente moviendo mucho a la multitud- Tenacious D replica un similar e intolerable sentimiento sintiéndose encontrado entre un éxito mayor, aunque con una hora y media extra en el escenario, además de idiotas tratando de dar sus mejor impresiones al dúo. Un infierno.

Sí, el tour Warped es, por mucho, la basura de estos días. Pero cada dos años más o menos, encuentro justo el número de buenas bandas para atraerme de nuevo como la canción de una sirena conduciéndome hacia la angustia. Pero puedo informar que no es una tarea agradable gracias a la multitud que parece ofrecer la mayor cantidad de padres hoy en día en la adolescencia. ¿Saben qué no es nada punk rock? Rebelarte en contra de la autoridad mientras vas con tus padres a los conciertos- al menos que tu padre haya crecido escuchando cosas como Buzzcocks o Sex Pistols (en ese caso, creo que alguien necesita ser puesto en vigilancia de suicidio durante el tour de Warped), o su nombre sea Jim Lindberg.

@billjonesink

Mira fotos de metaleros con sus gatos.

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