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Música

Un salto al vacío con Le Mat

“El mundo no va bien ni mal. El mundo va, y eso ya supone decir mucho.”

La primera vez que vi a Le Mat en vivo, lloré. Creo que la banda empezaba su segunda canción de la noche, en el momento que me llevé una botella de cerveza al baño y ahí solté un lloriqueo que duró unos dos minutos.

Aunque el nombre de la banda en aquel show del 2011 era Locust de Control, la esencia y figura de Le Mat ya se acomodaba como una gran silueta que cubría la espalda de cada integrante. Entonces, decía que lloré solo en el baño. No sé exactamente la razón. Pero recuerdo que reflexioné sobre cómo me (mal) trataba a mí mismo. Y como (mal) trataba a mi mamá y a mi hermano en algunas ocasiones. Mientras los gritos desgarradores de Thom Díaz, vocalista de la banda, llegaban medianamente censurados por la puerta del baño, aún así llegaban: Desesperados y aguerridos. Tristes e impotentes. Y la música, que no es bonita sino ruidosa -a veces muy ruidosa- no ayudaba a calmarme. En muchos sentidos, la escena era como una representación casi perfecta de la turbulenta confusión que enfrentamos en los tiempos actuales que son tan extraños.

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La aguda escena de aquella noche, con la banda tocando mientras proyectaba un film en blanco y negro que tenía escenas de maltrato humano, al momento que yo chillaba en el baño, me recuerda las palabras que escribió el autor español Ibn Asad en su obra La Danza Final de Kali. Palabras fatídicas que bajo mi percepción, Le Mat repite, a su manera, en cada presentación con toda su artística y moderna parafernalia: “Allá donde se viaje en el mundo moderno […] se oye la misma frase: el mundo va mal. […] Como una intuición común a todos los seres humanos, el hombre contemporáneo dirá o escuchará lo que todos han dicho y escuchado: El mundo va mal.”

El Loco

Los de Le Mat me invitaron a cenar unos hot-dogs veganos para platicar. Nos sentamos en el pequeño patio de una casa ubicada en el centro de Monterrey. Era una noche calurosa de agosto. Me comí un hot-dog y tiré otro; la salchicha vegana se resbaló del pan cuando me estaba sentando para comérmela. En la plática hablamos, entre otras cosas, de la carta del tarot “El Loco”, un símbolo de vagar osadamente y el origen del nombre de la banda. Ese arcano del tarot está ilustrado siempre con un “loco” que está a punto de caer al vacío.

“Fue una inquietud que teníamos silenciosamente Gautier, Miguel y yo”, explica Thom Díaz acerca de bautizar a una grupo de música con un nombre así. “Conocíamos el significado de la carta en general, que sería como emprender un viaje, buscar lo que quieres pero por miedo no lo haces. Es como lanzarte al abismo”.

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Después de que los miembros de la banda pasaran por diversos proyectos musicales, Le Mat comenzó a dar sus primeros espasmos en agosto del 2013 en su natal Monterrey, México. El núcleo de la banda se gestó varios años dentro del hardcore/punk en Monterrey, ahí eran conocidos como los “vegan/straight edge” pues no tenían ningún reproche al alardear sobre el estilo vida que escogían al no comer “sangre derramada”, y sí “frutos de la tierra”. Ahora, con Le Mat, la visión es más “integral” según expresan los propios integrantes. Y aquel alarde muy propio de la juventud sobre lo que se consideraba un estilo de vida “alternativo” hace más de diez años, ha quedado más de puertas para adentro. Al final, no vale la pena intentar forzar una idea, así lo expresó Gautier García, uno de los guitarristas: “La mayoría de las tragedias ocurren cuando uno quiere trazar y hacer que resuene una ideología sobre el otro”.

Todo es fantasía

Esa premisa ha escogido Thom Díaz en varias ocasiones para presentarse ante una audiencia. En días de show la lleva pintada en su cuerpo desde el pecho hasta el ombligo: “Todo es fantasía”. Le cuestioné sobre la sentencia que elige para pararse en el escenario y respondió que lo hace porque visualmente llama la atención y puede provocar que la gente se pregunte cuál es precisamente la fantasía. Para él, la fantasía es mucho de la forma de vivir actual. “El prefacio que viene en el disco lo escribió Tolstoi en mil ochocientos. Y todavía se puede interpretar tan actual”.

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En ese prefacio, Tolstoi se refiere a la vida que observó en su tiempo como “la mentira de la civilización”. Thom Díaz acusa de absurdo y fantasioso todo este tributo a vivir una vida glamurosa y de belleza producida. “Nos maquillamos el rostro para estar presentables en cierto lugar. Dejamos de ser. Para pertenecer al mundo tienes que aceptar ciertos cánones y matices. Es una sociedad condenatoria. Y siento que todo ese espectro, donde está la belleza producida, forma parte de una fantasía bien aceptada.”

La Gran Paradoja

Algunas personas que han visto a Le Mat en vivo lo comparan con una obra de teatro. Un obra en la que, según lo que me contaron los integrantes, yo no he sido el único en llorar al presenciarla. “Al menos unas diez personas nos han dicho que le dieron ganas de llorar o lloraron”, mencionó Thom Díaz.

Miguel Gonzaléz, otro de los guitarristas, agregó que le gusta que la gente perciba sus shows así. “Así se prepara, como las obras de teatro antiguas, por eso anuncias los shows con anticipación. Y cuando toco yo quedó satisfecho porque doy lo que a mi gustaría ver”. Ahora entre el mes de septiembre y octubre llevaron su “obra” a Sudamérica: Chile, Brasil, Argentina, Perú. Y sobre el futuro, todos expresaron lo mismo: lo próximo será ir y venir de Sudamérica y es lo único que importa por ahora.

El “espectáculo” de Le Mat estaría influenciado en el teatro antiguo más que en alguna obra de Broadway. “Es como antes que usaban el teatro para burlarse de los reyes. Era contestatario, me dijo Thom Díaz, y cuando le pregunté a que le “contestaban” respondió que a la conformidad y al letargo. “A esos nudos mentales y espirituales que tenemos todos”.

Deshacer esos nudos mentales y espirituales es complicado. Le mencioné a Thom que para mí eso sería sinónimo de alejarte de las personas. Pues unos nos contaminamos a otros constantemente. Gautier mencionó que para él, tan solo irte o alejarte no quiere decir que estemos dejando atrás esquemas convencionales. “Es muy ambiguo. Porque en la contracultura o la rebeldía siempre se toca el tema de estar adentro o afuera. Yo me puedo ir a una montaña y me voy a llevar los mismos problemas. Te sales de unos esquemas y entras a otros, a veces hasta peores. Esa es la gran paradoja.”

Ese día de agosto antes de cenar con Le Mat, fui a presenciar un ensayo de ellos. Jueves a las 9 de la mañana y ya sonaban los gritos, la guitarras distorsionadas y altas. La batería ajetreada y el bajo estruendoso. Mientras de escuché el set de aproximadamente media hora como preparación para su gira sudamericana, me llamó la atención que desde la pedalera de Gautier sonó un discurso al final de una canción. Era la voz del Sub comandante Marcos pronunciándose en contra de la Matanza de Acteal del 97. Ahí murieron asesinados 45 indígenas en Chiapas. La canción de Le Mat, “el llanto de las abejas”, habla sobre lo ocurrido.

Fue muy extraño, por decir lo menos, escuchar un discurso del Subcomandante Marcos a través de un pedal que llevaba sus palabras a viajar por un cable para reproducirse en la bocina de un amplificador. Ironía. ¿Sería esto un ejemplo también de la “gran paradoja” que el mismo guitarrista, Gautier, señaló? Creo que más allá de lo que pensemos o de lo que exprese Le Mat en sus teatrales presentaciones, el mundo, como dijo el autor español referido anteriormente, simplemente va. “El mundo no va bien ni mal. El mundo va, y eso ya supone decir mucho.”