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Música

Todos tenemos derecho al shoegaze: The Twilight Sad

Hablamos con James Graham de The Twilight Sad sobre las capas de música melancólica y lo que implica sumergirse en ellas.

Fotos: Cortesía de Fat Cat Records

Los clavados de siempre tenían un referente casi inamovible en cuanto al shoegaze se refiere, My Bloody Valentine y en específico su seminal álbum de 1991 Loveless. El shoegaze parecía estar tiránicamente condenado: si no había yuxtaposición de capas de distorsión saturadas y susurros apenas perceptibles, no era shoegaze.

Cuando en 2007 The Twilight Sad lanzaba su primer largo, Fourteen Autums & Fifteen Winters, el planetario indie, que atravesaba por su momento de onanismo más lechoso, se cimbró con las guitarras distorsionadas hasta la desmoralización de un cuarteto proveniente de un sótano común y corriente de Glasgow. Las primeras reseñas se referían a ellos simplemente como una banda shoegaze, un género que apenas empezaba a ser desempolvado de los anaqueles de principios de las noventa; aunque el shoegaze como tal nunca desapareció, de algún modo se mantuvo huidizo y tímido en el underground mientras la indietrónica, el electropop y el chillwave de Brooklyn hacían de las suyas hasta el hartazgo.

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Entonces TTS apareció en el panorama poniendo los riffs sobre la mesa. Sin miedo a los sentimientos (sus melodramas no se andan con rodeos ni metáforas como sacadas de series a lo O.C., recurso muy del azote gringo) este cuarteto escocés vino a derrumbar el cliché del shoegaze. Si bien sus guitarras poseen esa propagación distorsionada, son más abrumadoras y espesas que melódicas e hipnóticas. De hecho, cuando empezaron a dar presentaciones en un pequeño café de Glasgow, las distorsiones iban acompañadas de loops extraídos de viejas películas provenientes de cassettes en una experimentación más limítrofe con la NoWave que con el shoegaze propiamente.

Pero quizás la principal diferencia con el shoegaze premeditado radica en la férrea voz de James Graham, plañideramente masculina, como sumergida en las aguas de una tina de baño y que tarde o temprano tiene que sacar la cabeza para coger aire puesto que la vida sigue.

De hecho, fue con Graham con quién platicamos aprovechando su paso dentro de una pequeña gira por Norteamérica en la que promocionan su nuevo álbum Nobody wants to be here and nobody wants to leave lanzado apenas unas semanas atrás… ¿realmente TTS es una banda shoegaze?

NOISEY: Ahora mismo estás en San Diego ¿cierto? Qué impresión tienes de este lado del océano…

James Graham: Me encanta el clima de California, nada que ver con los cielos crudos nublados de Escocia. Me doy cuenta que el clima tiene que ver mucho con la actitud de las personas, lo noto mucho en el entusiasmo del público…

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Aunque en general la recepción de su nuevo álbum le fue más que bien, vi por ahí que uno que otro crítico le dio al Nobody wants to be here and nobody wants to leave, puntuaciones que no rebasan los 6.5 en un escala del 1 al 10. La verdad me vale madres porque en lo particular creo que es mi favorito hasta el momento en los 10 años de carrera de The Twilight Sad:

Hombre, muchas gracias. Creo que esos críticos a los que te refieres esperaban algo nuevo o evolutivo y de algún modo los tracks del álbum suenan a un repaso de nuestros discos pasados y al menos para mi, individualmente, esto es cierto puesto que las canciones de este nuevo disco surgieron de una fuerte colección de temas que habíamos grabado y que no habían sido editadas ni siquiera en EPs. La escogimos y volvimos a grabarlas en un estudio de Glasgow hasta el punto en que nos sintiéramos cómodos con las nuevas versiones. Creo que eran un tanto, cómo decirlo, obsesivas, así que buscamos la forma de hacerlas más dinámicas, un poco más accesibles, ¿porqué no? Quizás eso es lo que desilusiona a ciertos críticos de música, sobretodo aquellos que muestran obsesión y fanatismo por los sonidos crípticos, el ruido desaforado y actitudes indiferentes que francamente terminan siendo una pasarela de poses mamonas en las que por mucho ruido que se desate, la música termina desplazada y sin sentimientos. Me queda claro que esos elementos no son suficientes para que un disco sea bueno o no… Pero en fin. Podría decir que este nuevo disco es un honesto repaso, pulido, de toda nuestra discografía, sobretodo de las canciones que no pasaron por pinceladas de secuencias electrónicas, algo que agregamos a sugerencia de Andrew Weatherall quién produjo el álbum pasado No one can ever know. Nos concentramos en las canciones de guitarras, como en una especie de ejercicio de autoestima sonora, de recordar porqué nos apasionan tanto las guitarras…

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Creo que hay varios elementos que han ayudado a que TTS tengan una personalidad muy bien definida en comparación con algunas bandas contemporáneas a ustedes. Una de ellas definitivamente es tu voz. Pero otra sin duda son las letras, reflexiones desgarradoras, catárticas, con poco margen a la auto indulgencia, según yo… ¿quién las escribe y de dónde surgen todas esas ideas?

Bueno la mayoría las escribimos entre yo y Andy MacFarlane, aunque Andy se encarga más de la parte de la composición musical y de cómo amalgamar las sílabas con las melodías pero es muy bueno en comprender la intensidad de las canciones que escribo, sus historias o confesiones, entonces se encarga de que la música sea igual de fuerte y devastadora, sabe cómo enmarañar todo eso para que las canciones sean una avalancha de riffs y emociones que se te vienen encima. Andy también es un elemento muy importante al momento de la producción del disco… ¿Que de dónde sacamos todas las ideas para nuestras canciones? Pues un poco de nuestras experiencias personales, pero no soy tan ególatra. A decir verdad escucho mucho a la gente que conozco, les presto demasiada atención a lo que me cuentan mi familia, mis amigos. En cómo me lo cuentan, las muecas que hacen, la intensidad des sus miradas, si ríen o tratan de disimular alguna risa perversa, si están tristes, si quieren llorar, no sólo tomo nota de las historias sino también trato de envolverme con su lenguaje corporal, aunque no soy un especialista en ello aclaro, pero sí creo que al escucharlos y luego escribir las letras de las canciones me siento como si estuviera en una especie de terapia de grupo. Todos ellos, familia y amigos habitantes de Escocia y entonces el ambiente de por acá, el clima, las costumbres, los hábitos, me ayudan a darle forma a los ambientes que rodean las historias. Aunque debo confesar que tengo algunas influencias en la forma en la forma en las que escribo las canciones ¿sabes?, sobre todo cuando se tratan de observaciones en primera persona. Por ejemplo, me gustan mucho los arrebatos de Morrissey pero, sobre todo, soy muy, pero muy fan de Malcolm Middleton y su forma tan cruda de escribir canciones cuándo tenía su banda Arab Strap, otra banda escocesa. La forma desafiante, frontal, casi pornográfica (literalmente) de escribir Middleton ha sido una fuerte influencia cuando escribo palabras.

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También el trabajo en la portadas, un poco melodramáticas y otro tanto perturbadoras, es algo que se ha vuelto peculiar en su discografía…

La ilustración del nuevo álbum corrió a cargo de un tipo que firma como DLT y es algo así como el ilustrador y diseñador oficial de la Fat Cat records, el sello con el que grabamos. Y nos gusta trabajar con él porque creo que entiende muy bien nuestra música, las letras que sí tienden a ser dramáticas. Solemos sentarnos con él, le hablamos de qué tratan nuestras canciones, qué historias tratan de acaparar, cuál es el sentimiento principal. Entonces él va resumiendo todo esto y empieza a hacer esbozos a partir de su propia interpretación en la que también tiene mucho que ver como le afecta nuestra música. Y me gusta mucho porque considero que sí tiene la capacidad de capturar nuestra música mediante sus imágenes que son como acciones climáticas, momentos intensos, como si nuestras canciones fueran cortometrajes y entonces él capturara las escenas de más intensidad sentimental.

Cuando salió su primer álbum allá por 2007, muchos críticos los describieron como una las bandas que volvían a poner el shoegaze en boca de todos, cuando el género todavía no se popularizaba para las nuevas generaciones. El regreso de My Bloody Valentine apenas era un rumor. Y casi todos los que escriben algo respecto a TTS, los ubican como una banda de shoegaze: ¿ustedes se ven a sí mismos como una banda de shoegaze? Cuando componen música, ¿piensan “haremos canciones shoegaze” o es meramente casual?

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Bueno, para empezar no hago mucho caso a las críticas respecto a nosotros. Las leo y las analizo, pero como si estuviera leyendo una noticia de algo que sucede a varios metros a la redonda. Nunca ha sucedido que hagamos música a partir de las críticas, para bien o para mal. Tampoco me interesan las etiquetas ni permito que sus axiomas se conviertan en imposturas, ¿sabes? Me gusta pensar en TTS como una banda que hace música emocional, pero no gasto energía en creativa en pensar: “quiero que me ubiquen como una banda de shoegaze”. Honestamente, hacer música bajo ese criterio se me hace una pérdida de tiempo. Definitivamente me gusta el shoegaze, amo a My Bloody Valentine, crecí escuchando su música, pero no sé si el género me ha influenciado a tal grado para poder asegurar que hago música shoegaze. Vamos, tenemos ciertas semejanzas, algunos elementos, en cómo distorsionamos las guitarras, pero son sólo eso, semejanzas casuales. Somos sólo una banda de rock con diferentes lados e impulsos, ni siquiera creo que somos unas banda bidimensional, tenemos cosas muy new wave por ejemplo, baladas, a Andy le gustas más cosas del rock clásico por ejemplo.

Dices que escuchaste shoegaze mientras crecías, supongo en la adolescencia, pero no como para decir que es una influencia directa… ¿Cuáles serían tus influencias al momento de componer letras y música dentro de TTS?

Pues mis influencias son muchas y muy diferentes. Pero creo que sobre todo, me marcó mucho la música con la que crecí pero que no necesariamente fue música pop o alternativa. Escuché mucha música tradicional escocesa, cosas folclóricas de aquí de Glasgow y otros lugares dónde crecí. Me apasiona mucho esta forma en como conciben algunos temas que el rock suele dar por hecho, como el amor, los amigos o el barrio. Hay un sentido narrativo más vigoroso en la música tradicional, a veces…

Sin embargo, tras el debut de TTS, pareciera que surgió un prolífico revival del shoegaze y es el día de hoy que no paran de brotar bandas y bandas que de algún modo tratan de emular el estilo de My Bloody Valentine, sobretodo del Loveless. A veces creo que es un poco oportunista pero puede que esté amargado ¿tu cómo ves este fenómeno?

Hombre, no me mal interpretes. Todos tenemos derecho al shoegaze. Míralo de este modo, gracias a este revival al que te refieres, las nuevas generaciones tienen la oportunidad de vivir, en tiempo real, las capas de sonido propias del shoegaze como se vivió de alguna manera a finales de los ochenta y principios de los noventa. Yo mismo soy de los beneficiados con el regreso de My Bloody Valentine porque nunca pude verlos en la época del Loveless o antes, era casi un niño al que no le permitían la entrada a los conciertos. Entonces, que estén de gira es una gran oportunidad de ver a una de mis bandas favoritas. Quiero decir, que el regreso de My Bloody Valentine no sólo significa un revival del shoegaze. Pienso en muchos jóvenes que no tienen ni idea de lo que es el shoegaze y entonces My Bloody Valentine les representa no un género sino simplemente nueva música que les puede motivar a conocer otras cosas. Quizás les llame la atención la emoción, el furor que despierta un concierto de My Bloody Valentine y rastreando llegan a TTS. Es por eso que te decía que no estoy muy de acuerdo con las etiquetas, porque hay un riesgo de caer en el discurso sectario, enclaustrarte y no querer saber qué más está sucediendo. Pero es una opinión personal. Yo celebro que el shoegaze esté de vuelta con mucha fuerza, que esté inspirando a los jóvenes…