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Música

Reviéntate los oídos con 'Tibio', el álbum debut de Nelson y los Filisteos

Punk de carácter futurista y lleno de mensajes illuminati.

Foto cortesía de Nelson y los Filisteos

Por lo general el término “evolución sonora” se refiere a lo que ocurre cuando las bandas hacen a un lado la distorsión y deciden que los “sonidos futuristas” de los sintetizadores tienen más onda que tres acordes y una batería veloz. Es decir: cuando se usa esa frase, normalmente significa que esos tipos se metieron drogas alucinógenas y se volvieron unos malditos hippies pacifistas. Aunque, bueno, hablemos del futuro, ese lugar en el que 2015 será un año importante porque Nelson y Los Filisteos lanzaron Tibio, su primer LP. Este material se compone de 10 tracks llenos de guitarrazos crudos y líneas de bajo fulminantes que suenan como cuando un niño bulleado le devuelve el chingadazo a su agresor y todo queda documentado en internet.

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Desde los primeros riffs de “2000”, tema que abre el álbum, sabemos que las cosas se pondrán oscuras. La voz de Mangosta amenaza que será esa presencia extraña que nos acompañará y atormentará por siempre y para siempre. “2000” es la antesala perfecta para abrir el disco.

Luego del trancazo que significa el primer track de Tibio, llega “Dientes de oro” que no tiene piedad alguna y lanza una línea de bajo cruda, directa y letal, seguida de una explosión sonora de la cual no podemos escapar (porque no queremos). Durante 2 minutos y 27 segundos, Los Filisteos revientan nuestros oídos con una fuerte carga de distorsión y angustia post-adolescente.

Los primeros 15 segundos de “Hombre moderno”, el tercer track, nos hacen creer que habrá un momento de descanso, pero no, Los Filisteos no tienen piedad. Esta rola llena de cambios de ritmo acelerados nos hace pensar en explosiones, golpes y botellas de cerveza rotas. “Hombre moderno” es pura energía lasciva. Rápida y violenta, como el sadomasoquismo.

Lo más cercano a un respiro ocurre cuando llega “Horizonte”, uno de los temas más complejos del disco. Inicia lento, pero cargado de distorsión. “El mundo está tan lleno de hostilidad”, aúlla Alonso, mientras Sharon descarga toda su energía en el bajo. Para cuando llegamos a los 2 minutos con 28 segundos, el descanso termina abruptamente y nos encontramos de nuevo en medio de sudor, velocidad y descontrol.

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“Experto cruzando calles” es, ahora sí, la pausa que necesitábamos entre tanta furia. Llega justo en el momento preciso. Aquí no hay voces, pero sí una fuerte influencia de distintos géneros como el garage, noise y shoegaze. O algo así. La verdad no me gusta hablar de géneros ni comparar a las bandas con otras. Eso es muy aburrido.

Foto tomada del Facebook de Nelson y los Filisteos.

La segunda mitad de Tibio se torna más oscura. “La alberca” inaugura esta faceta y este es, quizá, el tema más sombrío del disco. Aquí, Mangosta no aúlla, no son necesarios los gritos. En realidad, no se necesita nada más que cerrar los ojos y dejarse llevar. “Golosinas y moda” termina con la tranquilidad. Regresa el reverb en la voz y las distorsiones. Para este punto ya los extrañábamos. “Gusano” es, sin duda, la pieza más pop del álbum. O bueno, la única. Es el track más melódico de Tibio. El hit del verano en un entorno lleno de reverb y distorsión. No, ya en serio. Creo que sí es la rola más pegajosa. Hasta en el ruido se puede ser tierno. La atmósfera que se crea en el juego de sonidos de “T-DCO” nos deja los ojos en blanco, como a los niños de Children of The Corn, y nos prepara para el final. “El cloro y el cian” clausura un disco desbordante de principio a fin.

A lo mejor para muchos Tibio resulta un material demasiado ruidoso, y lo es. No es un trabajo que busque limpieza ni está hecho para que cantes el coro con tus amigos. Tibio es un álbum para los que estamos hartos de tanto swag en la música y estamos hasta el huevo de beats electrónicos y rave. Tibio es, para mí, lo que pasaría si Minimal Men y The Jesus and Mary Chain tuvieran sexo.

Escuchen el disco completo aquí abajo: