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Música

Cómo la policía de Boston espió a miles de asistentes en un festival de música

Mientras tú bailas, cantas y te drogas, hay alguien que te está viendo todo el tiempo. Y sólo se va a poner peor.

Es fácil olvidar lo desorientadores que fueron los días y las semanas que le siguieron a los bombardeos del Maratón de Boston en abril de 2013. Para sumarle surrealismo al drama, en mi caso, tuve que pasar una noche encerrado en mi casa en Watertown mientras la balacera entre las autoridades y el supuesto responsable de las detonaciones se escuchaban a sólo unas cuadras, y tolerar la intrusión de las fuerzas de la ley brutalmente armadas a mi patio trasero durante la cacería del día siguiente.

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Durante semanas, subirme al metro o asistir a cualquier lugar lleno de gente me provocaba una angustia terrible. De pronto me daba cuenta de que era muy fácil que algo como los bombardeos en el maratón podía pasar de nuevo. Podías perdonarle a alguien que se pusiera algo aprehensivo si asistió al Boston Calling Music Festival en el Government Center un un mes más tarde, un evento que se celebra dos veces al año y es extremadamente concurrido. Era el primer evento así de masivo después del maratón explosivo. Pero en una investigación reciente publicada en el semanario gratuito Dig Boston, se develó que tal vez ninguno de los asistentes al festival tenía nada de qué preocuparse, porque la ciudad estaba observando cada uno de nuestros movimientos.

Cuando escribí la reseña de este evento en mayo, y también la de su segunda parte, en septiembre, subrayé lo refrescante que fue disfrutar de un festival de gran escala en el corazón de la ciudad sin la presencia prepotente de los cuerpos de seguridad. Sí, te revisaban las bolsas en la entrada, y sí, había estaciones de policías por ahí, de repente, pero no la seguridad no estaba ni cerca de ser lo que uno hubiera esperado tras lo ocurrido. En lugar de sentirse una inseguridad latente, más bien era algo que evocaba la vida normal, sin una paranoia sobre-reproducida y militarizada. Era más bien liberador. Se sentía como si la ciudad nos estuviera tratando como adultos. Si le preguntas a cualquiera que haya venido a un concierto o evento deportivo por aquí, te pueden decir que no es necesariamente la rutina normal. Como crítico de música que evita los festivales a toda costa, este fue un aspecto que me hizo capaz de poder disfrutar este en particular.

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Una de las razones por las cuales la presencia de la policía fue menos imponente físicamente, podría ser que en realidad estaban probando un programa piloto de un sistema de vigilancia masiva a través del reconocimiento facial con todos los asistentes de las dos partes del festival de ese año, en mayo y en septiembre. Usando un software proporcionado por IBM que utiliza las cámaras de seguridad instaladas en el área, la ciudad rastreaba a los miles de asistentes al concierto y en las proximidades, y filtraba su apariencia a través de unos puntos que se convertían en datos y que luego podían ser revisados contra ciertas características identificables. Y luego… bueno, lo que pasa después es lo que hace de esto una cosa potencialmente perturbadora.

Estas imágenes que me pasó Chris Faraone del Dig muestran cómo se supone que el sistema debía funcionar. Considerando que este era un concierto de rock, y el software era capaz de distinguir a la gente a través de características como la calvicie, los lentes, el tono de piel y las barbas, todo eso debió haber sobrecargado sus servidores. Los datos después se transmitían a un centro de actividad, donde representantes de la ciudad, la Policía de Boston y la gente de IBM podían ver todo en tiempo real, mientras monitoreaban palabras clave relacionadas al evento en las redes sociales. El propósito de esto, ostensiblemente, era tener la capacidad de notar actividad sospechosa en cuanto estuviera sucediendo. Por ejemplo, “alertar cuando una persona se demora cerca de una entrada como lo harían si estuvieran tratando de colarse,” explica la imagen, o alertar cuando haya “intentos de saltarse las bardas en el perímetro” o si hay un “objeto abandonado cerca de las estaciones de seguridad.”

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Estas parecen ser cosas de las que vale la pena estar atentos, pero entre las capacidades del sistema hay una que parece particularmente escandalosa y cuestionablemente necesaria: “capturar los datos faciales de cualquier persona que se acerque a la puerta.”

Del documento de PowerPoint de IBM sobre los resultados de la identificación facial.

El Departamento de Policía de Boston negó haber tenido nada que ver con esta iniciativa, pero las imágenes que me proporcionó Kenneth Lipp, el periodista que reveló los archivos, demuestran que la policía de Boston estaba en la estación de monitoreo siendo capacitada por la gente de IBM.

La implementación de este sistema podría ser justificable por su cercanía a las detonaciones, pero es importante recordar lo mucho que se dijo sobre la inefectividad de la identificación facial cuando se trató de reconocer a los sospechosos Tamerlan y Dzhokhar Tsarnaev mismos. A pesar de que las imágenes de estos dos hombres fueron capturadas por cámaras de seguridad el día de los bombardeos y sus identidades eran conocidas por la ley, la tecnología era incapaz de encontrar un resultado.

“La tecnología resultó inefectiva a pesar de que existen imágenes de los hermanos Tsarnaev en las bases de datos oficiales: Dzhokhar tenía una licencia de conducir de Massachusetts; los hermanos eran inmigrantes legales; y Tamerlan había sido sujeto de investigación por parte del FBI,” reportó en su momento el Washington Post. Fue más bien el trabajo policiaco tradicional, los testigos oculares, los datos proporcionados por gente que los reconoció, y otras cosas más, lo que le dio a la policía y a los agentes federales la información que necesitaban. Entonces, ¿por qué creyó el gobierno de Boston que las cosas funcionarían de manera distinta en esta ocasión?

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Los defectos de la tecnología de reconocimiento facial del tipo usada en Boston Calling, y la cual ha sido implementada en otras ciudades alrededor del mundo —especialmente en Nueva York después de los ataques del 11 de septiembre, y en todo Londres, además del creciente uso de esa tecnología en centros comerciales en Estados Unidos— han sido bien documentados. En la mayoría de los casos, las imágenes capturadas resueltan inutilizables por que la persona estaba haciendo una expresión facial diferente de la imagen que tienen en la base de datos, o tenían vello facial, sombreros, o simplemente habían sido tomadas de un ángulo diferente. Interesantemente, se ha demostrado también que la pintura facial también ha impedido el reconocimiento facial de parte de las cámaras, algo que es un problema especialmente particular en festivales de música como este, en donde es bastante común que la gente vaya disfrazada o maquillada.

Imágenes de una cámara de vigilancia, cortesía de Kenneth Lipp, del Dig Boston.

“Esta definitivamente no es la primera vez que el gobierno y empresas privadas han trabajado en conjunto para utilizar a la gente que asiste a un evento como conejillos de indias," me dijo Kade Crockford, la Directora de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) del proyecto Massachusetts Technology for Liberty. Ella equiparó las imágenes capturadas en conciertos con una historia similar revelada por The Intercept recientemente que mostraba que 15 estados, entre ellos Massachusetts, han estado compartiendo las imágenes de las licencias de conducir, y varios datos más, con agencias federales, para que puedan aumentar el contenido de sus bases de datos contra terroristas y la lista de personas bajo vigilancia constante.

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A pesar de que la tecnología sigue siendo imperfecta, la mayoría de los expertos concuerda en que va a llegar un punto en el que sí funcione —un proyecto en el que trabajan algunos investigadores de Facebook, por ejemplo, ha mostrado que puede hacer una correspondencia entre dos imágenes faciales con 97.25 % de precisión, una fracción un poco menor a la que un cerebro humano ordinario lograría. Es urgente que empecemos a preocuparnos acerca de lo que los gobiernos pueden y van a hacer una vez que tengan esa tecnología completamente disponible y funcional.

“Va a ser mejor y mejor. Y no sólo el FBI, la CIA o las agencias gubernamentales van a usarlo, sino también estará en cada centro comercial que visites, y también los estadios deportivos," dice Crockford. “Va a ser muy parecido a las escenas distópicas en el centro comercial en Minority Report.”

Como en muchas otras áreas, la tecnología aquí está evolucionando más rápido que las legislaturas y las cortes."Realmente tenemos que averiguar y entender qué es lo que están haciendo exactamente las agencias gubernamentales. No sólo pensar en ello, sino actuar a partir de las inquietudes públicas sobre cómo se va a utilizar esta tecnología en nuestra contra, y crear y aprobar leyes que lo restrinjan.”

Es importante señalar que nada de esto hubiera salido a la luz si no fuera por las investigaciones de los reporteros del Dig, incluyendo a Lipp, quien se topó con los documentos de IBM y los acuerdos con el gobierno de Boston sobre cómo implementar el software en un servidor no protegido que fue dejado abierto por un empleado de IBM. Él también ha encontrado información similar acerca de programas parecidos a este en Chicago y Nueva York, y tiene evidencia de que IBM ha aplicado programas similares en Escocia, Israel, Puerto Rico, Pakistan, y Nueva Jersey.

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“En el caso de Boston, lo preocupante es lo precipitados que fueron al probar algo en el público, todo con la excusa del Never Forget, 11-S,” dice Lipp. “Para mí, lo verdaderamente perturbador es que todo esto se está integrando dentro del concepto de Smart Cities, o Ciudades Inteligentes. Para mí, lo que significa es que las ciudades van a tener vigilancia integrada, utilizando como aliados a compañías de tecnología que sean contratadas por el gobierno para instalar su hardware en la infraestructura. Una vez que la infraestructura esté instalada, ellos pueden utilizar el software que quieran y darles el uso que les plazca.”

Cuando contactamos al festival Boston Calling, ellos nos explicaron su involucramiento con dicho programa: "Los oficiales de seguridad pública de la ciudad de Boston nos contactaron antes del festival que hicimos en mayo del 2013 para avisarnos que iban a probar un nuevo sistema de vigilancia como una medida extra de seguridad. El Boston Calling Music Festival no estuvo involucrado en la implementación del programa. Nosotros simplemente acatamos todas las iniciativas de seguridad pública que la ciudad decide implementar. La seguridad de los asistentes es nuestra prioridad número uno."

En esta prueba "sólo" se utilizaron 13 cámaras, pero había 200 más que podrían haberse puesto en línea. Peor aún es lo que pasó lanzó un comunicado admitiendo la existencia del programa (el programa fue llevado a cabo bajo la administración del alcalde pasado de Boston, Tom Menino, y no del actual, el recién elegido Martin Walsh). Según dicen, la idea de este programa fue una simple logística. Nada de qué preocuparse.

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“El propósito de este programa piloto fue el de evaluar software que podría facilitar al gobierno de la ciudad el alojar eventos publicos de gran tamaño, haciendo mucho menos complicados retos como los permisos, servicios básicos, manejo de tráfico y multitudes, seguridad pública, y el involucramiento de los ciudadanos a través de las redes sociales y otros canales. Estas fueron demostraciones tecnológicas utilizando hardware ya existente (cámaras) y sistemas de almacenamiento de datos,” leía en parte el comunicado. “La Ciudad de Boston no buscó utilizar este software a largo plazo, ni entró en un contrato para utilizar este software de manera permanente,” continúa. Pero, también dice, están abiertos a la posibilidad de utilizarlo en situaciones similares. Dentro de sus preocupaciones, según dicen, están los temas legales y de privacidad. No, ¿tú crees?

Demo del software de IBM detectando a un sospechoso.

Incluso aquellos que no le guarden resentimiento a su ciudad por espiarlos dentro de un evento como un festival público, particularmente después de haber sufrido un ataque terrorista, podrían estar de acuerdo que es preocupante saber qué le pasa a esa información una vez que se ha determinado que no sirve. No tienes que ser particularmente paranóico para sospechar, como lo han revelado las filtraciones de información de la NSA por parte de Edward Snowden, que una vez que la información es recolectada, esa no es eliminada posteriormente. De hecho, Lipp dice que pudo acceder a 70 horas de grabaciones del concierto que seguían en línea incluso una semana antes de que publicaran su historia. Lipp también ha podido lograr tener acceso a varios documentos con mala o nula seguridad, los cuales incluyen licencias de conducir, direcciones, y más datos que se encuentran en línea en servidores FTP sin protección o encriptación alguna.

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“Si yo fuera otro tipo de persona, con intenciones o intereses malignos, yo podría ser una gran amenaza para la gente de Boston por lo que tengo en esta carpeta.”

“Es impresionante el nivel de estupidez de IBM en relación a cómo controlan la información,” dice Crockford. “Cuando platicamos acerca del gran número de agencias gubernamentales que tienes acceso a esto, así como a corporaciones, como agencias externas con contratos del gobierno, tenemos que preocuparnos. ¿Cuánta gente tiene acceso a este servidor, en el que vive toda esta información?”

Y no es como que las autoridades en Boston han mostrado el mejor juicio cuando se trata de observar a la gente. Este verano, fueron reveladas más de mil páginas con notas compiladas por el Boston Regional Intelligence Center acerca de las actividades de los miembros del movimiento Occupy Boston, incluyendo datos tan absurdos y ordinarios como los movimientos de bandas de rock locales, hasta llegar al punto de cuánto cobran en sus tocadas. Anteriormente, la policía de Boston también se hizo pasar por fans de bandas de punk rock en línea para poder averiguar dónde se iban a llevar a cabo toquines caseros DIY.

Peor aún, todo esto fue hecho en secreto. "La ciudad no hizo nada para divulgar esto al público: no hubo audiencias en el consejo municipal sobre si debía hacerse esto o no,” dice Crockford sobre las pruebas de reconocimiento facial. “Esto deja perfectamente en claro cómo las políticas de vigilancia son decididas por las agencias gubernamentales detrás de puertas cerradas, decidiendo así gastar una gran cantidad de dinero espiando a gente inocente, y nadie se entera de ello.”

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Esto basta para hacer que uno se pregunte qué más cosas estrán pasando de las cuales no nos estamos enterando. Personalmente, a mí me da mucha curiosidad saber cuántas veces he salido en cámaras que monitorean conciertos, mientras estoy paseando tranquilamente. ¿Me estaban observando mientras bailaba viendo a Passion Pit, o me movía al ritmo de Marina and the Diamonds? ¿Y para qué? ¿Qué es lo que hizo que yo y todos los demás asistentes fuéramos personas de interés para la ciudad de Boston, más allá de nuestro amor por escuchar música junto con nuestros amigos?

Después de algunos de los peores días en la historia de esta ciudad, pudimos tener un descanso con algunos días bastante divertidos gracias al festival Boston Calling. Sin embargo, el hecho de que a todos nos estaban espiando en ese momento ha hecho que mis recuerdos sobre ese festival se estropeen. Cuando uno va a un concierto, uno puede deshacerse de su identidad, puede perderse en la música y en el público. Pero eso va a ser cada vez menos posible con cada día que pase.

Puedes encontrar a Luke O'Neil en Twitter, donde sus tweets están siendo monitoreados. — @lukeoneil47

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