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Música

Stefan Goldmann: jugar con los parámetros para evitar el aburrimiento

"Mi papá me contó que, cuando era bebé, me puse a imitar los sonidos en un concierto, así que me tuvieron que sacar de la sala." Ahora va a participar en la edición de aniversario de Elektra y Mutek.

Con frecuencia, al escribir sobre Stefan Goldmann (1978) se cuenta que nació en un entorno favorable para que la música se convirtiera en su modo de vida. Sí, la casa familiar estaba encabezada por el compositor Friedrich Goldmann, pero su gusto omnívoro tuvo más que ver con su propia curiosidad y la de sus amigos. En la entrevista que le hice esta semana poco antes de su participación en EM15, la edición de aniversario de los festivales Elektra y Mutek, le confesé que no podía imaginarme un gusto tan versátil –que ha pasado por el heavy metal, el jazz, la música balcánica, el drum’n’bass…– en alguien que había crecido en una casa encabezada por músicos de formación clásica. Me respondió que desde su experiencia,podía afirmar que el 95 por ciento de los profesionales de la música clásica eran “expertos”; es otras palabras, que sabían todo sobre una sola cosa y nada de todo lo demás.

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–Mis papás no escuchaban nada, y no es broma. El estéreo se descompuso un día y nadie se preocupó por arreglarlo por más de cinco años. Mi papá se la pasaba leyendo partituras como tú y yo leemos el periódico. Yo no leo periódicos, pero, bueno, ya sabes a qué me refiero. Eso era la música en mi casa.

A sus papás les tomó años meterse en la cabeza la idea de que hubiera algo más que pudiera ser interesante. Con todo, eran comprensivos y apoyaban a Stefan, cuyas primeras influencias musicales vinieron de amigos. Sobre todo en Bulgaria, tenía muy buenos amigos que, además, estaban hambrientos por descubrir música. Casi llegaron a desarrollar como pasatiempo el reto de ver quién conseguía algo para mostrarlo a los demás. Eran cosas como Devotion, de John McLaughlin, o Steve Coleman. Stefan estaba obsesionado con las grabaciones de Miles Davis del periodo entre 1969 y 1975. No en plan coleccionista, sino para escucharlos de verdad.

–Me sabía cada detalle del Bitches Brew. Y el drum’n’bass estuvo de alguna manera relacionado con todo eso. La de Photek, Matrix o Source Direct era música con un sentido del descubrimiento y el propósito de llevar las cosas al nivel más alto posible sin la idea de ser un virtuoso en el sentido chafa de la palabra.

Hoy, esa descripción sirve perfectamente para referirse al propio trabajo de Stefan, que si por algo es conocido es por llevar las cosas al nivel más alto posible, lo mismo como productor de techno que al frente de Macro, el sello que creara hace siete años en complicidad con Finn Johannsen. Como músico y dj, su interés ha estado en observar el vocabulario cambiante de la música para luego jugar con todo eso y jugar con ideas que no habían sido consideradas para ser parámetros de la música o del techno para evitar repetir cosas que ya existieran. Así, ha conseguido crear piezas de electrónica tan emocionantes como conceptos que como motivos para el baile. Y con Macro, el objetivo fue construir un catálogo a prueba del tiempo evitando algunos hábitos que les había tocado padecer como artistas. De esa manera, han reunido bajo un mismo sello lo mismo a productores como Peter Kruder, Patrick Cowley o KiNK que a proyectos como Elektro Guzzi o L’estassi Dell’oro. Entre 2011 y 2013, tuvo una residencia en el Berghain; además, desde entonces y hasta la fecha, escribe una columna para la publicación del club. A manera de guiño a esas colaboraciones quincenales, decidí dejar sus respuestas a mi entrevista como si se tratara de un texto suyo para el flyer. Aquí van:

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Sobre sus primeros entusiasmos musicales

Mi papá me contó una vez que cuando era bebé, un día me puse a imitar sonidos en un concierto, así que me tuvieron que sacar de la sala. Pero la primera música en la que me intereso es en el heavy metal. Cuando tenía 7 u 8 años, un chico que conocía me copió en un cassette Balls to the wall, de Accept. Lo había dejado correr en una grabadora mientras en otra había puesto play, grabando todo con el micrófono interno. La calidad debió estar divertidísima. Luego descubrí a Iron Maiden y así me la llevé hasta que tuve 16 años, más o menos. Mis primeras clases de piano las tomé con Jakob Ullmann, que hoy es compositor. Un día tocó para mí la versión de Tomita de Pictures at an exhibition y me dejó impresionado. Muchos años después, estaba viendo un canal local de tele en Berlín y en algún punto, pusieron videos de Shy FX y de Photek. Me dejaron impresionado. La otra cosa que sucedió fue que mientras estaba en las vacaciones familiares de verano en Bulgaria, cayó en mis manos una copia en cassette pirata de The other day, de Jeff Mills. Ese fue el disco que me involucró de lleno con el techno. Al mismo tiempo que todo eso, tocaba el bajo en distintas bandas. Con una de ellas, comenzamos a probar con sonidos más electrónicos, un poco en el estilo de lo que hace Elektro Guzzi ahora, pero ni siquiera estuvimos cerca de hacer algo igual. Pero para entonces, ya tenía algunas máquinas de efectos. Cuando la banda se separó, conseguí ahorrar un poco para comprar un sampler. A partir de ese momento, las cosas comenzaron a darse rápidamente.

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Sobre el techno

Todo lo que hago es techno. Siento que esa música es tan rica por las cosas que pueden construirla, que algunas veces tienes que remover capas o separar alguna de ellas para obtener una buena apreciación de ella. La manera en que la música es producida hoy en día –piensa en toda la edición y el procesamiento que sucede con todo: el rock, el pop, cualquier música local…– la acerca al techno. Cuando escuchas techno, todo te llega junto en el paquete, pero cuando escucho otra música, reconozco elementos que vienen del techno y comienzo a poner atención en ellos. Mi interés ha estado en observar el vocabulario cambiante de la música para luego jugar con todo eso. También está siendo muy difícil no repetir cosas que ya existieran, así que mucho de mi interés está puesto en jugar con ideas que no habían sido consideradas para ser parámetros de la música o del techno. La cuestión del acceso es interesante, y en algún punto me di cuenta de que eso podía ser transformado en un parámetro estético. Hice una pieza techno que es tocada por músicos en vivo (“Trails”), en la que ellos tienen que desarrollar medios acústicos para llevar la composición a la ejecución. La versión original electrónica nunca es revelada. Solo accedes a ella a través de esos humanos convertidos en bocinas. Eso es algo completamente distinto a hacer techno con instrumentos, como lo que hace Elektro Guzzi. La música basada en acceso denegado es interesante, ya que las traducciones acústicas producen errores, y en cada presentación esos errores son distintos. Aunque la fuente electrónica sigue siendo la misma. Es una relación totalmente diferente de la que puede tener un ejecutante con la partitura. Eso fue una aproximación interesante, porque fue también una expansión del material desde un punto de vista clásico contemporáneo: una nueva manera de aproximarse a la relación entre la composición y la ejecución. También fue un “jódanse” a los fanáticos típicos de la digitalización: “Si lo publicas, va a ser compartido digitalmente porque la información quiere ser libre”. Bueno, esto nunca va a ser publicado. Techno tiene que lidiar con la digitalización, y la mejor manera de hacerlo es convirtiéndola en un juego y en una estética. Quizá en el camino descubras que es basura, pero a menos que lo probemos, no hay otra forma de saber lo que podríamos estar perdiendo en opciones para expresarnos y sorprendernos. No podemos pasárnosla replicando el mismo grupo de reglas por siempre, porque sencillamente nos aburriríamos hasta morir.

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Sobre el ritmo

Cuando has experimentado un ritmo brutal, ya no hay regreso. El siglo XX estuvo bendecido por tal variedad de ritmos solo porque las grabaciones podían viajar rápido. Si eras un músico en Lagos en 1975 y conseguías un disco de James Brown, podías escucharlo unas 200 veces seguidas y te lo aprendías. Entonces, lo que hicieras a partir de eso podía comenzar a viajar en un par de meses y las cosas cambiaban en algún otro lugar. Eso antes era imposible. La curva del aprendizaje se ha acelerado muchísimo, y el terreno que más rápidamente se ha desarrollado ha sido el del ritmo, especialmente en la música afroamericana, y esos ritmos han viajado por el mundo. Y por supuesto, llegaron las máquinas y eso también fue interesante, porque nuestra percepción proyecta cultura en ellas. Ya sabes, las 808 y 909 de Roland salieron de Japón, obviamente, pero con frecuencia te encuentras con gente que alega que esos ritmos son “negros”. Siempre me gustó jugar con las cosas. Incluso Cubase se ve como Lego. El rasgo juguetón de la música y su poder en el entorno social –ver a gente que no conoces relacionada intensamente con lo que haces— son dos rasgos muy atractivos. Interactuar con alguien en otro lado del planeta… Yo crecí en Alemania oriental. Había un muro con francotiradores cuidándolo, no podía viajar. Así que significa mucho para mí poder sentarme hoy en un avión y volar a cualquier parte porque alguien conectó con lo que hago. ¿No es maravilloso?

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Sobre el baile

Bailar es una manera estupenda de profundizar tu interacción con la música y con los demás. De verdad es una forma diferente de conocimiento, no solo relacionada con la música, sino también con los demás, con sus cuerpos, con sus mentes a un nivel prelingüístico. Si piensas en alguien a quien quieres, no solo tienes una imagen estática, sino que recuerdas sus gestos característicos: cómo mueve sus manos cuando habla, cómo abre los ojos cuando algo la emociona, cómo mueve el cabello… Bailar es algo entre tú, la música y los demás. Un sistema que describe una conexión que no existe en el nivel del lenguaje. Siempre he disfrutado interactuar con la gente sin tener que platicar. Como cuando juegas a las cartas o estás en lugares muy ruidosos. Bailar es una manera de hacer eso. Descubres cosas que no descubrirías mientras discutes de política.

Sobre Macro

Había un foro de internet… Es una larga historia, pero en resumen: éramos unas 15 personas en ese foro del que comentábamos cosas sobre Red Bull Music Academy, Innervisions, Running Back y otro tanto de asuntos relevantes por acá. Finn [Johannsen] y yo estábamos en ese foro. Un día, nos reunimos para conocernos en persona y Finn y yo realmente hicimos clic. Luego nos vimos por uno o dos años, y una noche, mientras bebíamos cervezas en el parque, le platiqué lo mucho que me frustraban los sellos con los que había estado trabajando [ha publicado materiales en Perlon, Classic, Cocoon…]. Esa noche creamos Macro.

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Ambos sentíamos que un problema de la mayoría de los sellos de música bailable era que publicaban estratégicamente: o impulsaban solo un género o impulsaban a un artista a la expensas de los demás del sello. O se restringe demasiado o no funciona para algunos. Cuando echamos un vistazo a la historia, la única excepción era Celluloid. A principios de los 80 publicaban cosas muy brillantes, incluso aunque fueran muy diferentes entre sí. Además, no buscaban mantenerse al margen. Vimos que si no te suscribes a un género, sino a la idea de permanecer abierto a cualquier cosa que sea única, tienes mucho más probabilidades de construir un gran catálogo con el paso del tiempo. Todos los que publican artistas de un solo hit al final no la hacen. De alguna manera, decidimos hacer ambas cosas, pero también ser extremadamente selectivos. Si solo tienes a dos chicos y publicas a 50 artistas, no funciona para los artistas.

Los demos de Raudive estuvieron entre los primeros materiales que recibimos. Pocas veces se escucha música tan rica en detalles y, al mismo tiempo, tan diáfana como la de Raudive. Funcionan muy bien en la pista de baile, están entre mis mejores armas como dj. Elektro Guzzi fueron un sueño vuelto realidad. Cuando llegó el demo, iba mucho más allá de las expectativas más locas de lo podíamos publicar como sello. Esos chicos han sacado provecho al mejor logro en la música de los últimos cinco años. Cuando los veas en vivo verás de que hablo. KiNK es un viejo amigo, y es el artista más exitoso de Macro hasta ahora. Hoy, en la música electrónica, solo puedes estar en los primeros lugares de las encuestas de lectores y en el gusto del público si tocas todo el tiempo. Debes tener por lo menos tres presentaciones a la semana. Y una vez que se entra en esa rutina, la mayoría deja de producir. La diferencia es que KiNK se la pasó produciendo durante diez años en una recámara. Sus habilidades han llegado a un nivel loco. Eso es lo que lo salva: en media hora puede hacer algo que la mayoría de los productores no podría hacer con todo el tiempo del mundo. Ese nivel de talento para la producción, sumado al atractivo de su performance, es una combinación extremadamente rara. Creo que está en la cima absoluta y ahí estará por mucho tiempo. Hace poco, sentimos que podíamos manejar más artistas en el sello, y Christopher (L’estassi Dell’oro) era alguien con quien nos sentíamos a gusto. Los tracks que nos dio tenían intrincados conceptos rítmicos, con montones de capas de cosas, pero no dispuestas del modo mecánico al que estamos acostumbrados. Hay ahí una calidad casi desaliñada que sentimos que hace una combinación única. Es áspero y poderoso, pero al mismo tiempo, refinado y profundo estructuralmente. Siempre estamos buscando gente que hace cosas que nadie más hace.

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Sobre su relación con el Berghain

Tuvimos la noche del sello Macro durante dos años en el Berghain, y también tenía un formato más experimental que se llamaba "Elektroakustischer Salon". Hoy la noche Macro es en Stattbad, otro club de Berlín, y solo toco dos o tres veces al año en el Berghain. Nunca sería dj mensual en ningún lado, y creo que todo esto se ajusta más a lo que quiero hacer. Es más especial si unos cuantos meses pasan antes de que la gente te vea de nuevo. De verdad investigo los lugares y preparo cuidadosamente los discos que llevaré. Mis sets son muy espontáneos, pero el material que llevo está muy bien seleccionado para la ocasión. Berghain es uno de los mejores lugares del mundo para tocar, pero también es muy diferente a la mayoría de los clubes. Es menos estático en cosas prendidas. Las cosas se construyen en lapsos más largos. No es para todos. Por otro lado, la columna está completamente separada de eso. O tal vez no. Cuando un dj toca en Berghain, luego hay alguien que se encarga de reunir la retroalimentación de toda la gente que trabaja ahí. Si tocaste de la chingada por cinco minutos, de verdad vas a recibir correos sobre ello al día siguiente. Con la columna, puedo hacer lo que sea. Libertad absoluta. Y eso es lo que hago. Es un vehículo para llevar temas que creo que podrían tener algo de atención. Es como lanzar algunas ideas y ver qué pasa.

Sobre su set para EM15

La mayoría de las veces, toco como dj. En muy pocas ocasiones hago algún live set para club. La mayoría de las veces hago live sets para presentar trabajos comisionados o cosas que no tienen nada que ver con un contexto de club. Así que tiene unos 10 meses o más que no he hecho un live set para club como el que haré en EM15, y estoy rehaciendo el set entero para incorporar todo el nuevo material.

@peach_melba