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Música

Siete Catorce: el espíritu de la época en seis tracks

Que el post-adolescente de Mexicali ha sido de lo mejor y más emocionante que le ha pasado a la electrónica nacional.

¿Qué es eso que se escucha en los primeros segundos del segundo EP de Siete Catorce? Parece un videojuego deteniéndose, tal vez por falta de energía eléctrica o quizá porque la promesa de aquel vendedor que prometió alterarlo para poder leer juegos pirata era una mentira más… O también puede ser que no sea un videojuego. Lo cierto es que se trata de un ruido que detona en mí una visión: la de un momento lúdico llegando a su final. En mi cabeza, esos sonidos iniciales --iniciáticos-- del mundo imaginario y technicolor de un videojuego se transforman en un loop sombrío acompañado de ruidillos semiorgánicos que pronto cobrarán forma de túnel, uno en cuyas oscuridades alcanzaremos a distinguir unas notas en plena metamorfosis, las vemos coquetear con footwork; de pronto, giran la cabeza para guiñarle un ojo a la cumbia, y de pronto, prefieren entregarse al tribal. Todo sin nunca prender la luz.

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Que todo suceda en la penumbra en estos 33 minutos y cachito y que en cada track se atestigüe una mutación de ritmos sólo comparable con la que parece haber vivido Rubber Johhny en aquel sótano vigilado por una cámara infrarroja sólo contribuye al misterio, al vértigo. Y si hemos osado asomarnos al nuevo EP de Siete Catorce, el vértigo terminará enloqueciéndonos, obligándonos a arrojarnos al vacío como cabras enloquecidas. Mientras caemos, felices, pensamos montones de cosas, un auténtico flujo de conciencia del que alcanzamos a pescar algunas ideas:

a) que el mote ese de cumbia ruidista le queda chico a lo que oímos, porque de cumbia tiene poco esta vez (¿seguros que han escuchado algo más que "Mariana"?) y de ruidos está construido casi todo por estos días;

b) que el post-adolescente de Mexicali detrás de Siete Catorce --y de Den5hion, Sin Amigos y Dénima (junto a André Pereda)-- ha sido de lo mejor y más emocionante que le ha pasado a la electrónica nacional;

c) que por suerte es uno de esos muchachitos hiperactivos que ven en la música una de sus más estimulantes drogas (cuentan que cuando llega a cualquier fiesta de inmediato busca tomar el control de la música durante las tres/cuatro/cinco horas siguientes; y bueno, ya leyeron sobre sus diversos alias, con los que cultiva distintos registros de la electrónica);

d) que si este túnel por el que estás cayendo te va a trasladar en el tiempo hacia atrás (aunque todo indica que será hacia adelante), te gustaría que fuera a las cinco primeras fiestas Ruidosón allá en Baja, esas que musicalizó Siete Catorce, pero también Santos o Los Macuanos;

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e) que conforme vas cayendo --¿voy?-- la atmósfera va poniéndose cada vez más fúnebre, pero curiosamente, las ganas de mover la cabeza acompañando el ritmo nunca se detienen,

f) que la portada de Pecco, aunque no tiene el movimiento que amamos de sus gif's, capturó a la perfección el espíritu incendiario de los ritmos encerrados en esos seis temas (¡adiós palmeras!, la cumbia y demás alusiones sonoras al trópico cobrarán tintes vandálicos);

g) que tienes la impresión de que Siete Catorce capturó en este EP el espíritu de la época: es violento sin hacer daño mientras lo escuchas, es un grito de denuncia sin ponerse insoportablemente militante o activista, es desolador sin dejarnos con ganas de abandonarlo todo: tiene todo para volverse fundamental en cualquier historia que registre los momentos en que la música nacional se volvió global;

y h) que voy a poner play de nueva cuenta, la octava de este día, porque no quiero dejar de caer…