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Música

Regresa Lulú Jam: el desprejuicio del pop

La banda de electro pop más antigua y under de Chile vuelve a las pistas de baile.

La banda de electro pop más antigua y under de Chile vuelve a las pistas de baile con un sonido fresco, chispeante y lúcido. Estrenamos en exclusiva para Noisey su nuevo video clip “Amor de verano”.

“Siempre nos hemos sentido medio hermanados con Miranda! Con Dani Umpi, Belanova, La Prohibida y María Daniela”dice Sofía Oportot –cerebro creativo de Lulú Jam y la única integrante que ha permanecido a los cambios de formación durante sus más de 13 años de trayectoria.

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Antes de Lulú Jam tuve un grupo de performance que se llamaba ‘Canción de Amor Desea Verle’. Luego de ese proyecto me quedé con ganas de hacer cosas en lo musical y conocí a Daniel Vigliensoni (productor y ex – Lucybell) y a Pía Cichero. Con ellos inventamos esta idea de hacer un grupo más escénico, coreográfico-vocal, porque eso no se estaba haciendo en Chile y el formato era entretenido, fácil de llevar.

¿Cómo se dio el paso de la performance al pop?

Fue súper natural porque la performance era muy popular, se apropiaba de todos los elementos de la cultura pop y los mezclaba. En ese tiempo, yo trabajaba en un grupo de baile en el canal Chilevisión que se llamaba “Cuerpo de Baile Maniquí” y Pía trabajaba en el programa (juvenil) Mekano, entonces bailar venía con nosotras.

¿Cómo les fue con su primer disco “Corazón Caliente”?

Siento que nos fue bien porque aunque no tuvimos un reventón, toda la gente que nos tenía que conocer, nos conoció. Pasamos desde no tener seguidores, a que de repente se creara un nicho. Fuimos un producto nuevo, totalmente inédito en la escena local. Primero los medios reaccionaron con ene expectación, después con la típica reticencia que se tiene hacia lo pop, hacia lo plástico; una especie de sospecha a todo esto que es artificial. Acá, en Chile, como que el rock es lo verdadero, lo genuino, el arte de la denuncia y Lulú Jam sería todo lo contrario, una propuesta más lúdica, más de colores. En ese sentido, el público se dividió y pasó una cosa bien decidora: comenzaron a escucharnos niños de 4 años para arriba y mucho publico gay. Me encontraba con vecinos de mi edificio y me decían: “mi hija de 4 años canta “Chocolate Bom” … jajaja.

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Además estuvimos nominados a mejor grupo revelación en MTV con este disco. Fue un momento lindo, porque onda, nadie es profeta en su tierra; pero fue importante a un nivel más masivo, como es el pop mundial o latinoamericano, donde Lulú Jam sí tuvo una cabida y un reconocimiento. Lo mismo pasó cuando viajamos a Corea. Ese viaje se gestó porque había un canal de televisión que hizo una especie de festival internacional que buscaba artistas que estuvieran haciendo carrera afuera de Corea. Investigaron a la Nara (Back) que estaba apareciendo en los medios acá en Chile; onda una coreana haciendo pop en el fin del mundo. Fuimos para allá con todos los honores y fue máximo, porque uno lucha, lucha tanto en esta cuestión de la música, y a veces tiene ciertas retribuciones como ésta.

¿Cómo se ha manifestado, en la trayectoria, ese prejuicio hacia lo pop?

Por ejemplo, yo creo que Lulú Jam nunca va a estar en Lollapalooza, cachai? Como en ese tipo de cosas. Nosotros hemos tocado en todo tipo de lugares, desde el Paseo Ahumada con Américo, hasta en grandes marchas de la Diversidad y la No Discriminación, pero también en recitales con grupos de rock y los músicos han sido súper respetuosos. Pero parece que la gente nos mira porque no tenemos instrumentos y piensan “ellos no son músicos de verdad”, y si es así, ni cagando nos van a meter en estos eventos más grandes. Quizá haya faltado subirnos a un carro más comercial, pero bueno: todas nuestras cartas están puestas en el proyecto, porque de aquí para adelante, vamos para arriba. Queremos que nos conozca más gente y que nuestra música la toquen en la radio.

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¿A qué respondió el cambio el cambio de formación?

Lo que primero pasó es que se fue la Pía del grupo porque ese año ya estaba animando el programa Mekano, terminando su carrera y estaba muy pillada de tiempo, cosa que es un problema, porque si tienes una banda que son tres y todo el tiempo están solamente dos, comienza a cojear el asunto. Así que comenzamos a buscar a alguien que pudiera tomar su lugar y dentro de la misma escena del electro pop estaba la Nara que tenia su proyecto anish. Era conocida nuestra, nos gustaba su imagen, pero a pesar de eso hicimos un casting. Igual ella era la mejor. Era como salir a buscar la flor de siete colores y tenerla en el patio de tu casa. Pasó un proceso similar con el Taka pero la diferencia fue que él estaba con el rollo de que se casó, tenía una familia y era un problema, por ejemplo, tener shows los día domingo, salir a regiones; a veces uno ganaba y a veces no ganaba nada. Entonces ahí metimos a Jaime Zapata que era similar y nos había taloneado antes. Fue algo súper bueno porque tiene un oído afinado innato. Pero antes de que ingresar ambos, estábamos ya componiendo el disco “Suban el Volumen” así que fue lindo llevar adelante ese trabajo en el que Taka puso muchas cosas, fue como un regalo con el que se despidió de nosotros. Ahora mirándolo con el tiempo veo que ese disco fue un poco mas melancólico, más confesional, romántico; un poco menos fiestero, menos house… a diferencia del primer disco que sonaba mucho más tecno-house porque Gabriel era muy fanático de eso. Con la mano de Ignacio Redard y con esta idea melódica el disco resulto más maduro, pero a la vez perdió un poco de chispa. Y eso fue lo que decidí recuperar: esa típica cosa de cuando uno hace las cosas por primera vez, la ingenuidad o capacidad de sorprenderse. No pensarla tanto.

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En ese sentido, ¿cual ha sido la influencia de personas como Gabriel Vigliensoni e Ignacio Redard en la trayectoria de ustedes?

Lo que pasa es que nosotros no somos productores de música electrónica. Yo solamente compongo melodías y voces, entonces los chiquillos han puesto todas las bases. Han sido fundamentales; es como la mitad de la cosa. De hecho, por parte de derechos y todo, así se divide la torta. Pero también va mas allá de eso, son un apañe emocional cuando uno está flaqueando.

¿Qué es lo que has cuidado o has querido que permanezca intacto en el grupo?

Creo que Lulú Jam tiene una identidad muy propia y esa identidad se relaciona con ser desprejuiciados a la hora de hacer lo que hacemos. Siempre priorizamos ser un grupo pop y el pop lo permite todo. El pop puede ser muy caprichoso y abrir un amplio espectro para moverte en muchos espacios. No hemos tenido vergüenza, así que Lulú Jam ha sido una excusa para entretenernos, para dar rienda suelta a nuestras emociones, para darnos permisos a ser románticos o para hacer canciones netamente hedonistas, bailables, entretenidas.

¿A qué cosas le has tenido que decir que no?

Por ejemplo, un día a nuestro manager se le puso entre ceja y ceja que teníamos que tener una banda de apoyo y nosotros dijimos que si, que estaba bien. Comenzamos a ensayar y hubo un momento en que me comenzó a molestar que hubiera batería, porque ponía muy rockero al grupo y se comía los otros instrumentos. Así que después de una tocata le tuve que decir al baterista –con quién ya había un cariño de por medio- onda, no eres tú, es tu batería. Se lo dije y lo entendió perfectamente. Si tampoco nadie se va a hacer millonario ni famoso por ser parte de un grupo. No hay que creerse tanto el cuento.

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En algún momento dijiste que había tomado 10 años para que la gente entendiera el concepto de Lulú Jam…

Si, antes era como ¿qué es este bicho raro? ¿de donde salió? Ahora, por lo menos, se sembró un precedente y a la gente le suena Lulú Jam; además cachan que hay otras bandas de pop coreano, más coreográfico, lo mismo que el electro pop. Hace 10 años era una moda, pero ahora es un estilo más.

¿Ser icono gay y precursores del electro pop, les ha significado costos?

Yo creo que puras buenas cosas, las cosas malas no me interesan. Por lo que uno haga siempre te van a criticar, así que más que nada dedito para arriba. Si una persona demasiado machocore –como yo le digo- o demasiado apegado a lo heteronormativo quiere criticarnos, en realidad… a mi tampoco me dan ganas que esa persona me aprecie. Una cosa brígida pasó una vez cuando fuimos a tocar a La Batuta, que antiguamente era un lugar súper homofóbico. Terminamos de tocar y justo ponen una canción que dice “Mataría al maricón y qué quieres hijo de puta…” puede que lo hayan puesto a apropósito. Igual yo lo veo medio chistoso aunque puede haber sido medio violento. Sobretodo para Taka que todo el mundo le dacia “chino maricón” por como se vestía, por estar en el grupo; y no era ni gay ni chino, era japonés.

¿Cómo se dio el volver este 2015? Porque parece que están volviendo desde el año pasado…

Claro, es que la cosa a veces cuesta. Todo está hecho a pulso. Un día dije “¿qué es lo que quiero hacer ahora?” y la respuesta era volver con Lulú Jam; que el tercer disco que estaba en carpeta hace dos años se concretara. Y unimos fuerzas, horas de trabajo, favores de por medio y lo estamos sacando adelante. Así es como uno aparece gente como el Pedro Quintana y el Matías Hernán, con quienes había hecho colaboraciones como modelo y lograron estas súper fotos.

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Y en términos generales ¿qué pueden esperar del disco, los fans?

Siento que por un lado es bien ecléctico. Como es un disco que se demoró en ser cocinado tiene un poco de todo. Hay canciones de amor, de fiesta, de entretención y sentimiento. Pero tiene varias sorpresas, desde música más reggaeton o latina hasta baladas súper lindas y electrónicas. Además tenemos la colaboración de La Entropica y de María Daniela. El disco se llama “Temporada Alta”, es el titulo de una de las canciones y también era un concepto que veníamos trabajando con los chicos. Todo bien veraniego, bien fresco, bien como temporada donde ocurren muchas cosas. Una temporada de harto trabajo también, de alto contacto y de todo lo que va para arriba.

En el single “Bonsai” se escucha un ‘vamos a quebrarlo todo’: ¿qué es lo que van a quebrar?

El vidrio del enfriamiento de la gente que se estaba olvidando que existíamos. Volveremos a ser referente para la música chilena, desde el ser genuinos. Quebrar es quebrar esquemas al final, lo que a mucha gente le molesta; pero otra simplemente te ama por eso, por atreverte a hacer algo y que no te importe el qué dirán, por ir a todas.

¿Cómo fue el proceso de creación y producción del segundo single “Coleccionista”?

Yo escribí la letra y trabajamos con La Entropica con quién ya veníamos colaborando desde antes. Trabajar con ella es un honor, el proceso fue muy fluido. Inventé una melodía y después le fui calzando una especie de fraseo que rima, es como una especie de poesía. Mi leitmotiv, que en este caso era ‘coleccionista de corazones’. Que puede ser, por ejemplo, que a mi me gusta una persona, pero esa persona quiere mi corazón para coleccionarlo; pero ¿como digo eso de una manera menos obvia, no? Por ahí va. Es un ejercicio, es un momento para jugar también.

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Este tercer disco es autogestionado ¿cómo ha sido este proceso a diferencia de los otros que habían tenido un sello o alguien detrás?

Súper diferente, porque es hacer las cuestiones a pulso; es como aprender a hacer algo, que antes lo hacía otra persona y ahora uno lo hace sola. Es como una posibilidad gigante de aprender y poner a prueba lo que uno vivió en todos estos años.

¿Cuánto tiempo pasó desde el último disco hasta éste?

El último disco fue el 2008. Harto tiempo poh, 7 años. La Nara estuvo terminando su carrera, Jaime también estaba en la universidad. Yo hice un disco solista doble primero, que eran dos discos, cada uno de 8 temas por lado (lado A, lado B). Luego hicimos el tributo a Jeanette, que fue mi manera de descansar y además de hacer un homenaje a la música en español en general. Luego de esos tres discos hicimos de un flachazo, uno que se llama “Hijo único” con Dani Umpi e Ignacio Redard. Y el público cambió, ahora abarcamos desde la gente treintañera, hasta gente nueva: chicos de 20 años y unos nuevos que van a venir. Nos van a comenzar a escuchar desde los 14 años o algo así.

Pero vamos a lo que nos convoca ¿cómo se gestó el video de “Amor de verano”?

Bueno, lo hizo Roberto Doveris. Le explicamos que queríamos algo muy veraniego y que reflejara lo que era temporada alta. Veníamos con unas ideas preconcebidas y teníamos un montón de referentes para cachar por donde venía la mano. Nosotros hicimos la dirección de arte y armamos un pequeño equipo para trabajar con Roberto. Lo conozco de hace mucho tiempo, entonces ya sabía que iba a resultar filete.

Sigue a Andrea Ocampo en Twitter: @andreiii