Queer punk: Combatiendo la homofobia a gritos

Locas, maricas, machorras, lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, heterocuriosos, heterosexuales, no importa: En el slam no hay diferencias. El problema es que a muchas personas se les olvida. Un absurdo, ya que todo este desmadre se creó para destruir esos moldes y darle a toda esa gente inadaptada, desencajada y extraña, un espacio de expresión libre. Desde los inicios del rock han existido artistas que rompen los roles de género y se la han jugado para poder borrar esas líneas que dicen cómo ser hombre o mujer.

Grupos como The New York Dolls que en 1971 salían al escenario travestidos y llenos de maquillaje para tocar su rock salvaje, lo que fue un pilar del punk. O cantantes como David Bowie, que con su apariencia andrógina nos enamoró a todos y a todas. O Rob Halford, vocalista de Judas Priest, uno de los dioses más imponentes del metal, quien es abiertamente homosexual y gracias a él y su gusto por el masoquismo, el cuero es básico en la vestimenta metalera. Artistas que rompieron los moldes con sus propuestas. De alguna forma, estos personajes se enmarcaron en lo queer, que busca ir más allá de las clasificaciones normales de género, rompe la concepción de que en esta vida solo se puede ser hombre o mujer, y celebra todas las formas de ser.

Pero a pesar de todo, la homofobia y el machismo son cosas comunes dentro del rock —y en general dentro de nuestra sociedad ultra conservadora. Ser el más grande, el más rudo, el alfa, el tipo que huele más mal que todos y es capaz de darle en la jeta al que sea, es común en el imaginario rockero. Lo cual significa que todo lo que no emane testosterona debe ser degradado y humillado. En contra posición a todo este espíritu simiesco, han aparecido bandas que se alzan contra los prejuicios y con su música y sus letras se paran frente a toda esa carga homofóbica y dicen: “locas y orgullosas hijas de su chingada madre”.

El queer punk y el queercore son dos movimientos que siempre han formando parte del rock underground. Estas bandas agresivas y transgresoras son un frente de lucha que busca destruir todos los prejuicios y las etiquetas para simplemente celebrar la diversidad.

Aquí les tenemos una lista de bandas anti homofobia para que se animen al slam con un tutú y dejen tanta mamada (metafórica) atrás.

Ruido molesto, maricón, distorsionado, pesado, oscuro y mal logrado. Así se describe este dúo originario de Bogotá cuyo mensaje es: “Si eres maricón, pelea”. Esta banda solo tiene bajo, batería y algunos sonidos experimentales, y con toda la fuerza de su bulla le dan una patada en las bolas a la homofobia.

Hardcore en pantaloncillos cortos cantado por tipos peludos que pelean por los derechos LGBTI. Qué más quieren: Limp Wrist es pura fiesta dura y desafiante. El propio slam arco iris.

Los Crudos son una banda de culto del anarco punk gringo que estaba compuesta por latinos radicados del otro lado. Su contenido es altamente político y uno de sus mayores frentes de lucha es la defensa de los homosexuales y el orgullo latino.

Punk duro, sucio, pesado, socialista y homosexual. The Dicks le dio al punk estadounidense un tono contestatario especial que le puso los pelos de punta a los seguidores de Reagan.

“Emancipación sexual” grita esta banda de crust, la segunda bogotana en esta lista. Un canto a favor de la rebeldía de la mente y el cuerpo que nos invita a gritar: “todos y todas contra la homofobia”.

Esta es una banda que nació por la frustración que sus miembros sentían al ver la falta de músicos gays en la escena punk de San Francisco. Una de las motivaciones de este grupo era romper los estereotipos que se tienen de los homosexuales con la música. Sobre todo los relacionados con la música disco.

Desde Bello Antioquia, hardcore crust veloz y agresivo para gritarle a los homofóbicos que su odio irracional nace del pequeño homosexual que llevan dentro y lo mejor es dejarlo salir.

Activismo lésbico feminista al ritmo del new wave y los sintetizadores. No hay escusa para no bailar.

Androginismo electrónico hecho con sintetizadores ruidosos y guitarras muy distorsionadas. Puro sabor.