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Música

¿Qué pasó con el Pop en 2014?

¿Les parece casual que este año las estrellas de pop más grandes se levantaron como militantes y máximas exponentes del neofeminismo? Nah…

Imagen cortesía de Beyoncé.

Los músicos se vaciaron cubetas de hielo en la cabeza, publicaron selfies de sus culos, se quejaron de que no era penal y hablaron de resignificar el feminismo. No fueron mucho más lejos de eso. Tal vez algunos hicieron negocios, otros consiguieron chamba y alguien en especial se puso a matar animales. Pero no pasó mucho más. Y aunque podamos reducir estos doce meses a siete enunciados tontos, estos personajes fueron dueños de nuestras vidas por muchas horas. No hay que restarle importancia a eso. Todas estas cosas son síntomas banales de otros asuntos más trascendentales. ¿Les parece casual que este año todo el mundo se pusiera a enseñar las nalgas al mismo tiempo en el que las estrellas de pop más grandes se levantaron como militantes y máximas exponentes del neofeminismo? Nah… my anaconda don’t want none unless you got buns, hun.

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Nadie sabe qué significa el feminismo en el 2014. Todavía es una palabra que no tiene credibilidad en este siglo porque hombres y mujeres de otros tiempos han desgastado el término hasta desaparecerlo. Las feministas baratas lo usaron de pretexto para justificar sus propias inseguridades personales, y la idea se convirtió en un mal concepto con un olor parecido a las axilas de un muerto. Es muy extraño que donde se empezó a cuestionar el papel del feminismo a estas alturas del partido haya sido en el sector poblacional más frívolo de la cultura: El pop.

Shakira y Rihanna se acercaron pero no le dieron al clavo. Hay que darles algo de crédito por intuir que el tema del 2014 iba a ser (la parte de atrás de) la mujer. Pero nada más. Acariciarse las piernas mutuamente es escandaloso (si vives en el siglo dieciséis) pero no significa nada. Unos días después ya se nos había olvidado a todos que se acostaron a fumar puros en una cama. Finalmente, la música de la fase dos de Shakira (porque su versión beta era buenísima) en su mayoría es muy plana y a nadie le provoca nada.

J-Lo se adelantó unos meses cuando sacó el video de “I Luh Ya Papi”, donde se dedicó explícitamente a cosificar a los hombres. Eso fue un poco duro de ver. No sólo hizo un video muy a la “Big Pimpin”, sino tuvo que tomarse un minuto entero de los cinco que dura el video para explicar que en el rap siempre cosifican a las mujeres y que por primera vez J-Lo debería de hacer lo mismo con los hombres. Entonces, en lugar de llenar su casa, su alberca y su yate de tipos en calzones hechos unos culos, tuvo que advertirle a todo el mundo que lo va a hacer. ¿Por qué? Porque había que validarlo de una manera idealista para que esta “idea revolucionaria” no quedara reducida solamente al curso natural de una estética visual a la que nos tienen acostumbrados desde 1998, pero empezamos a hablar de ello en 2013 y, al parecer, lo exacerbamos en el 2014. Fue un buen comienzo, pero se quedó en un grandísimo “meh…” no porque yo sea una Feminazi, sino porque esa manera ñoña de empoderar a la mujer la propusieron las Spice Girls en 1994 con una envoltura que llevaba un peace & love y el lema de Girl Power. Cuando tenía 6 años, eso me voló la cabeza. J-lo, llegaste 20 años tarde.

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Meses después, Beyoncé trajo el tema a la mesa. Bueno, a las pantallas. Su presentación en los VMA’s (esos VMA’s en los que no se habló de otra cosa que de los traseros de las señoras) definitivamente se impuso ante todo lo que (de una manera muy infantil) había planteado J-Lo antes. No se limitó a trepar pieles al escenario. Para nada. A diferencia de todas las Miley Cyrus del mundo, y a pesar de que su apellido indica exactamente lo contrario, Beyoncé se la sabe. Por supuesto que movió ese culo como nadie ha movido el culo en la televisión. Pero el feminismo nada tiene que ver con la esterilidad frígida de las mujeres amargadas. Beyoncé fue elegante, sensible, imponente y sensual. Todo eso al mismo tiempo. Una mujer completa. No una putita corriente e intercambiable. Su set pasó de hablar del matrimonio, al sexo, le dio peso a la violencia y cerró con una canción de amor fraternal a su hija, y lloró. Eso es una mujer. Una de las chidas. Cuando terminó todo eso, Jay–Z, su esposo, uno de los tipos que han representado al hip hop en el mundo durante los últimos 20 años, con su hija en brazos, le entregó el Michael Jackson Video Award. Nadie sabe qué es eso. Y a nadie le importa. Ni a ella misma. Bravo Beyoncé.

Kevin Winter/Getty Images

Carajo, me encantaría omitir el momento de hablar sobre Taylor Swift porque me voy a poner a insultar. Y ahora me regañan cuando digo leperadas injustificadamente. Pero estoy segura de que las cochinadas que voy a decir a continuación tiene una justificación. Perdónenme si me pongo violenta. Ojalá Disney Channel la hubiera abortado antes de desencadenar este desastre. Cuando se trata de decir cualquier cosa, este esperpento completamente estéril se pone a hacer sus payasadas porque no tiene nada qué decir. Me da mucho asco que a los hombres les atraiga esa cosa que no parece hombre ni mujer ni nada. Me causa repulsión porque respalda a los pedófilos del mundo. Le da un carácter sexual a algo completamente infecundo e inocente. Taylor Swift no aportó nada al debate que se desencadenó en el pop este 2014, solamente se colgó del tema que estaba vigente. Maldita sanguijuela. Saca toda tu música de Spotify, no vales la pena.

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J-Lo volvió a intentarlo de manera literal, esta vez escoltada por Iggy Azalia, otro gran estandarte del culo. La canción se llamaba “Booty”. Claramente J-Lo no entendió nada el 2014. Por eso vamos a pasar rápidamente a hablar de una tipa igual de brillante que Beyoncé, pero completamente opuesta. Por supuesto que estoy hablando de Nicki Minaj. Una perra bien atascada. Minaj logró traducir lo pornográfico y grotesco que es este mundo a una estética pop igual de violenta y abrumadora que la publicidad y la comida chatarra. Esa cantidad de nalgas pueden salir rebotando en la tele sin censura porque la realidad cotidiana es así de explícita. Todos los días podemos ver transmisiones en vivo de masacres simultaneas. Abrimos múltiples paginas de internet en las que vemos una cantidad excesiva de cosas al mismo tiempo. Nicki Minaj habla igual de claro que las rimas más honestas del hip hop más crudo. Si querían igualdad, no hay nada más equitativo que asfixiar a Drake con tremendo trasero y luego rapear sobre nunca haberse cogido a Drake o a Lil Wayne, pero si lo hiciera sería con los dos a la vez y se tendrían que comer su culo como si fuera un cupcake. Perdóname, Kardashian. Minaj rompió el internet primero.

A pesar de todos los comentarios que se hicieron respecto al culo y al feminismo. Cada una de estas mujeres (todas menos Estéril Swift) hicieron sus apuntes y contribuyeron con la discusión del tema, obligaron a los medios a especular y reflexionar al respecto, enseñaron a las niñitas que el trasero es un arma, y enfocaron la atención del mundo en sus traseros. Eso es poder. Miley Cyrus desencadenó, de una manera muy barata, un año de discusión incesante sobre la cosificación de la mujer. Desafortunadamente alguien tenía que hacer encabronar a todos para obligarnos a pensar.

Raquel no es feminista, y no tiene el culo grande, pero tiene Twitter: @salvenseustedes