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Música

Así es ser DJ en una orgía

Si quieres escuchar el house más suave y los mejores remixes de principios de los dosmiles, entonces una orgía secreta en Nueva York es a donde te tienes que dirigir.

Imagen por Rob Dobi

“Ooooh sí.” DJ Kev.Kruz me da una sutil sonrisa mientras alza dos dedos y contesta a mi aseveración de que me late cualquier tipo de botana fiestera. "Apuesto a que te gusta la comida de dedos."

Me río tímidamente mientras el DJ de unos cuarenta y tantos años con cara de bebé y un concierto próximo en el Chemistry de Nueva York—la “fiesta casera/sexual errante”—escupe insinuaciones a lo largo de nuestra reunión prefiesta en el apropiadamente (o inapropiadamente) bar llamado Cock & Bull. Pero debería haber esperado esto: Chemistry es la fiesta sexual de Nueva York por excelencia, dedicada a crear un ambiente relajado y “sin pretensiones” para hacer lo más sucio con tus vecinos, y Kev es el responsable de poner la banda sonora del evento. Su trabajo es entregar un playlist que vaya desde el dance para calentar el lugar hasta la música de adultos contemporáneos que moje calzoncillos, evitando a toda costa las canciones cursis y con palabras sucias que la mayoría de las playlists “sensuales” suelen tener.

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“Se trata de todos los elementos de Chemistry juntándose en un sólo espacio”, explica. “Es el tipo de cosa que te pone extático. Es el tipo de cosa que te hace liberarte, así que cuando lo llevas al nivel de una relación sexual es justo como lo último… es un nivel todavía mayor de liberación”. Kev sonríe maliciosamente, agregando, “Mientras entienda el pulso del cuarto y de alguna forma los guíe a todos en un viaje en cuanto al ritmo y el tono, puede ser bastante especial”.

¿Entonces qué garantiza una noche de éxtasis, y qué hace que una playlist hecha para mojar los calzones cumpla sus expectativas? De acuerdo con Kev, es más que simplemente pasar de un álbum de Prince al otro. Parecido a cómo el ser un buen amante depende de cómo lees las señales del cuerpo de tu pareja y presionas los botones correspondientes, ser DJ en una orgía requiere sentir el cuarto y la gente en él. Eso es más fácil en un ambiente como el de Chemistry, donde la gente viene a perderse en un aura de placer hedonístico alejado de la realidad, y todo eso es facilitado por el entretenimiento del lugar, los disfraces y las decoraciones brillantes que reflejan el tema general del evento. Pero Kev también ha pasado mucho tiempo pensando en esta pregunta.

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Él explica que la estructura de cada set para una fiesta sexual es la misma, e incluye una introducción que sube el ritmo, un clímax, y un final que crea un crescendo que con suerte irá al parejo con el ritmo sexual de todo el cuarto. Los componentes de una lista de reproducción exitosa dependen de una multitud de factores, desde qué hora de la noche es a cuánta gente hay en la pista, a cuál es la decoración. Hay mucha improvisación, pero Kev también responde mi pregunta acerca de si hay una ciencia para lo que funciona y lo que no con un entusiasta “SÍ”, insistiendo en que hay años de investigación y estudio determinando que “tú quieres tener sexo con ésta canción”.

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“Un Doctorado en Soundtracks para Hacer el Amor”, bromea. “Mi compañía se llama Lucid Dreams Soundtrack Music, entonces siempre estoy pensando en mi música como el fondo para esa cosa más grande que tú estás viviendo. Después de todo, ¿qué es mejor que un cuarto lleno de gente teniendo sexo?”.

Para responder ésta pregunta, fui al “Baile Invernal” de Chemistry para ver si la lista de reproducción de Kev y sus consejos podían llegar a las notas altas (G, presumiblemente), y si los ritmos empujarían y las armonías múltiples te llevarían a donde te tienen que llevar, como él asegura lograr. ¿Sería el ambiente una cachetada, como cuando giré en una esquina y me topé de frente con el pecho desnudo de una mujer, o sería un bajón total, como cuando me senté a comer en una esquina y vi a un grupo de personas sentadas en una máquina vibradora gigante?

Mientras paseaba por la fiesta haciéndome estas preguntas, traté de sentir cuáles eran las canciones que facilitaban el acercarte a alguien, cuáles hacían posible que alguien se desnudara, y cuáles hacían que el pubis de los presentes se pusiera a trabajar. Una de las cosas que noté fue que al parecer había un extraño incremento en la energía del lugar cada que un remix de alguna canción pop de los 2000 sonaba, haciendo que todo se sintiera como una fiesta de secundaria. También era un "baile", y hubo un cierto tipo de música que tuve que haber evitado, porque todas las insinuaciones vinieron de tipos calvos en trajes a quienes les negué la dicha de acercarse más con el viejo pretexto de la “objetividad periodística”. Uno de los regulares que se me acercó era lindo, y me dijo que debería de seguirlo al “área de juegos”, a la que aparentemente no puedes entrar sin una pareja. Acepté—con fines periodísticos, claro. Resultó ser un cuarto de peluche, lleno de sillones con montones de traseros saltando y posiciones semejantes a pretzels. Con R&B de principios de los dosmiles sonando afuera, opacado por la decoración de terciopelo, el cuarto parecía el lugar para hacerlo bajo y lento, como olla de baja presión, especialmente comparado con la zona de baile de high energy que había afuera.

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De regreso en la zona principal, el ambiente era más de caos que de sensualidad tántrica. Junto a la máquina vibradora, las principales actividades que encontré mientras me sentaba fueron a un hombre que estaba lamiendo los pies de una mujer y a una mujer disfrazada de maestra sexy que se inclinaba para hacer un striptease al ritmo de lo que sonaba como una vieja canción de CeCe Rogers. Ah, y una mujer estaba siendo dedeada al mismo tiempo por varios hombres a 20 centímetros de mi cara.

Pero bueno, una vez más, ¿que esperaba más allá de lo inesperado al entrar a una fiesta sexual secreta? Lo que sea que Kev estuviera haciendo, creo que estaba funcionando—aunque, para ser justos, es difícil imaginarse que haya algo que prenda más a las personas que de por sí ya están ahí esperando salir bien cogidos. La gente seguramente encontrará alguna forma de tocarse el uno al otro, pero resulta que fiestas como Chemistry—a los ojos de Kev, al menos—son la mejor forma de seguir escuchando playlists con house suave mezclado con disco y edits de la vieja escuela.

"Nueva York ya no es Nueva York. No es el mismo tipo de ambiente con el que la gente soñaba", me dijo un poco más temprano. “Los foros están cerrando, entonces siempre estoy buscando un lugar para tocar”. Entonces, después de leer un artículo acerca de Chemistry, el cual etiquetaba su selección musical como “house con alma”, Kev estaba intrigado, especialmente porque ya había ido a alguna reunión así antes y le encantaba la idea de una “fiesta sexual con house con alma”.

"Creo que les mandé un mail que decía algo como, ‘No estoy ofendido’", recuerda. "’En realidad estoy bastante emocionado con el asunto, así que ¿considerarían tenerme como su DJ?' Y me invitaron no mucho tiempo después de eso para venir a tocar". Le pregunté si tiene permitido “tocar” en múltiples sentidos—es decir, si puede participar en el evento una vez que terminó su set. Contestó con un burlón “claro”, añadiendo que en realidad eso nunca ha pasado en Chemistry porque necesita “salirse del modo de trabajo y entrar en el modo fiesta para que cualquier cosa loca en realidad suceda”.

“Pero sí tengo otras fantasías como DJ”, dice Kev guiñando un ojo mientras pretende que gira su deck. “Me gustaría que me la chupen. ‘¿Podría alguien hacerme una mamada mientras estoy aquí arriba?’ Debería platicar de eso con Kenny Blunt [el organizador de Chemistry] acerca de eso… como, güey, manda a alguien para acá ahora mismo”.

Me río y le digo que estoy de acuerdo en que eso sería lo mínimo que debería de recibir a cambio de sus servicios—un componente esencial para poner el ambiente que garantizará que cojas esa noche. Después de todo, Kev insiste que si haces el dulce, dulce amor con una de sus listas de reproducción, “explotarás”. Hace énfasis en su declaración con un ligero movimiento de cejas mientras se lame los dedos llenos de bleu cheese y salsa BBQ: “No necesitas baterías”.

Sandra Song es una escritora que vive en Brooklyn. Síguela en Twitter.