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Música

Paul Marmota: P3RR30 P4R4 3L 35P1R1TU

Pero Marmota transformó con malicia un género habitualmente asociado a la carne y sus placeres en himnos al espíritu, desprovistos de palabras y con abundantes alusiones a una épica de videojuego.

Hace unos días, mientras todos bailábamos en ese bar subterráneo del Centro del DF que comienza a decir adiós a sus mejores épocas para dar paso a los parís de noche, las camisas desabotonadas y la coca de mala calidad, se me ocurrió combinar el baile con la inspección ocular. Sin dejar de moverme al ritmo de Siete Catorce ni de platicar con los amigos, me descubrí de pronto concentrado en las "mejoras": herrería antigua pintada inexplicablemente de blanco, luces en busca de atmósferas de club pero que se quedaban en remedos de reflectores policiales y, de pronto, un resplandor en el techo… Eran pantallas. ¿Cuatro? ¿Seis? Varios pares de pantallas planas se transformaban intermitentemente de quemacocos a respiraderos del metro, de domos en espejos de motel.

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Y el mal viaje amenazaba con presentarse cuando llegó la salvación: una especie de naturaleza muerta formada de pixeles llenó las pantallas. ¿Era la portada del nuevo material del chileno Paul Marmota? Estuve unos segundos tratando de distinguir si lo era. Esa noche no tocaba Paul Marmota y N.A.A.F.I. no se encargaba de las atmósferas. Pero unos días antes, sí lo hizo; pensé entonces que quizá habían dejado los visuales en el lugar. Poquito después decidí que no importaba si se trataba de las plantas de Héctor Llanquín, otro chileno con base de operaciones en México. Si lo era, me parecía una genialidad que hubieran decidido descontextualizarlas y ponerlas como "adorno", en diálogo estético con las otras mejoras del bar. Si no lo era, lo difícil iba a saber de dónde habían sacado visuales capaces de estimular el mismo desconcierto que provoca mucho del trabajo visual de Llanquín. Al final, lo vi solo una señal, un luminoso recordatorio venido del techo de que tenía pendiente escribir sobre "Nueva", de Paul Marmota.

Fue una coincidencia insuperable, prácticamente una sincronicidad, porque ya planeaba abordar la reciente adición al catálogo de N.A.A.F.I. por el arte, que no solo funciona como magnífico caramelo visual (estridente, acidulado) a lo que escucharemos en esos seis tracks, sino que dialoga espléndidamente con las exploraciones de Paul Marmota de un género tan vilipendiado como el reggaetón. Cuando llegó a mi correo el link con este disco, venía acompañado por una escueta descripción que leí primero como una broma: "un álbum de reggaetón espiritual de Paul Marmota". Era una broma solo en parte. Están ahí esos ritmos que para muchos son invitaciones al perreo imposibles de rechazar, pero el chileno avecindado en México los ha limpiado de ruido, del blablablá, de la zafiedad, no con ánimos censores o fariseos, sino para permitirse/permitirnos descubrir en esa música una posible vía de acceso al éxtasis místico.

Y decía que las palmeras, helechos y demás vegetación de la pieza de Llanquín (y que se inscriben además en sus exploraciones de los errores y los límites de los medios digitales) era la correspondencia visual perfecta para esta nueva entrega de temas de Paul Marmota porque ambos consiguieron, cada uno con sus propias herramientas, invocar al espíritu que vive en sus respectivas máquinas para obligarlo a mover las caderas (o lo que tengan en lugar de caderas ahí en medio de todo el cablerío). Paul Marmota se une así a la genealogía de otros proyectos chilenos que han explorado la posibilidad de construir música de raíces latinas con resonancias sintéticas: desde Jorge González vía Gonzalo Martínez y las Congas Pensantes a Vicente Sanfuentes y el chileno por adopción Uwe Schmidt, mediante proyectos como Original Hamster, Los Sampler's o Surtek Colective, con el que se atrevieron, allá por 2005, a combinar reggaeton con acid house. Pero Marmota ha ido un paso más adelante: transformó con malicia un género habitualmente asociado a la carne y sus placeres en himnos al espíritu, desprovistos de palabras y con abundantes alusiones a una épica de videojuego. ¿Qué efecto tendrá en las fiestas? Tengo curiosidad.