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Música

El extraño mundo del Noise Yoga

En Seattle, la gente hace el perro boca abajo mientras escucha noise industrial.

Hay muchas cosas que encuentro insoportables de las clases de yoga: culos sudados en pants Lululemon; yuppies new age; el constante recordatorio de que tu cuerpo es una torre tambaleante de porquerías en comparación con los pretzels bebedores de té verde que te rodean. Pero tal vez lo peor de todo esto es la música que ponen mientras estás sentado ahí con la boca entreabierta, tratando de poner tu pene en tu codo: un track “oriental” de gongs estruendosos, cantos budistas y el canto de las aves (siempre con el canto de las aves).

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Y por eso la idea de hacer yoga mientras escuchas noise suena como algo increíble. Los sonidos de estática y los zumbidos del industrial sludge son —para mí y, aparentemente, para muchos otros— mucho más ideales para ponerte en un estado de profunda meditación que unos "ohms" pre-grabados. Y se está convirtiendo en algo grande —por lo menos en Seattle, Washington, donde la comunidad local del noise ha estado haciendo sesiones de yoga con presentaciones en vivo de Pink Void, Hanford, Jason E Anderson y pronto, Gabriel Saloman, de los Yellow Swans.

“Empezó como una broma con unos amigos, pero una vez que hicimos nuestra primera serie, hubo bastante interés y muy buenos comentarios por parte de la gente” dice el co-fundador Gabe Schubiner, quien es DJ de Hollow Earth Radio y estudiante de posgrado en la Universidad de Washington. Schubiner organizó su primera sesión de noise yoga en octubre de 2014, con sus compañeros locutores DJ Carly Dunn y Corporal Tofulung. Amigos de la comunidad de noise montaron unos amplis en un hermoso y antiguo edificio comunal llamado el Washington Hall, y un amigo que practica "yoga anarquista" dio la clase. Asistieron 30 personas. Desde entonces, la serie despegó y la movieron al Frye Art Museum, donde las clases son dirigidas por la instructora de yoga Emily Denton (que también toca en la banda Brought to Your By the Stickers).

Schubiner, quien se encarga el line-up, cree que los dos campos son más complementarios de lo que podrías imaginar. “El enfoque del yoga crea un muy buen ambiente para apreciar el sonido, una especie de escucha profunda”. También funciona al revés: “La música intensa crea una especie de atención plena, que puede ser muy agresivo desplazando los pensamientos”.

El noise yoga también cambia la manera en que nuestros cuerpos responden a este tipo de música. En vez de entregarse a las olas pateadoras del noise, tu corporalidad gana una entidad y el performance se vuelve como una calle de dos vías. “Muchas personas han hablado del noise como una especie de relación BDSM (dominación, sumisión y sadomasoquismo) con la audiencia, y creo que parte de eso es que el noise puede sentirse intensamente paralizador”, dice Schubiner. “Creo que tener un movimiento estructurado en este contexto es un cambio de rol”.

Por supuesto, esto también funciona al revés. Así como el yoga hace que la comunidad noise replantee su relación con la música, estos eventos están haciendo que la música noise sea más accesible a las personas que nunca comprarían un álbum de Prurient. Y quizás, sólo quizás, les hará repensar el uso de esos pants Lululemon.

Noise Yoga está en Facebook. Su próximo evento con Steve Peters se llevará a cabo en el Frye Art Museum el 30 de julio.

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