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Música

Del ‘Sistema Solar’ a ‘Basalto’: Una entrevista con Mercedes Nasta

Platicamos con Mercedes sobre cómo se fue gestando su proyecto solista, su álbum debut, ‘Basalto’, y además les dejamos unas cuantas fotos de la presentación del disco, en el Museo Tamayo.

Mercedes Nasta en la presentación de Basalto, en el Museo Tamayo. Todas las fotos por Daniel Patlán.

Desde el momento en el que se subió sobre el escenario con Disco Ruido por primera vez en el 2008, en el festival MxBeat, Mercedes Nasta fue adquiriendo una reputación por ser una de las vocalistas más originales e interesantes de la escena musical en México. Su aguda y controversial voz era completamente distinta al resto, y su presencia sobre el escenario, llena de energía y extraños bailes y disfraces, fue parte de las razones por las que la banda fue consiguiendo una gran cantidad de seguidores en sus presentaciones en directo, en festivales como el Vive Latino y el Corona Capital.

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Después de publicar Sistema Solar, el álbum debut de Disco Ruido, Mercedes y la banda se fueron separando gradualmente, y de ser la vocalista principal, ahora sólo es una colaboradora más en un roster de vocalistas que incluye a Ale Moreno, de Ruido Rosa, y a Mau García, de Costera. Sin embargo, fue justo después de haber publicado Sistema Solar que Mercedes empezó a trabajar en lo que se convertiría en su debut como solista, Basalto, el cual estrenó hace una semana en el Museo Tamayo, en una presentación íntima que además incluyó una degustación de comida inspirada por el álbum, en un platillo creado por la chef Ithaka Roddam.

Basalto es un álbum completamente distinto no sólo a lo que había hecho con Disco Ruido, sino a la música saliendo de la escena hoy en día: melodías en su mayoría tranquilas, inspiradas por una gran variedad de géneros: de la cumbia al danzón a la electrónica y el ambient, y que además suena completamente distinto en las presentaciones en vivo gracias a la banda que la acompaña.

Antes de la presentación de Basalto platicamos con Mercedes sobre cómo se fue gestando su proyecto, el álbum, y cómo percibe el futuro a corto y largo plazo. Escuchen Basalto a continuación, y lean la entrevista abajo.

NOISEY: Empecemos desde el principio: ¿cómo fue que te uniste a Disco Ruido?

Mercedes Nasta:

Yo me di cuenta que podía rapear en el 2007 haciendo poemas, que es lo que llevo haciendo toda mi vida. Y me acuerdo que los escuché en una fiesta, me gustó mucho cómo tocaban, entonces empecé a ir a bailar cada vez que tenían un show. Al final me terminé haciendo amiga de ellos y un día Peto me preguntó qué era lo que estaba haciendo —yo no tenía idea de que tenían este proyecto en versión live, esa parte nunca la había escuchado. Le conté que era intern en Harper’s Bazaar, que estaba estudiando Comunicación y que estaba empezando hacer rap, y me dijo “A ver” y tal cual, le rapeé [

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ríe

]. Después fuimos con Julián, y le dijo “Mira, ella rapea, podría ser nuestra rapera”. Fue así como me invitaron, mi primer concierto con ellos fue en el MX Beat del 2008, y yo estaba rayada, había cinco mil personas…

Me subí al escenario, y escribí sobre algunos beats que ellos ya tenían, algunas rimas, y además improvisaba en algunas partes. En ese momento yo estaba encontrando esta personalidad artística y ellos me dieron toda la libertad. Después, justo ayer estaba revisando un disco que tenía de archivos viejos y me encontré con “Hippie.mp3”, que luego fue la pista de “Mrs. Love”. Me acuerdo que en ese entonces me dijeron, “Esta es la pista, a ver si le haces un rap encima” y bueno, me encantó encontrármelo por que esa fue la primera rola que yo hice ya formalmente para ellos.

Esa rola quizá siga siendo el éxito más grande de Disco Ruido.
Sí, fue un gran éxito. Fue como todo un suceso. La pasaban en el radio todo el tiempo, la ponían en restaurantes. La verdad fue todo un happenning. Ahí logré darme cuenta que podía hacer canciones y empezó el proceso de componer Sistema Solar, que es todo un viaje, y ya… a partir de ahí empecé a componer casi diario. Me encanta.

Qué pasó después. ¿Seguiste con Disco Ruido? ¿Cómo empezaste a componer para tu proyecto solista?
Sí, por ejemplo “Magnetic Pluto”, que es una de las canciones de Sistema Solar, es del tipo de cosas que yo empecé hacer desde los cinco años, que eran algo así como lullabies, y luego decidí convertirlas en mi proyecto solista. Me acuerdo que esa canción la pensaba como esta otra cosa. Al final terminé enseñandosela a Julián y se convirtió en una canción de Disco Ruido, pero yo ya tenía ese bicho de hacer mi proyecto aparte. Algo más femenino, más low tempo, más tranquilo, menos electrónico.

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¿Cuando fue que pensaste que querías hacer algo por tu cuenta?
Casi a la par, había muchas canciones que yo quería hacer pero que no funcionaban con lo que Disco Ruido traía. Pero como no tenía muchas habilidades de componer, más allá de grabarme con un teléfono, que en ese entonces —hace siete años— eran muy precarios, las grabaciones eran muy malas, entonces siempre terminaba acudiendo con Julián para que me ayudara con las rolas. Así fue como salió Sistema Solar, que le fue increíble, y luego comenzamos hacer otro disco que se llamaba, bueno, yo le había puesto, Edad Media, pero justo a la mitad de eso, ellos tomaron el camino electrónico y entonces eso quedó al aire. Se fueron de gira con Vox Humana y empezaron a grabar cosas en otro estudio. Yo conocí a Chango, de Grabaciones Jamaica, le platiqué que quería hacer unas rolas y él me dijo “Va, pues yo te ayudo”.

Fue ahí cuando empezamos hacer “Paracutín”, donde me di cuenta que había todo un camino; podría decirse que esa fue la verdadera revelación.
Cuando empecé hacer “Paracutín” no sabía que era cumbia; sabía que quería hacer algo así desde “Prisma” de Sistema Solar, que mi intención inicial era que fuera en ese estilo, pero que terminó siendo algo rock. Y “Paracutín” era una cosa súper low tempo, radioheadesca—que ahora en vivo así la toco— pero en el estudio Jamaica hacen mucho cumbia, entonces un día le pusimos un ruido del estilo y me clavé con eso, y quedó como cumbia.

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Al final terminé con todos estos ritmos latinos, este acercamiento al danzón y también una cuestión pop dark. No es que yo estuviera haciendo un ritmo, sino que yo estaba buscando hacer piezas musicales independientes que al final tienen una estructura similar, que son los mismos acordes, pero en cada una fui encontrándole el matiz.

¿Cuándo fue que te pusiste a darle en serio a tu proyecto solista?
“Paracutín” fue en el 2013; la empecé a componer en el 2012 y la hice a la par de “Alegría”, que con ellos ya no salió. Yo dije “Bueno, si ya no va a salir, pues entonces voy a usarla para contar la misma historia pero diferente”, y eso fue “Paracutín”. ¿Cuándo fue la primera vez que la tocaste en vivo?
En el 2012, una amiga mía se casaba en Oaxaca y lo que ella más quería era que yo cantara en su boda, porque era súper fan de lo que hacía con Disco Ruido, pero justo como ya no estaba en eso, dije “En vez de tocar ‘Mrs Love’, voy a tocar algo propio.” Tuve un deadline muy corto, terminé una primera versión de “Paracutín” para ese día. Yo estaba muy emocionada porque iba a ser en el Jardín Etnobotánico, que es un lugar increíble para hacer un performance; un amigo se disfrazó de viejito y otra amiga bailaba. Ese mismo año unos meses antes, en Yucatán, un amigo me invitó hacer un performance en una hacienda, y lo que hice ahí fue una improvisación con un cachito de una rola de Sebastián Telier. Ahí fue donde empecé con esta onda del performance.

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Después me puse hacer “Petit Prince” y también la estrené en Oaxaca en el verano del 2013 en un viaje de Mezcal Amores, y así seguí. Me di cuenta que el proceso podía avanzar más y yo tenía las herramientas para componer, así que decidí estudiar un intensivo de producción en Londres, que me sirvió muchísimo porque ahora tengo un estudio de producción en mi casa y me sé grabar y todo, fue una gran apertura para mi creatividad.

¿Qué instrumentos sabes tocar?
En realidad toco muy poco piano, y no sé tocar muchos instrumentos, pero grabo mis ideas en un teclado midi y luego las interpretan los músicos, que fueron como la tercera o cuarta etapa del disco. Cuando regresé entré con esta idea de que el disco podía crecer de manera acústica me encontré con estos músicos, que son Juan García, que toca el contrabajo, Ramón del Buey, que toca el órgano, y Darío Bernal, que toca las percusiones. Así fue como salió esta cosa medio pop con acústico. Por eso tardé tanto, porque hasta que estaban todos los demos decidí grabar todo.

¿Cómo fue el proceso de grabación?
El proceso siempre fue: yo les enseñaba los demos, pero tenían la libertad de hacer lo que quisieran, porque son músicos increíbles. A veces me proponían líneas de piano distintas o acordes diferentes a los que yo tenía planeados, entonces digamos que las canciones eran mías, pero ellos les iban aportando cosas distintas que las complementaban.

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¿Tuviste un productor para este disco?
Tuve dos productores. Chango me ayudó con “Paracutín”, “Petit Prince” y “Bailaré”, que es otra cumbia medio reggae, pero son como estos procesos de co-producción en el que básicamente todas las ideas son mías, pero con la idea musical sí soy muy estricta. Este disco salió de mi cabeza y yo ya venía con una idea; yo quería que sonara justo como yo quería. Igual en el futuro sí se me antoja ir con un productor y ver qué hace, pero para esta ocasión quería yo hacerlo sola.

En la otra parte trabajé con Benjamin Schwartz, que hace música de concierto, y su acercamiento fue de gran ayuda para saber qué amplificador usar, qué efecto ponerle a mi voz, con qué micrófono grabar. Él es súper minucioso, entonces el valor de producción cambió y lo enriqueció mucho. Él tiene una banda que se llama Klezmerson, y su estilo es muy melódico, muy instrumental. Eso le dio otra dimensión al disco que no me esperaba, fue una gran sorpresa.

De cuando subiste “Paracutín” a tu Soundcloud a ahora que ya hay un disco pasó mucho tiempo…
La verdad es que yo no tenía idea de que iba a ser tanto tiempo, yo creía que en 2013 iba a sacar el disco, el cual iba a tener cinco canciones —era como un EP. Había muchas ideas; sabía que también podía ser un disco, pero cuando uno se mete en estos procesos independientes, no sabes cuánto te va a costar, si la gente va a tener disponibilidad y etc… Por eso fue un gran aprendizaje. Lo que sí es que siempre supe lo que era el disco: un día tuve esta visión de lo que quería crear, que para mí fue muy importante, porque fue la visión de lo que iba a ser mi obra. Ahora creo que esta obra vive y que tiene un ecosistema de sonidos y melodías.

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Portada de Basalto

¿Por qué decidiste ponerle Basalto?
Desde hace mucho tiempo tengo esta fijación con los volcanes, es todo un rollo. El basalto es la lava cuando se enfría, entonces era un poco esta metáfora de haber sido lava, del fuego, la creación y el primer momento de una manifestación de vida. Algo muy incendiario desde la música hasta mi personaje en el escenario. Me pareció que después de ese dibujo de la galaxia era necesario llegar a la Tierra, y el volcán se relacionaba muy bien con mi proceso musical y sentimental en ese momento. Además, esa piedra representa —unos años después— lo que constituyó el sur de la ciudad y su modernismo, ya que también la arquitectura tiene mucho que ver con el disco.

Otra cosa que tiene mucho que ver es que parte de mi familia creció en el Pedregal. Al principio el proyecto se llamaba Horacio, no Mercedes Nasta, que es el nombre de mi abuelo. Además el Pedregal lo diseñó Barragán, entonces por ahí también viene un poco de eso; es regresar a todas esas referencias que uno sabe que tiene, pero que de alguna forma tiene que concretar artisticamente para sacarlas, contemplarlas y hacer algo bello de ellas.

A su vez, la representación de la piedra me gusta mucho porque se originó de una forma distinta; su porosidad es distinta y su color me encanta. Además no pesa, es liviana, entonces da esa sensación de que musicalmente flota. La primera vez que fui DJ el proyecto se llamaba Obsidiana, que es un vidrio volcánico, entonces esta obsesión viene de la misma corriente de evolución geológica que siempre está presente en lo que hago.

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¿Cómo distingues tú entre la Mercedes Nasta ordinaria, la Mercedes Nasta de tu proyecto musical y la Mercedes Nasta de Disco Ruido? ¿Encuentras una diferencia?
Pues no es para nada la misma persona, pero es muy interesante porque las tres deberían estar en armonía, pero no siempre están. Por ejemplo, la “Mercedes Nasta” con la Mercedes ordinaria se llevan muy bien, porque podría decirse que mi proyecto musical es el espejo de una visión artística muy peculiar y con ello puedo controlarlo casi en un 100%. Es mi visión, ¿sabes?

Yo quería estudiar cine y me gradué de eso, pero al final terminé haciendo música. Por lo mismo siempre he tenido esa inquietud y trato de hacer siempre videos —de hecho habrá videos para cada una de las canciones del disco. Me gusta conocer directores, involucrar a mis amigos en el proyecto (que casi siempre están en el mismo medio), hablar de las historias que me interesan, y aprendes mucho de ti cuando algo está reflejando las partes que más te gustan de ti, pero a la vez siempre están ahí los fantasmas y se manifiestan tus miedos.

Mercedes de Disco Ruido siempre fue, o es, una cuestión en donde hay un tema de subirse al escenario a perder la noción del espacio y el tiempo para bailar de una forma que no hago más que ahí. Ahora es distinto porque me salí y luego regresé, entonces ya soy un poco más tímida, pero en ese entonces era una cosa chamánica en donde sacaba mis demonios… Hice muchos exorcismos personales en el escenario de Disco Ruido.

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En tu proyecto solista no tienes la misma personalidad sobre el escenario, ¿no?
Pues no, no es lo mismo a tus tempranos veintes que a finales. La Mercedes Nasta de mi proyecto es de los 26 para acá, en donde sigo en los veintes pero en una versión mucho más madura. Se siente mucho más seguro y consciente de sí mismo, demás de que la música es muy diferente. Disco Ruido era un deschongue y era también un reflejo de cómo era yo a esa edad, en ese momento, ¿me entiendes? Iba a todos los conciertos, iba a todos los lugares, tenía muchísima energía. Yo venía de Querétaro, que es contexto súper diferente, entonces descubrir la Ciudad de México fue euforia, y Disco Ruido era parte de eso. Además era un momento muy particular en la escena: comenzaban los festivales, venían DJ’s de todas partes del mundo, había mucho entusiasmo —y no es que haya parado ahora, pero en ese momento yo estaba fascinada con todo lo que estaba pasando. Era estudiante, entonces era mi hobbie, era un gran hobbie, era pura manifestación y además era una etapa en la que estaba descubriendo muchas cosas de mí. Estaba haciéndole un exorcismo a mi pasado. Uno nunca deja de tener catarsis, pero en ese momento subirme al escenario era algo que me liberaba completamente y esa etapa se manifestaba con mi pelo, mi vestimenta, cómo cantaba y era increíble, no lo cambiaría jamás. Pero creo que ahora estoy en un momento distinto.

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A lo largo de todo este tiempo, también te has clavado en la onda del performance, y hablabas de eso hace rato. ¿Cómo se transmite eso en tu personalidad sobre el escenario? Sobre todo ahora que te presentas en solitario. ¿Es algo que te gusta hacer, sigues haciendo o es algo que has dejado a un lado?
Creo que siempre va a existir esta cuestión porque por lo menos en mi caso, cuando se trata de una cuestión artística, se representa a través del performance. La cual sí ha cambiado con el tiempo; antes era una cuestión mucho más corporal, pero no era algo que se cruzaba con la música, ni con los visuales ni nada, y ahora la cosa es mucho más teatral. Ahora está esta línea en donde si yo voy a cantar, entonces voy tomar un espacio en una galería, y voy a decidir cómo se va a ver, de qué color va a ser, qué se va a servir, cómo va a sonar, ¿no? Es ir agarrar estos espacios lindos dentro de la ciudad. Me gusta mucho, por ejemplo, la comida, y es algo que no he involucrado a mi música, entonces ahora quiero invitar a una chef que vaya con esta cosa de a qué sabe el espectáculo.

Tu proyecto solista no es algo tan pop como Disco Ruido, que puede estar más cercano a algo comercial. Entonces ¿cómo planeas tus presentaciones? ¿Cuál es tu intención al momento de presentar tu música? Y ¿esto no representa un obstáculo en el sentido de la remuneración económica?
Pues en general este álbum no está pensado como una cosa comercial, nunca se concibió así, nadie me dijo cómo tenía que sonar o qué es lo que tenía que hacer. Las canciones duran entre seis y doce minutos. La presentación de Basalto siempre va a ser algo único, íntimo, y la generación de dinero será mínima, pero esa no es la intención. Esta es una idea muy loca que tenía muchas ganas de hacer y si se vende, qué padre. [El disco] va a costar como cien pesos, y vamos hacer un vinil de colección y sí, igual hay cosas que pueden llegar a ser rentables, pero no es esa la intención.

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¿Y a futuro cómo lo ves?, ¿Te ves viviendo de esto?
Esto lo financié poco a poco con dinero que iba juntando y no sé, no he pensado mucho en el futuro. Definitivamente podría hacer un disco comercial más adelante porque sé hacer canciones así, y no le cierro las puertas a eso. Pero en este disco en especial, [la falta de ganancias] no es algo de lo que yo me vaya a decepcionar. Es más como un proyecto artístico; el primer concierto fue gratis, ¿me entiendes? Hay muchos espacios culturales en los que me interesa tocar y por las características de esos espacios no puede siempre uno… No sé, es como esta onda de inventar situaciones y que la gente se involucre. Ya veremos qué pasa.

¿Cómo proyectas este año en cuanto a este trabajo y los demás proyectos que tienes?
Pues al final Basalto lo partí a la mitad y solo hay nueve canciones, entonces todas estas canciones que sobraron quiero incluirlas en otro disco.

¿Va a ser un volumen dos?
No creo, me gusta que cada proyecto tenga su vida y su nombre. No siento que tenga que hacer una segunda parte de esto, pero como de Sistema Solar a Basalto hubo una historia que los unió —sobre todo en las letras y en la historia que cuenta, no tanto en los ritmos—, creo que va a pasar lo mismo con el siguiente. Yo sé que yo soy escritora, porque todas mis manifestaciones desde niña han sido en letras, desde siempre he escrito poemas, diario escribo, tengo por ahí una novela que estoy trabajando, siempre he tenido diarios. Escribo mis sueños todos los días, entonces es parte de esa narrativa que se está manifestando musicalmente. Entonces ahí está… Parte de mi plan de este año es grabar otro disco; no creo que salga este año, porque quiero darle su tiempo a Basalto, pero sí voy a ser mucho más organizada con mis tiempos para que las cosas salgan cuando quieres que salgan. Hay dos ideas, no sé si quiero hacerlo en español o en inglés, tengo material para los dos. Pero mi intención concreta es tener un concierto cada mes. Si tiene que ser en una casa, no importa. Si hay más de uno al mes está increíble, si hay gira mejor, pero al final me gusta involucrarme mucho con la producción, ir hacer scouting al lugar, a veces consigo el alcohol, como es mi proyecto demanda ese tiempo, entonces yo sé que una vez al mes tengo algo. Y está padre también para la gente porque ellos ya saben a través de mis redes que una vez al mes va haber algo.

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¿Qué buscas que la gente experimente cada vez que te vea en vivo?
De entrada que lo disfruten, que se te muevan cosas internas, que haya algo de lo que digo o lo que canto que… hay mucho espacio, cuando el contrabajo hace un solo.. como espacios musicales que provocan, o a mí me parecen muy provocadores pero sutiles. Mucho del proyecto en vivo es que estoy con unos grandes músicos y pues también se trata que la gente escuche los instrumentos porque hay mucha improvisación.

Ve el resto de las fotos de la presentación de Basalto aquí abajo.