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Música

Las guerras se ganan con música. Bueno, no… de hecho, no

Charlie Schwedler fue el gran jazzista del régimen Nazi, un músico encubierto que buscó, con su saxofón, subvertir a los Estados Unidos.

Irónico resulta pensar que en la Alemania previa al nazismo, un género musical con raíces negras y desarrollado en un país de quien fue y sería enemigo, era de lo más demandado. La escena del jazz alemán durante la década de los 30 tuvo su apogeo hasta que, claro, llegaron Hitler y los suyos al poder de la nación germana.

Lógicamente, esta escena desapareció justamente por tener raíces negras; es más, hasta de manera despectiva se acuñó el término negermusik para referirse al jazz y al swing estadounidenses. Obviamente fue prohibida.

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Sin embargo, siempre hay quien le da las vueltas a las cosas. Grandes músicos e intérpretes alemanes se quedaron con las ganas de seguir tocando; se cansaron de ser perseguidos por la policía alemana y decidieron tomar al toro por los cuernos. Para ello, miraron a la figura de Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del régimen Nacional-Socialista en Alemania. Es decir, si había cine, ¿por qué no música?

Karl Schwedler o Charlie Schwedler fue uno de estos músicos. Su inglés, dicen, era perfecto, y como líder de una banda musical que acabó por nombrar Charlie and his Orchestra, se convirtió en el Glenn Miller no judío. Lo interesante es que sólo algunas de estas piezas fueron traducidas al alemán. La gran mayoría de las letras fueron cambiadas con una tónica y temática propagandística no para el pueblo alemán, sino para el estadounidense y para el británico. El Ministerio de Propaganda se encargó de redactar las nuevas estrofas que llevarían las canciones.

Cabrá aclarar que la mayoría de los músicos que conformaron Charlie and his Orchestra no eran nazis, ni comulgaban con los ideales de este grupo político y social. Tal fue el caso de del saxofonista Lutz Templin, quien aprovechó las facilidades y sobre todo el dinero que el régimen nazi estaba dispuesto a dar a este proyecto propagandístico. Fue algo así como lo que pasó con lo del Bicentenario y el Centenario…

En muchas ocasiones las acciones y decisiones de Hitler resultaron absurdas (o todas ellas, pues. Es difícil ser objetivo en este tipo de situaciones), y a pesar de que la idea de transmitir por onda corta a Estados Unidos y Gran Bretaña estas canciones fue considerada como una obra maestra, resultó en una comedia para quienes habitaban en estos dos países. Así, por ejemplo, se dice que Churchill, primer ministro del Reino Unido, era fanático de las obras de Charlie, pues le causaban mucha risa las nuevas letras.

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En realidad, las canciones sí resultan curiosas al escucharlas. Sobre todo por los mensajes que pudieron ser subliminales, pero resultaron totalmente evidentes y burdos. La música, las letras, pues, son una especie de mezcla entre amenaza y burla a sus contrarios, pero acaban siendo totalmente irrisorias y absurdas.

Así pues, cada miércoles y sábado a las 9 de la noche, se podían escuchar las transmisiones de estas canciones. No obstante, poco tiempo pasó para que ellas se compilaran en viniles de 78 rpm y se repartieran en los países continentales que habían sido ocupados por las fuerzas nazis.

De 1941 a 1943, Charlie and his Orchestra logró grabar más de 250 canciones. Su estudio se encontraba en Berlín, pero con el bombardeo de los aliados, se trasladó hacia el sur de Alemania, en la ciudad de Stuttgart. A pesar de ello, debido a que este trabajo propagandístico fue tan importante para Goebbels, las transmisiones continuaron hasta abril de 1945. Sin embargo, cuando la Guerra concluyó, muchos de los músicos se dedicaron a amenizar los sitios en donde las fuerzas aliadas se establecieron en Alemania; otros, como se piensa que Schlweder hizo, emigraron a los Estados Unidos, y otros simplemente se retiraron de la escena musical alemana.

Desde su concepción, este medio propagandístico se trató de una paradoja destinada al fracaso. ¿Utilizar canciones estadounidenses con diferentes letras que atacan a Estados Unidos y a la Gran Bretaña? ¿Utilizar un género que fue prohibido por el propio régimen por considerar que denigraba el arte de la música? Y aún más, ¿utilizar un género musical que tenía raíces negras? Pero no sólo eso, pues los nazis creían que el jazz era música de negros interpretada por judíos. Es decir, ¿realmente en algún momento consideraron a ésta como una buena idea? Quiero creer que eran jazzeros y swingers (en el sentido estricto) de clóset. Además, cabe señalar que los músicos que formaron parte de Charlie and his Orchestra trabajaban en sus tiempos libres como músicos de jazz en sitios underground, donde muy probablemente interpretaban las versiones originales de las canciones que mandaban a los Estados Unidos y al Reino Unido.

Su intención era atemorizar a los enemigos; dudo mucho que lo hayan logrado.

No obstante, como mencioné anteriormente, se dice que ésta fue una de las más inteligentes herramientas mediáticas y propagandísticas que Goebbels ideó. En muchas ocasiones, el partido Nazi puntualizó en que la libertad que el jazz ofrecía a la improvisación podría alterar la pureza y disciplina del pueblo alemán. Goebbels en muchas ocasiones definió a este género como música de la jungla. Debido a que en esos años el jazz y su derivado, el swing, estaban de moda y por lo tanto era lo que más se escuchaba en la radio fuera de Alemania, se prohibió escucharla al penalizar este acto con 10 años de prisión.

Sin embargo, Goebbels pudo haber preparado esto deliberadamente. En pocas palabras, prohibir todo para generar un monopolio musical (que en teoría funcionaría pues era lo que estaba de moda) para influir directamente sobre las tropas enemigas. Para las transmisiones, Goebbels se hizo de los servicios de dos británicos muy peculiares: un irlandés de nombre William Joyce (¿tendrá algo que ver con James Joyce?) y un traidor inglés Norman Baillie-Stewart (quien fue el último en ser encarcelado en la Torre de Londres, su San Juan de Ulúa). Con ello buscó dar credibilidad a estos programas de radio, pero en realidad nunca, y se tiene registro de ello, lograron afectar directamente a las fuerzas aliadas. De hecho, con la llegada de éstas a las ciudades importantes de Alemania se destruyeron casi todos los vinilos encontrados. Sin embargo, para bien o para mal, algunas transmisiones fueron grabadas, y también muchos otros álbumes sobrevivieron quizás como curiosos souvenires y no por alguna otra razón.