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Música

La MiniTK del Miedo: terrorismo cumbiero de ultratumba

Muerte y sabrosura es el grito de batalla de estos chicos que disfrutan de instigar al baile en los cementerios y que se han propuesto crear la banda sonora ideal para un thriller gótico tropical.

Que si La MiniTK del Miedo suena como David Bowie vendiendo su alma al diablo en plena noche oscura en la costa colombiana, que si es la mismísima personificación del hermano malvado de la cumbia, que si es un auténtico aquelarre al que todas las brujas invitadas han echado en el mismo caldero lo mismo sus discos de witch house, Lucho Bermúdez, Andrés Landero, Grimes, oOoOO, Rikarena y Proyecto Uno, que esos polvos mágicos que tenían guardados para su próxima salida de rave…

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Lo cierto es que han matado lacumbia, pero nos han hecho descubrir que nuestros hombros, piernas y caderas son necrofílicos. Estos colombianos han llegado para eso y, de paso, han sembrado el desconcierto, organizando bailes inverosímiles en sitios impensables, desplegando eclecticismos ilegales, haciéndonos creer por los minutos que duran sus canciones en la existencia de la cumbia gótica y, por lo tanto, obligándonos a buscar formas más intensas de existencia cuando la música deja de sonar. Cualquier despistado podría malinterpretar los pasamontañas y las siglas con las que de pronto abrevian su nombre (LMNTKDM), malinterpretarlo y pensar que son unos chicos avergonzados de que en las tocadas les parezca que la neta es el slam y que en su casa sí le metan al tropical. De verlo así, nada más lejos estaremos de la realidad. Son de Colombia, donde la neta es la cumbia, donde la neta es bailar, donde la neta es ser colombiano y presumirlo hasta en el acento, bailar hasta con el lenguaje.

(¡¿Por qué no fui colombiano?!)

Quienes integran LMNTKDM son terroristas, son activistas, son agresivos y muy alternativos. Son terroristas en la vena de Hakim Bey, capaces de generar en la pista zonas temporalmente autónomas donde importará poco con qué zapapico metalero/industrial hayas perdido la virginidad auditiva y tal vez lo único bien visto sea el hipbanging, y entre más violento, mejor. En las siglas que incluso han puesto en su correo de contacto me gusta ver una más de sus formas de sembrar el desconcierto; sigilosamente las sitúan en la misma rama del árbol genealógico donde se encuentran KMFDM y NIN, dos bandas que, podría apostarlo, tienen alguna aparición en el disco duro en el que acumulan música. Son activistas del baile y predican con el ejemplo a favor de la disolución de las fronteras entre ritmos. Son agresivos, como tiene que ser cualquiera que desee hacer escucharse su voz o su música en estos tiempos en que los públicos parecieran magros y los nuevos proyectos se reproducen a la velocidad de un virus. Y alternativos, porque probablemente si no lo hubiera escrito así, te habría costado más trabajo entender la referencia a "El Borrego".

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Si con la versión a "Lovesong", de The Cure, Ali Guagua y sus Kumbia Queers comenzaron a zapear darkies cual bullies profesionales, hoy, el acoso continúa con La MiniTK, y como siempre que la cumbia forme parte de la ecuación, los encajes, el terciopelo y la ropa negra están en riesgo de quedar empapadas al final del baile. Muerte y sabrosura es el grito --¿bramido?, ¿risa macabra?-- de batalla de estos chicos que disfrutan de instigar al baile en los cementerios y que se han propuesto crear la banda sonora ideal para un thriller gótico tropical.

Y muerte y sabrosura es el deseo de quien esto escribe para sí mismo y para quienes atestigüen su ritual en el escenario feliz del Nrmal.

¡¡Yo no estoy bautizado!!

¡¿Pago medio boleto?!

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@peach_melba