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Música

La Media Naranja: Fey Vs. AJ Dávila

Un ensayo comparativo entre la original de Fey de 1995 contra la versión de AJ Dávila y Terror Amor del 2014.

La imagen es de Julio Derbez, pueden seguirlo como @pixelemputado

Este es un ensayo comparativo entre la “Media Naranja” original de Fey de 1995 contra la versión de AJ Dávila y Terror Amor que viene en el álbum Beibi de este año (si alguien tiene el síndrome de la quinta dimensión, estamos hablando del 2014). Un análisis meramente simbólico que a pesar de ser la misma canción, si ponemos a cada una bajo su contexto tienen significados completamente distintos.

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Empecemos por Fey…

En la versión de Fey es imposible deshacerse del velo virginal bajo el que se desarrolla todo el concepto de la “Media Naranja”. Porque en México y a la mitad de la década de los 90, si una estrella del pop adolescente (que más bien ya tenía la edad de una divorciada prematura) decía “toqué la luna gracias a ti” significaba exactamente lo mismo que cuando Esmeralda descubría un “Mundo Ideal” en la alfombra mágica de Aladino . Un eufemismo de seis palabras para decir “sexo prematrimonial,” el Diablo disfrazado de Ángel, el “Azúcar Amargo.” Por eso, inmediatamente después se menciona la claridad del agua de abril, porque la pureza en el amor es el antibiótico contra el sexo.

Es importantísimo notar la pronunciación del Español de Fey. Un Español de Castilla que marca la diferencia entre la “c”, la “s” y la “z”, pero sobre todo marca la fantasía aristócrata de una mexicana que nació “gúerita”. Una ilusión de superioridad latente todavía en este tercer mundo clasista, donde el que tiene la cara más blanca merece más de todo. Sí, Michael Jackson, era muy pinche tercermundista. Igualito que Paulina Rubio. Igualito que Fey, que decía “separaces” y no “separaras”.

La media naranja en esta versión, es literal. 1 + 1 = 2. Amor incondicional “sin cruzar palabras”. Matrimonio inquebrantable y a la antigüita. El que quieren todas las niñas fresas de los 90 que se consiguieron un novio de camisa a cuadros como la de Kurt Cobain con la moral de su papá. El que les va a jurar amor eterno porque es lo que debe de ser. Nada de polisemia. Una única lectura básica. Eres mi otra mitad.

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Ahora, AJ Dávila y Terror Amor…

Un sonido ácido y una voz que también suena desde debajo de un velo, pero este nada tiene que ver con la virginidad, sino con una dislocación de la conciencia. La psicodelia, hermanos. La “boca rojo clavel” de AJ Dávila no es el lipstick en el estuche de maquillajes de Fey, son los colores brillantes de un LSD que revienta en la química del cerebro. Y en este caso no hay nada de esas maripositas en el estómago que sienten las niñas cuando se enamoran, las drogas hacen que los sentidos se agudicen, que haya cierto cosquilleo en el efecto y una atracción fascinante por la sustancia, “igual que a las hormigas la miel”.

La pronunciación suave del español de Dávila le da otro tono a la rola original. Su “Media Naranja” es un homenaje al pop en español noventero, un rasgo de la cultura popular nada aspiracional, más bien súper local. Eso habla de una sensibilidad ante su contexto latinoamericano, a pesar de tomar referencias muy claras de los Stooges y de Mazzy Star. Un artista comprometido con su origen raspa sin hacer mucho alarde.

Enamorarse bajo el efecto de las drogas no es lo mismo a enamorarse bajo el efecto de la moral rígida de unos padres católicos, que asumo tenía Fey por sus raíces españolas que no tendría por qué negar. Una cosa es bailar de manera socialmente aceptada en una fiesta de quince años, y otra muy distinta es moverse toda la noche pisando fuerte en un barecito local “sin cruzar palabras” porque no puedes articular ni una.

Raquel tenía ropa marca Fey y también tiene Twitter: @salvenseustedes