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Música

La Guía Noisey al New Age

El New Age: un género musical despreciado e incomprendido por un número indescriptible de melómanos.

El new age: un género musical despreciado e incomprendido por un número indescriptible de melómanos. Su hora ha llegado. El disco de compilación de Douglas McGowan de 2013, I Am The Center: Private Issue New Age Music in America, 1950-1990 (bajo el sello de Light in the Attic Records), recontextualiza el género y ha logrado llamar la atención de muchos que antes lo habían ignorado. En pocas palabras, el estilo de vida y el contenido asociado con el new age han servido como un obstáculo para los oyentes seculares y serios. Sin embargo, si ha existido algún momento para el new age, es ahora.

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Me llamó la atención el new age a la hora de indagar exhaustivamente otros géneros que eran de mi interés. A mediados de los 90 yo estaba comprando y vendiendo discos raros, mucho antes que el internet diera a conocer cada oscuro pero importante título de cada género cool. Mi socio, Tony —quien me ayudaba a hallar discos— y yo aprenderíamos lo que era de valor y calidad a través de experiencia y nuestro criterio en lugar de redes sociales y blogs. Eventualmente empezamos una relación de trabajo con un distribuidor japonés de discos que a través de los años nos presentó miles de títulos pocos conocidos pero magníficos. Antes del internet, no era fácil procurar el conocimiento que se necesita para distinguir un álbum que tiene el valor de cuarenta dólares de uno de cuatro dólares.

Esta época era particularmente emocionante y un momento interesante para los coleccionistas y vendedores de álbumes. El formato en CD tenía una posición fuerte dentro del mercado, y el vinil, considerado estar al fondo del mercado, estaba siendo rematado de manera sorprendente. Muchos álbumes fueron vendidos a un dólar o menos, independientemente de su escasez. Aún más sorprendente era la avalancha de discos de gramófono. El Colegio Comunitario de Pasadena dedicaba el estacionamiento entero del este de su campus a un mercadito mensual de venta de vinil. Compradores japonenses, repetidamente estereotipados y proféticos sin lugar a duda, registraban el lote con linternas durante la madrugada, comprando miles de artículos raros, y ahora caros.

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A finales de los 90, la demanda en Japón por el álbum ABC de Jackson 5, de la disquera Motown, fue tan alta que fui capaz de venderle cientos de copias a mi comprador para su reventa. Este álbum seguía vendiendo copias a 15 dólares cada una, sin importar su condición, así que le pregunté qué era tan especial de este disco, que puede ser encontrado en cualquier tienda de discos en EU. Él me dijo que este álbum en particular estaba siendo usado como un accesorio popular de moda en Shibuya, Tokio. Literalmente, los jóvenes caminaban con el LP bajo el brazo, y por eso a los compradores no les importaba el estado del disco. Esto cambió mi concepto entero del mercado y del producto que estábamos vendiendo.

Ya no había manera de que alguien pudiera poner un valor fijo a los discos —el valor se determinaba en una escala global, y la información acerca de lo que era de valor era privilegiada. Las cosas que se veían cool por fuera a veces sonaban terrible, y cosas que se veían terribles por fuera a veces sonaban cool; lo que sonaba cool a veces era de poco valor, y lo que sonaba terrible podía valer una fortuna por razones aparentemente arbitrarias. La demanda y las tendencias estaban siempre en un cambio constante. Los distribuidores exitosos tenían mentes muy abiertas. Incluso considerando géneros que habían sido descartados por mucho tiempo como discos cristianos y música new age eran esenciales para lograr descubrimientos.

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Entonces era muy normal que alrededor de este tiempo yo viajara por el país en busca de discos para vender. Empecé a encontrarme álbumes de new age muy difíciles de conseguir, la mayoría de los cuales estaban siendo reproducidos copias caseras. La mayoría no eran común y algunos muy raros, aunque no necesariamente caros. La música new age estaba en su apogeo a finales de los 70 y principios de los 80, que era cuando podías grabar un álbum de buena calidad en casa. Muchos de los mejores LP de new age de este tiempo fueron grabados por las personas mismas y hechos de manera de simplemente conectar un teclado a un 4-track, o con un instrumento acústico enfrente del micrófono. Antes de que hubiera internet, la distribución de este tipo de álbumes dependía de una red dedicada de pequeñas librerías independientes y tiendas de música.

En línea con las descripciones de Brian Eno de su serie de álbumes Ambient a finales de los 70, la mayoría de estas colecciones autopublicadas de new age fueron grabadas para ser escuchadas por placer y para propósitos más específicos, como meditación, relajación, afirmación, masaje y auto-ayuda. Esta idea devino en un género de música que fue comercializado de forma muy diferente, a diferencia de géneros ahora mainstream como jazz, rock y soul. Los mejores ejemplos abren una ventana a otro mundo. Los artistas más talentosos y creativos de esta época incluyen a Joel Andrews, Joanna Brouk, Wilburn Burchette, David Casper, J. D Emmanuel, Iasos, Larkin, Larji, Ojas y Michael Stearns, entre otros.

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Lo que colectivamente se llegó a conocer y vender como new age fue en muchas maneras un producto derivativo de los baby boomers. Era el resultado de lo que había dejado la ideología hippie después de la nube de los 60, en parte por un remolino de vertientes culturales apropiadas que de alguna manera formaron esto cuando fueron agrupadas. Después de los sucesos de la guerra de Vietnam, una sociedad inestable, y adicción a drogas, la mayoría de esos hombres y mujeres querían hacer las cosas bien en los 70; buscaron respuestas en los importantes movimientos de la humanidad, religión, cultos, programas de recuperación, programas de auto-ayuda y vidas alternativas.

La música, como otros sucesos creativos, fue principalmente vista como un vehículo de conciencia, meditación y recuperación. Los músicos new age estaban buscando tener una relación con algo más allá del mundo material. La idea de la creatividad cósmica apenas estaba tomando forma, pero no estaba en cierta parte inspirada por géneros similares como el jazz espiritual, rock psicodélico o folk con proclividad a temas sociales y políticos. El new age fue hecho en base a tonos y timbres diferentes, incorporando sonidos que van desde la oscilación de los ritmos en sintetizadores, rock post-Kraut, música ambient y batería eléctrica hasta composición oriental, drone, grabaciones en vivo y una gran gama de música indígena, y se usaba para motivos de meditación, y brindar musicalización en los shows de spoken word y otros eventos.

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Algunos de los ejemplos más claros de este género algo ambiguo fueron brindados por el movimiento Arica, que fue muy exitoso en los años 70. Hicieron tres álbumes; el más importante fue el destacable Audition. El grupo estaba liderado por el gurú Oscar Ichazo, cuyas enseñanzas se basaban en George Gurdjieff, un espiritualista y pensador de principios del siglo 20. El movimiento Arica hizo cosas increíbles con arte, música, danza, psicología y calistenia; todo fue hecho con la finalidad de ayudar a las personas en alcanzar su máximo potencial. Yo recuerdo una fotografía de esta época que muestra a los participantes del movimiento Arica sentados en las consolas y observando una gran imagen geométrica conocida como un eneagrama de la personalidad mientras escuchaban música en sus audífonos. La mayoría de los participantes eran músicos capacitados, desde ejecutantes de jazz hasta soul y rockeros. Así que musicalmente, en estas sesiones del movimiento Arica, tenías canciones de extrema duración acompañadas de narraciones que servían como una guía de ejercicios y meditaciones adecuadas.

En sí, el new age era música que definía un estilo de vida. Steven Halpern, quien es básicamente el padrino de la música new age, inventó esto a mediados de los años 70. Un doctor que hizo música minimalista primordialmente para relajación y alineación de chakras, fue el pionero de la idea de hacer música curativa. Él estaba tan firme en su posición y creencias que abogó por el rechazo de la música llena de tensión como la de Stravinsky y otros, cuyos trabajos que eran un reflejo de las atrocidades del siglo 20. Sus libros, Tuning the Human Instrument: Keeping Yourself in “Sound Health” (Sintonizando el instrumento humano: Mantenerte en “salud sonora”) y Sound Health: The Music and Sounds That Makes Us Whole (Salud sonora: La música y los sonidos que nos benefician), brinda la base de su filosofía respecto al sonido. Su trabajo cambió completamente mi perspectiva sobre lo que puede llegar a ser la música. Este hombre se había dedicado a la música que literalmente podía sanar, llevando su receta a pacientes enfermos en hospitales y clínicas. Era música con una aplicación práctica, no sólo estética. El modelo es similar al propósito de la música indígena, ritual o antigua, y tiene el mismo fin terapéutico del ruido estructurado que disfrutamos hoy en día.

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