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Música

La Furia Hipnotizante de Siete Catorce

En anticipo de tu presentación en Mutek MX como den5hion, les compartimos una crónica de sus últimos meses en la Cuidad de México, escrita por Daniel Hernandez.

Llegamos a la Del Valle como a eso de las 3 de la mañana. Entramos a un bar vacío porque Siete Catorce iba a tocar otro set. El productor de Mexicali entró y se fue directamente hacia la mesa de DJ. Ten Foot, un DJ prominente de Londres, estaba tocando para un público como de ocho personas. Los dos DJs se aventaron un pequeño versus y luego Siete tomó su lugar frente a su laptop. Habíamos llegado para verlo hacer música en vivo desde su pantalla, mezclando y manipulando tracks, usando solo su laptop y un mousepad.

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Era verano y la cuidad estaba empapada. La vibra, rara. Había mesas esparcidas por todos lados, luces fluorescentes, gente fumando, y una que otra persona huyendo al baño a darse unos pases. Era el entorno perfecto para la música de Siete Catorce, que se podría describir como tribal, techno, “broken beats guapachosos” y “emo broken beats”, como los llama él.

A unos minutos de su set, yo ya estaba bailando. Y no pasó mucho tiempo antes de que todo el bar se encontrara en las mismas.

Ya daba el amanecer y él seguía tocando. Bailaba y brincaba durante todo su set, alumbrado solo por el brillo de su pantalla. No se detuvo hasta que todas las figuras de autoridad en el bar -- desde el promotor al barman -- se lo ordenaron. Y por fin descansaron las bocinas. La gente tomaba aire, caminando en círculos. Todo alterado y aún brincando, Siete volteó con la primer chica que vio y le preguntó, “¿Estuvo bueno? ¿Te gustó?” Él ya sabía la respuesta.

Estuvo bueno. La chica lo sabía. Yo lo sabía. Hasta el barman enojado lo sabía.

Desde que se mudó al DF, de Mexicali, en junio—gracias aI lanzamiento de su EP en el sello local NAAFI— Siete Catorce ha arrasado la cuidad, tocando en donde lo dejen, y con mucha furia. A menudo termina sus sets haciendo crowd-surfing entre el publico. Desde aquel bar anónimo en la Del Valle, al Bahía, a salas bañadas en humo de cigarro, ha estado sorprendiendo a su público con un sonido que mezcla el alborozo del tribal (á la 3BALL MTY) con un sentido inconfundible de tristeza, enojo y de presagio.

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Ya era hora de que alguien lo hiciera.

La vida en México es muy difícil ahorita, la temporada de lluvias fue devastadora, nadie tiene dinero, a la gente le pagan una mierda. Los encuentros entre el estado y los carteles ya prácticamente son considerados normales. Algunos economistas creen que México ya está entrando en una nueva recesión, aunque el precio de la comida y el transporte va en aumento. Pero noche tras noche, fin de semana tras fin de semana, la fiesta sigue. Y en la Cuidad de México, Siete Catorce siempre ha estado ahí para nosotros.

“Mi música sí está mexicana pero también bien ondeada” —me cuenta Siete Catorce. “Pues me gusta la vibra de aquí, me recuerda un poco cuando vivía en Oakland, hasta un poco por el clima, pero me gusta la vibra de una ciudad que siempre está ocupada.”

Marco Polo Gutiérrez nació en Mexicali pero fue criado mayormente en Oakland, California. Se identifica con el Bay Area en su música, sus gustos y su postura cultural. Esto nos dio algo en común de lo cual hablar. Yo fui a la escuela en el Bay y pasaba mis veranos visitando a familiares en el norte de California. Una vez, mientras mirábamos vídeos de YouTube, confirmamos que los dos nos sabíamos los raps de “93 ‘till Infinity”.

“Nací en Mexicali y a los dos años me fui a vivir a Oakland, California,” Siete me contó. “Ahí viví y crecí hasta los 14 o 15. Me vine para acá porque deportaron a mi mamá, y pues nos vinimos toda la familia”

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La cuidad desértica de Mexicali es cuidad hermana de Tijuana. Juan Cirerol es de ahí, y tiene una población China-Mexicana muy grande. Pero fuera de eso no hay mucho pasando. Sin duda le ha de haber resultado difícil adaptarse después de haber sentido la libertad y movilidad de Oakland.

“Pues allá estás en el ghetto. Allá todos escuchan rap, y hip hop y está la comunidad latina. Y pues vivir allá está bien vergas pues hay muchas culturas de todas partes: chinos, coreanos, asiáticos, everywhere. Y creces estando expuesto a todo eso. Aparte allá siempre hay algo que hacer de cultura. Yo me la pasaba con mis primos y ellos eran stoners, y escuchaban rap y hip-hop. Pues yo crecí en ese ambiente.”

Me explica que su sonido está muy arraigado en aquellas fiestas de cumpleaños y quinceañeras de familiares que tanto marcaron su niñez—horas y horas de cumbia. Es una experiencia común para un joven Mexicano, pero se destaca en su caso por el trauma de la deportación.

En el 2007, su mamá fue deportada de Estados Unidos y toda la familia se regresó a Mexicali con ella. Esto fue alrededor del tiempo que la guerra contra el narco apenas se desataba, y se desató una guerra interna en el corredor de Baja California, un lugar marcado por un conflicto que arrasó con todo el país. Que cada vez se estaba saliendo más fuera de control. Varios productores jóvenes en el norte del país se refugiaban en sus recamaras, explorando varios géneros desde el sad-core garage al hard-core club, y en el proceso, desarrollaron las personalidades que luego se volverían un Erick Rincón o una Dani Shivers, dos nombres emblemáticos en la música electrónica del norte del país.

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Siete Catorce empezó a tocar piano a los cinco años. Una vez en Mexicali, descargó Ableton Live y empezó sus primeros intentos con el house y el electro. “Pero ya que me puse más engranado empecé a hacer Glitch o IDM y cosas así.” me dice. “Pero eso fue hace mucho, cuando nadie escuchaba Skrillex ni nada.”

Me explica cómo fueron sus inicios como productor en pasos identificables: primero fue el aburrimiento adolescente, luego el aislamiento; seguido por su introducción a los raves, unas lecciones de mezclar en computadora, y un periodo de explorar géneros y escenas antes de encontrar su sónido. En este caso, fue gracias a un remix cumbia que hizo de cura.

“Yo digo que cambió todo cuando remixié una rola de Celso Piña, la de 'Cumbia Poder',” dijo Siete.

El remix de Celso tiene un sonido dub bailable. Un DJ en Canadá lo escuchó, y luego el blog, Generation Bass lo publicó. Luego, en abril del 2011, fue invitado a abrir en una fiesta de música experimental en Tijuana.

Marco Polo, en ese entonces conocido como den5hion, ni siquiera estaba en el flyer.

“Fue la primera vez que toqué en vivo nomás mis rolas.” Pero para el próximo día, me explica, ya se estaba convirtiendo en Siete Catorce.

“Ahí fue cuando encontré el sonido tribal o prehispánico, o el tribal guarachero, y eso también me gustaba pero nunca agarré ese sonido hasta después que escuché a los de Ruidoson, a los Macuanos y a María José y a Santos, y eso me latía.” Siete me dice. “Mi estilo era como pura fiesta, cumbia y dubstep, y cuado fui a esa fiesta estuvo bien impresionante porque estaba bien oscuro lo que hacían Los Macuanos, el Santos, pero estaba bien divertido,”

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Con el sonido tenebroso y guapachoso conocido como ruidosón, Los Macuanos, María y José, Santos y otros artistas de la frontera San Diego-Tijuana, estaban construyendo una escena y sonido en base a y en contra de el genero electrónico predominante en la frontera—nortec. El ruidosón tenía más party y más política. Y tenía sentido para los tiempos. Sus artistas estaban criticando directamente a Felipe Calderón, y luego al PRI, después de la imposición del 2012. Lo hacían en sus Tumblrs, en sus letras y en la fiesta.

Sin duda Siete pertenece al grupo. Pero al mismo tiempo, se podría argumentar que tiene una gran influencia de Javier Estrada, el DJ de Monterrey que ya mezclaba beats de cumbia y tribal prehispánico con un extraño tipo de bro-step mexicano, irrumpiendo en una nueva área de la música nunca antes imaginada. Siete, que aún es un adolescente, empezó a hacer lo que él llama “tribal ondeado”, un tema que corre por todo su sonido. Hay elementos de terror, enojo, y nihilismo en sus híbridos de cumbia, como se puede escuchar en su track “Verdad”, de su EP 2.

Los líderes de tendencia del DF lo empezaron a notar. Tuvo su primer presentación aquí el pasado Noviembre, durante la serie Estado que fue organizada por Mexican Jihad, en la Estela de Luz. El festival abarcó un mes entero y destacó cuatro regiones claves dentro de la electrónica de México— Cuidad Juárez, Tijuana-Mexicali, DF y Monterrey— que fueron representadas cada sábado por tres artistas a la vez. Siete Catorce, DJ Nombre Apellido (de Los Macuanos) y Santos representaban la ola ruidosón.

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El viaje no solo marcó su primer visita al DF, si no también su primera vez en un avión. “Estuvo suave”, me dijo.

Esa noche yo estaba en la frontera San Diego-Tijuana visitando a mi familia, perdiéndome de un evento que yo sabía sería histórico. Las presentaciones en Estado fueron la primera ocasión que estos artistas estaban tocando frente a un monumento político muy importante de México, La Estela de Luz, cuya infame historia todos conocemos.

El sonido ruidosón ha estado haciendo ruido en México por tres años, con Siete Catorce ahora como uno de sus mayores voceros. Ha madurado orgánicamente como parte de un movimiento más amplio dentro de la electrónica Mexicana, y sorprendentemente, sigue madurando con finura.

La música de Siete Catorce, así como la de Los Macuanos, Santos, María y José y la de sus hermanos productores Mock The Zuma y Wyno en Juarez, contiene una furia hipnotizante alimentada en parte por la situación política tan decepcionante y la cuestión de seguridad que tiene a tantos Mexicanos en desaliento.

Pero toda esa energía se transmite con una fuerza que te hace querer bailar. Al final del día, es muy extraño. Es como si una quinceañera se convirtiera en una película de Hitchcock, Siete Catorce sería la banda sonora. ¿Me explico?

En Twitter y Facebook, Gutiérrez exhibe su angustia adolescente de tal manera que no parece falsa. Tiene momentos de éxtasis y bajones, los dos preocupantes en su manera. Quiero pensar que muchos artistas de su generación están enfrentando demonios, que se sienten en conflicto con fuerzas oscuras, o simplemente odian todo, y esa, por lo menos, es una postura que puedo respetar.

Hace unos meses, Siete Catorce me contó que hace música para bailar pero “para pensar al mismo tiempo.” Este sábado tendrá un buen público para eso, bajo su alias den5hion, en una presentación para la edición 2013 de Mutek México.

“Deja que tripeen un poco” me dice.

Daniel Hernandez es editor de Vice México. Siguelo en Twitter @longdrivesouth.