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Música

Kele Okereke de Bloc Party: ser gay y negro en el indie vs. ser gay y negro en el dance

Es el vocalista de una de las bandas más importantes del mundo. También es gay. Y también es negro. Y esta es su reflexión sobre lo que esto significa en la música, aún en el 2014.

Hola, mi nombre es Kele Okereke.

La mayoría de las personas me conocen como el vocalista de Bloc Party; sin embargo, también lancé un álbum electrónico, en solitario, llamado The Boxer y estoy a punto de lanzar otro en octubre llamado Trick. Algunas personas pueden pensar que es extraño que trabaje en estos dos campos diferentes, pero yo no creo. Trabajar con los otros músicos en Bloc Party me enseña sobre la musicalidad y el arte de la colaboración, mientras que el hacer música yo mismo significa que llego a satisfacer un deseo egoísta de crear, lo cual también es bueno. He hecho música electrónica intermitentemente durante los últimos cinco años: a comienzos de este 2014 lancé dos EP's en el sello de Damian Lazarus, Crosstown Rebels, y a mediados, mientras promocionaba mi segundo EP Candy Flip, un periodista me preguntó si mis experiencias de ser negro y gay en el mundo del indie rock se comparaban a mis experiencias de ser negro y gay en el mundo de la música dance.

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Era una pregunta sobresaliente y me sorprendió. Ni una sola vez había pensado sobre las diferencias entre estos dos mundos. Pero pronto me di cuenta que mis experiencias en cada uno no podían ser más distintas.

Hablando de mí como artista, los temas de raza y sexualidad nunca han estado lejos de la discusión pública, algo que ciertas veces he considerado difícil de manejar. El mundo del indie es uno que se enorgullece de su fetichismo: bandas hacen referencia a bandas anteriores, quienes en turno hacen referencia a bandas anteriores, desde los Beatles hasta Oasis hasta los Arctic Monkeys, todo como parte de un linaje. Esto es algo que hemos tratado de alterar con Bloc Party. Rápidamente identificamos que existía un conservadurismo dentro del indie rock, un purismo que parecía reflejar una lógica un poco peligrosa. El rock es una de las pocas áreas en la música en la cual la diversidad no parece ser fomentada. ¿Puede alguien recordar la última vez que una importante revista de música británica puso a alguien no blanco en su portada? Cuando Bloc Party empezó, nos decían que las cosas iban a ser difíciles para nosotros porque el indie rock era un mundo predominantemente de hombres heterosexuales y blancos, así que fuimos los más sorprendidos cuando nuestros álbumes llegaron a las listas y nuestras giras agotaron las entradas. Nos dimos cuenta que los fans no parecían tener un problema con el color de mi piel o con mi orientación sexual, eran los periodistas de rock, siempre los periodistas de rock hombres y blancos, los que parecían tener un problema con esto.

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De 2004 a 2006, en todas las entrevistas me preguntaban qué se sentía ser un músico negro haciendo música indie, y el trasfondo siempre era que este no era un género para un tipo de persona como yo. Así mismo, en 2014 vemos que hay una gran cantidad de artistas gay haciendo música, desde Sam Smith hasta The XX, pero de vuelta a 2005 había una persecución insistente para que yo clarificara mi sexualidad ante los medios, la cual terminó en Q, una de las revistas más grandes de música del Reino Unido, sacándome del clóset. Para cualquier artista, salir del clóset es una experiencia delicada, y para mí, un joven de 20 años que estaba apenas adaptándose a la fama, no haber podido salir bajo mis propios términos fue una experiencia dolorosa.

Comencé a adquirir una reputación de ser una persona difícil. Recuerdo que, en una entrevista con un muy respetado periodista, el personaje arrancó preguntándome: “Tienes una reputación de ser difícil, ¿por qué no te gusta hacer entrevistas?” Como un periodista experimentado, seguramente él sabía que, sin dudarlo, esta era la peor pregunta para empezar una entrevista porque inmediatamente pone al entrevistado a la defensiva.

Tristemente este fue el escenario que me persiguió alrededor de un año y medio. Recuerdo que Michael Stipe, de REM, me llamó y me dijo que tuviera la cabeza en alto, pero me encontré alejándome más y más del indie rock. Odiaba todo lo que representaba, odiaba que me entrevistaran, odiaba las nuevas bandas con las que nos comparaban, hasta odiaba el hecho de no poder caminar desde una punta de Shoreditch a la otra sin ver jóvenes con jeans entubados cargando sus guitarras a todas partes. Déjenme aclarar que aun así amaba la música con la que había crecido, Pixies, Mogwai, Talking Heads, eso no había cambiado, pero estaba cansado de la explosión de indie rock de comienzos del 2000, en la que todo parecía tan limpio y rígido. Deseaba el peligro y la emoción que sentía como adolescente cuando por primera vez empecé a ir a raves.

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Siempre he sido muy abierto sobre mi amor por la música electrónica, desde el techno y el drum n' bass hasta el garage, todo eso que prevalecía en donde crecí en Londres. El guitarrista de Bloc Party, Russel Lissack, y yo, congeniamos por el amor hacia la música house, frecuentemente íbamos a clubes como el Pech, en el ahora desaparecido Camden Palace, o a las noches de viernes gratuitas en el Heaven.

Recordando mi adolescencia, estoy muy agradecido de haber estado expuesto a la variedad de tipos de música a la que estuve, ha hecho que mi sentido de "género" sea más fluido. No tengo miedo de pegar ideas disparatadas y ver qué pasa. Esta era básicamente la perspectiva dentro de nuestras cabezas cuando hicimos nuestro tercer disco con Bloc Party, Intimacy. Empezamos experimentando con el estudio, deconstruyendo la manera en que tocábamos nuestros instrumentos, sin confiar en los métodos ya probados. A muchos se les dificultaba entender por qué estábamos intentando alterar una fórmula que era tan exitosa. Siempre he pensado que el arte tiene que ir en contra de la esencia. Si no, ¿para qué es? Y aunque falla en algunas partes, Intimacy es el álbum del que estoy más orgulloso. Puedo ver claramente cómo me ha llevado a convertirme en el músico que soy actualmente.

Fue alrededor de esta época que empecé a trabajar nuevamente como DJ, lo había hecho por diversión cuando era más joven, pero ahora tenía un propósito. Después de The Boxer, aprendí a hacer música que luego podía llevar a mis DJ sets, ideas se luego se convirtieron en el EP Heartbreaker. Era como si de un momento a otro un nuevo mundo se hubiera abierto para mí. Empecé a mezclar todos los fines de semana por toda Europa, Estados Unidos, Australia y a donde iba parecía que un cambio estaba ocurriendo. Los niños que habían crecido con mi música también estaban experimentando un deseo por otros sonidos. Las entrevistas que hice enfocadas en mi transición como músico y los DJ's que conocí en el camino fueron increíbles, para nada combativos como las bandas indie rivales. En este mundo, mi raza y mi sexualidad no eran un problema para ser señalado. Eran un motivo de celebración. Creo que esto, en parte, se debe a la prevalencia de DJ's negros y gay trabajando, pero como también lo resaltó Luis-Manuel García en su excelente artículo paraResident Advisor, la música house “nació de personas gay de color que se mataban trabajando a las 5 de la mañana en un depósito de Chicago”. No es de sorprenderse entonces que esta escena haya sido más receptiva conmigo como músico que el mundo del indie rock.

Pienso en las palabras inmortales del fundador de LCD Soundsystem James Murphy, quien tocó en varias bandas hardcore antes de convertirse en DJ y productor: “Yo creo que todo DJ debería ser forzado a estar en una banda de punk por un año”. Siento que tiene razón, sino es porque mezclar me ha dado un insight acerca de cómo trabajan las masas. Cuando mezclo, el momento de actuar es diferente, la energía es introspectiva en oposición al espectáculo extrovertido del show de rock. No es, “Yo tengo el micrófono, ¡mírenme!”, es más: “haz tu propia cosa, nadie te está mirando”.

Para mí, la emoción más grande cuando mezclo es mirar a la audiencia y ver a las personas perderse en sus propios mundos con mi música de fondo. La verdadera prueba para mí, ahora que empezamos a preparar el quinto álbum de Bloc Party, es: ¿cómo puedo tomar lo que he aprendido de este mundo y llevarlo a este otro? ¿Cómo puedo reproducirlo? No estoy hablando de reciclar sonidos, eso sería reductivo y crudo. Estoy hablando sobre la experiencia. ¿Cómo puedo hacer que algo tan personal y trascendental se traduzca al mundo del indie rock? ¿Es posible? No lo sé, pero ahí está el reto.

Y es un desafío que estoy emocionado de tomar.