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Música

Gepe y Los amigos de siempre: cuando un lugar ya no es tu lugar

Hay un documental del músico chileno. Lo vimos y te contamos de qué se trata.

Que canten todos, que bailen todos. Andino y colectivo. Una búsqueda simple y decidida, que inició Gepe en Audiovisión (2010, Quemasucabeza) y profundizó en GP (2012, Quemasucabeza). «Si yo hiciera lo que realmente quisiera, haría algo parecido a lo que hace Daddy Yankee: un DJ y un hueón cantando adelante, eso es lo que encuentro más bacán», dijo alguna vez. El resto es historia conocida: el «Paraíso del pop» del diario El País, Lollapalooza Chile, Pulsar, South by South West, Álex & Daniel, el Festival del Huaso de Olmué, el Festival de Viña del Mar, Rock al Parque de Colombia, dos veces en el Teatro Lunario de México, llenar su primer su primer Teatro Caupolicán y la Teletón.

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Como una manera de cerrar un exitoso 2014 nació el registro audiovisual Los amigos de siempre, que estuvo disponible en línea por 24 horas y fue exhibido el 29 de diciembre pasado en una función única en el Cine Arte Alameda de Santiago. La película mezcla gran parte de su presentación en el Teatro Caupolicán con sus conciertos en México, viajes y la intimidad detrás del escenario.

Los amigos de siempre es un intento por retratar esa colectividad, ese ambiente festivo, esa cercanía de Gepe con sus fans. Aunque, a ratos, la cinta marea con su exceso de información visual, con los cambios de cámara poco prolijos. Tal vez, los momentos más interesantes de la cinta dirigida por Luciano Rubio están en la lentitud y melancolía de ciertas imágenes íntimas en que Gepe es simplemente Daniel Riveros. Paseos por El Zócalo con el malestar por los 43 normalistas desaparecidos en Iguala de fondo, cantando “Melipilla” sobre una trajinera en Xochimilco, cantando “Las flores” de Café Tacvba junto a Christiane Drapela o leyendo 2666 de Roberto Bolaño en el DF. Hay algo potente en esas imágenes. Una intimidad cada vez más lejana en su propuesta.

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Sería interesante el siguiente ejercicio: ver Los amigos de siempre luego del documental Al unísono (2007). El registro audiovisual de Rosario González y Pablo Muñoz muestra los inicios de las carreras de Gepe y Javiera Mena.

Al unísono está lleno de claves, de pistas —verdaderas y falsas— para entender a Daniel Riveros. Que le gusta la música por El Rap de la abuela (1989) de Wilfrido Vargas y por Woodstock: Music from the Original Soundtrack and More (1970). Que pensaba que Woodstock era una banda. Que se fue cansado de Taller Dejao. Que su nombre viene de una caja roja de diapositivas belga. Que sentía pudor y hastío ante las comparaciones con Víctor Jara. Que le gustaba jactarse de hacer música sin conocer las notas musicales.

En el Daniel Riveros de Al unísono hay mucha dificultad para hilar ideas, mucha dispersión, voz baja y timidez. Ahí, con esos antecedentes, el Gepe de Los amigos de siempre parece irreconocible. Y ese, finalmente, es su triunfo: hacer lo que siempre quiso. Ahora tiene más sentido lo que canta en “Amigos Vecinos”: «Cuando un lugar ya no es tu lugar, sino el de todos los demás. La cara solo se pone feliz».