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Música

Frikstailers: a risas luz de casa

Si todavía tienen control sobre sí mismos y sus movimientos cuando escuchan cualquier cosa que combine cumbia o dancehall con el voltaje intermitente de teclados, aléjense de los Frikstailers antes de que sea demasiado tarde.

Quizá todo haya comenzado como un chiste… Pero no del tipo "estaban dos chicos practicando Dance Dance Revolution para luego salir a ligar con sus pasos de baile". Un chiste más del tipo "a todos se nos ha ocurrido inhalar helio para deformarnos la voz". Porque así es, ¿no? Siempre llega la ocurrencia, el globo y el porro en el momento adecuado para beneplácito de todos.

Así nació El Morro y seguro así nació, con muchas décadas de anterioridad, la voz del pato Donald. Entonces, estaban un día dos chicos de Córdoba (Lisandro Sona y Rafa Caivano) jugueteando con la voz en plan ultrarrisueño hasta que se les pasó la mano con el helio: desplazaron tanto el oxígeno de sus organismos hasta que terminaron haciéndole quién-sabe-qué-cosa a sus glándulas pineales o abriendo una puerta interdimensional a nunca-sabremos-dónde. Y comenzó el contacto.

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Pero quienes los buscaban, no les permitieron empacar. Rafa y Sandro sólo alcanzaron a agarrarse del tapete del wii y de un par de pompones de sus hermanas porristas, dos objetos emotivos que les permitieron recordar el regreso y que constituyeron su único equipaje en aquello que, luego sabríamos, había sido una abducción. (Sus amigos nunca supieron bien a bien qué pasó; todos perdieron el conocimiento.) Risas luz y un indefinido apagón después, volvieron con dolor de cachetes, equipados de varias máquinas y con profundo conocimiento de los ritmos… Tal era su dominio de los artefactos y los ruidos, que podían manipular los movimientos de terrícolas y uno que otro infiltrado con la cadencia que ellos dispusieran.

Pronto, el colectivo argentino ZZK se enteró de su existencia, y quisieron para sus fiestas a aquellos dos chicos exóticos semiocultos cada uno debajo de un pompón. Ficharlos en su crew sería una de las mejores decisiones que pudieron haber tomado, aunque ellos en realidad pretendieran con ello hacer un guiño de ojo a los seres que habían dotado a los Frikstailers del poder de crear la combinación perfecta de música electrónica, bass, dub y uno que otro ritmo tropical.

Sin saberlo, habían contribuido a injertar en quienes les escucharan un chip bajo la lengua que en algún momento les hará --nos hará-- esclavos de nuestros propios impulsos eléctricos para conducirnos bailando a nunca-sabremos-dónde. Hoy, sus métodos se han multiplicado, y de las presentaciones en vivo allá en el Niceto, donde tuvieron lugar algunas de las primeras inserciones de chip, pasaron pronto a la vía de los mixtapes, un ep cuyo título pareciera presumir con arrogancia sus intenciones extraterrenales y, este año, un disco que pretende tranquilizarnos con su nombre: En son de paz, pero que a mí me recuerda sospechosamente el "no va a doler" que precede siempre a las inyecciones.

Así que uso este espacio para lanzar una advertencia: si todavía tienen control sobre sí mismos y sus movimientos cuando escuchan cualquier cosa que combine cumbia o dancehall con el voltaje intermitente de teclados, ordenadores y cajas de ritmos, aléjense de los Frikstailers antes de que sea demasiado tarde.

@peach_melba