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Música

En la Edad Media hubieron muchos episodios en donde la gente bailaba hasta que se moría

El ergot o cornezuelo, un hongo con capacidades alucinógenas, era uno de ellos y principalmente afectaba al centeno. La gente ahí comía pan hecho de centeno. Ustedes hagan las matemáticas.

Es como si un día doña Male sale de su casa en un sábado cualquiera, en un verano de estos, quizás el que está por terminar, y se pone a bailar. Así lo hace por horas, y poco a poco, los vecinos que la ven bailando en vez de gritarle “¡loca!” y grabarla con sus celulares, se le unen y no paran de bailar. Lo hacen así y las horas se convierten en días. Y los días en muerte. Doña Male, sin embargo, no sería la primera en morir. Tal vez Don Carlos, que tendría unos 80 años, sería el primero en sucumbir ante el agotamiento: un paro cardíaco. Los niños, hijos de Magali la vecina, morirían a las pocas horas de haber empezado a bailar. Curioso es que en lugar de parar y advertir del peligro que conlleva el bailar tanto tiempo sin parar, la gente y las autoridades acabarían uniéndoseles. Es una enfermedad, una infección, un virus que se trasmite y que es imposible de frenar. Al cabo de unos meses, centenas de personas morirían. No sería la primera vez que pasa.

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Existen varios registros a lo largo de la historia que indican la presencia de grupos de personas que sin razón aparente se ponían a bailar durante días hasta que morían. Existe un par de casos que de los que se tiene más información. Uno sucedió en 1374 en el oeste de lo que hoy es Alemania. Se dice que en esa ocasión fueron miles de personas las que murieron mientras bailaban. El otro sucedió en 1518 en Estrasburgo, que está en la frontera entre Francia y Alemania en estos días.

Así como Doña Male, Frau Troffea salió en una tarde calurosa del verano de 1518 y así sin más se puso a bailar. Al paso de una semana, una treintena de personas terminaron acompañándola en un baile desenfrenado. Un mes pasó y el número de personas bailando en estado de trance llegó a 400. Y porque el ser humano es muy inteligente, las autoridades de Estrasburgo pensaron que la mejor forma de frenar este rave renacentista, era poniéndoles un escenario, músicos y alentarlos a seguir con su desmadrito. Lógicamente, muchos de ellos murieron en cuestión de días… Digo, ¿bailar sin parar por días cagándote y meándote encima porque ni para tomar agua puedes parar? Eso es algo que se cuestiona… ¿Cómo carajos puedes pasar una semana bailando sin beber o comer? Pero aun más bizarro, ¿cómo puede la gente “contagiarse” y bailar sin parar durante tantos días hasta provocarse la muerte? Ahorita les digo.

El chiste de todo aquello es que bailaban sin querer. No lo hacían voluntariamente. Entraron en trance, según se ha establecido. Se cuenta que mientras bailaban gritaban de sufrimiento, cansancio, hartazgo, locura… Era como si el diablo mismo los hubiera poseído, pero en realidad se trataba más bien de un santo… San Vito. Se le temía a ese santo. Se pensaba que si lo provocabas, si andabas de pinche pecador, te iría a castigar justo poniéndote a bailar sin desenfrenadamente. Y así como todos nosotros somos unos pecadores, lo eran por igual los de aquella época, y como eran aún más religiosos de lo que somos ahora (¿será?), pues se creían eso del castigo divino y de cierta forma lo llevaban a cabo. Lo sentían. Se predisponían y sugestionaban, entonces aquello del baile podría ser cosa del señor Vito en acción. Pero no. Bueno, yo no creo.

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Pasemos a la explicación científica. En aquellos años no había muchos controles de calidad y aún no se había inventado el DDT (ja, ¿chiste de tío?). Muchos de los cultivos se plagaban con todo tipo de bacteria, bicho u hongo. El ergot o cornezuelo, un hongo con capacidades alucinógenas, era uno de ellos y principalmente afectaba al centeno. La gente ahí comía pan hecho de centeno. Les encantaba o tal vez era lo único que podían sembrar por ahí. Y bueno, la cosa es que este hongo produce unas toxinas que al consumirlas en grandes cantidades llegan a producir alucinaciones (habrá que recordar que Albert Hofmann sintetizó el LSD de la ergotamina, que viene del ergot). También puede producir convulsiones y otras cosas. Y sí, el ergot muy probablemente tuvo que ver con dichas actitudes frenéticas de los bailarines.

La región de Alsacia, donde Estrasburgo se localiza, padeció muchísimos problemas durante aquellos años. Las plagas y sequías hicieron que la producción y consumo de alimentos locales se redujera al mínimo. Esto hizo que todo subiera de precio y la gente no tenía dinero porque no podía vender sus productos. Les dio hambre, pues. Entraron en una crisis alimentaria tremenda y por si no fuera poco, tanto un brote de sífilis, que también te pone medio loco, como de viruela tuvieron lugar en la región. El caso es que se estaban muriendo de a montones, por diferentes razones y no sólo por la bailada.

Los que saben del tema sugieren que la causa de la epidemia fue en realidad psicológica. Sí, motivada por miedo, justificada por la religión y alimentada por la hambruna. Pareciera que lo único que les quedó fue ponerse a bailar. Entrar en trance para evadir la realidad. Y en este mismo sentido, como están las cosas en estos días, que no nos sorprenda ver en nuestras calles a verdaderas Doñas Male y Dones Carlos haciendo lo que Frau Troffea hizo hace casi 500 años.

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