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Música

El Columpio Asesino: De piedras preciosas a cetáceos burgueses

Pocos pueden argumentar que El Columpio Asesino no es una de las bandas más brillantes de España (si no es que del mundo) hoy en día. Van a tocar en México y todo eso es suficiente para que los hayamos entrevistado.

Pocos pueden argumentar que El Columpio Asesino no es una de las bandas más brillantes de España (si no es que del mundo) hoy en día. Despliega un sonido que toma elementos de la vanguardia (disonancia, krautrock y ahora, sintetizadores directo de la primera generación del industrial) para construir irresistibles canciones melódicas que pueden ser furiosas, perturbantes e inclusive frías. Así mismo, entre más difícil (y única) se ha vuelta su música, más han llamado la atención, tomando con energía a sus audiencias, como lo hemos visto en el Corona Capital, el Vive Latino y muchos otros foros en México y Latinoamérica. Platicamos con Álvaro Arizaleta, vocalista y baterista del quinteto pamplonés, acerca de su nuevo álbum Las Ballenas Muertas De San Sebastián (el quinto disco en su carrera), las crisis personales y nacionales que informan sus letras, lo que podemos esperar de su próxima presentación en el DF (25 de septiembre en el Foro Indie Rock!), y de encontrar inspiración en la rutina de trabajo, casas dilapidadas y bandas alemanas que usan taladros como instrumentos musicales.

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¿Nos puedes platicar lo que ha estado sucediendo con ustedes desde el lanzamiento de Diamantes?

Diamantes fue un disco que nos costó mucho grabar, creo que estuvimos nueve meses en el estudio en San Sebastián, precisamente. Fue un disco con el que dimos el paso más grande en nuestra discografía; de ser una banda underground nos hemos acercado un poquito más a lo que se le llama el gran público. Nos sorprendió mucho porque tampoco fue un disco con el que pretendiéramos hacernos más comerciales; es un discos que surgió como surgió, y luego con el tema de “Toro” fue algo que se nos escapó de las manos. Fue un disco con el que estuvimos girando. Fueron dos años muy exitantes, nos la pasamos muy bien con muchas experiencias, pero acabamos muy cansados. La verdad es que tuvimos un momento de crisis [porque] no sabíamos cómo afrontar el siguiente disco. Tenía claro que iba a tratar del momento que estamos viviendo ahora mismo en España y Europa, y sobre todo también que reflejara la crisis por la que estábamos pasando como grupo y como personas.

Convirtieron sus frustraciones en música, entonces.

Bueno , al fin de al cabo, es nuestro trabajo [ríe]. Intentar plasmar en música esos ruidos que tienes en las tripas. Como te comentaba antes, nos sentíamos bloqueados, entonces decidimos crear un ambiente nuevo, un espacio de trabajo nuevo al margen del lugar donde vivimos. Eso nos llevó a tomar la decisión radical de buscar una casa perdida en un pueblo. Estuvimos tres meses [ahí] para darle forma al disco. La verdad salimos muy contentos. Cuando nos retiramos a esta experiencia, conseguimos encontrar ese hilo del qué tirar.

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¿Cómo fue su día a día en esa casa? ¿Establecieron una rutina?

La verdad es que te das cuenta que las cosas se obtienen a través del trabajo y la constancia. La inspiración te viene trabajando, no porque sí. Nos pusimos una disciplina como cualquiera que tiene un trabajo. Yo me levantaba a las ocho de la mañana, era el primero de la banda en levantarme. A las 9 o 10 comenzábamos a trabajar hasta como el mediodía; parábamos a comer, nos bajábamos a un río precioso que había en la montaña, nos dábamos ahí un baño para subir un poco refrescados y volvíamos a trabajar de 5 a 10 de la noche. Por supuesto, siempre había días en los que te patinabas un poco, pero lo importante es que no acabamos de romper la rutina, nos agarrábamos de ella. Nos repartimos las tareas; mientras unos trabajamos más otros preparaban la comida; nunca hemos tenido un problema a la hora de aceptar cada [quien] su rol en la banda y nos hemos complementado muy bien. El verano pasó en armonía y fue muy fructífero.

Es interesante que cuentes eso, la mayoría piensa que una banda es pura fiesta pero es un trabajo.

Hombre, sí. Parece que hay como una leyenda. Se respeta poco el trabajo del músico porque da la sensación que es alguien que se ha bebido unas cervezas, se ha enchufado lo que sea, ha cogido la guitarra y le ha salido una canción. Si tienes la idea de sorprenderte a ti mismo y a los demás, cada vez se hace más difícil. Todo requiere de un trabajo de investigación [y] de experimentación, de probar caminos diferentes para llegar al destino adecuado. Picasso no llegó a hacer esa abstracción sin antes haber dibujado miles y miles de retratos. Todo forma parte de muchas horas de estudio y trabajo, y al final, también evidentemente de vibra.

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¿Dónde está esta casa donde trabajaron las canciones y cómo era?

El azar nos llevó a la casa. Cuando fuimos a ese pueblo, íbamos a preguntar por otra casa pero encontramos este sitio y nos gustó. Está como a una hora de Pamplona, donde casi empiezan los Pirineos. Es un pueblito muy pequeño que tendría viviendo unas 25 personas. En invierno habría como 10 porque neva mucho. La casa estaba en muy mal estado pero nos vino muy bien como inspiración, al ver como una casa se empieza a caer a pedazos. Está en una montaña, en una zona de jabalíes, ciervos y ríos. Es curioso que en una zona tan bonita nos haya salido un disco tan oscuro.

Eso suele pasar. ¿Se inspiraron en algún sonido o banda para hacer estas canciones?

Llevamos unos referentes. En ese momento estábamos inspirados por bandas como Einstürzende Neubauten que son un grupo que siempre ha tratado de reflejar la gran metrópolis —ese ruido, ese caos— con taladros y todo eso. Nosotros teníamos un concepto parecido [pero] no tan radical. También la new wave neoyorquina como Suicide que creo que se nota bastante en el disco. Más que nada, música obsesiva de mantras electrónicas y urbanitas.

¿Entonces se quisieron ir por una vertiente industrial?

Un poco eso era lo que queríamos reflejar, el sonido de una ciudad decadente, esas máquinas que ya están sin engrasar. Como siempre hemos tratado de combinar nuestras intenciones en el presente con lo que hemos recorrido a través de los años.

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¿Considerarías que Las Ballenas Muertas de San Sebastián es un disco político?

No me atrevería a decirlo. Yo entiendo que un disco político es cuando a través de un disco intentas marcar una dirección y convencer a alguien de algo. [Nosotros] intentamos reflejar una decadencia y el final de una época que estamos viviendo aquí [en España]. Creo que estamos viviendo unos momentos extraordinarios a los que no les puedes dar la espalda. Más que señalar a un asesino en concreto, lo que hacemos es describir situaciones desde nuestro punto de vista, de un mundo que creo que está acabando. No sé si eso lo convierta en político pero sí es nuestro disco más social.

¿Por qué el título del disco? Sé que es una pregunta que te deben hacer mucho, pero me gustaría conocer la referencia.

El título se entiende más aquí. San Sebastián es una ciudad [que] podemos decir que es icono de una sociedad…no tanto aristocrática sino de alta burguesía. Hace no mucho, un par de años, en la Concha —la playa famosa donde se celebra el festival de cine— apareció una ballena muerta, de dimensiones enormes. Entonces, el contraste me pareció un símbolo que representaba lo que estamos viviendo ahora: una sociedad barada. Por otra parte, me recordaba a un naufragio que hubo no hace mucho aquí también, el Costa Concordia; murieron 400 personas y el capitán se fue por patas, se escapó. Son metáforas de un montón de cosas.

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¿Piensas que habrá un fin a esta crisis? ¿Será una luz al final del túnel o las cosas se pondrán peor?

Lo que opine yo tampoco va a ningún lado, es una opinión personal. He sido muy optimista respecto al creer un poco en la humanidad. Yo creo que esta crisis, por lo menos en España, está sirviendo para que la gente empiece a tomar consciencia de lo que es ser ciudadano, estar al pendiente de los que te gobiernan; vigilarlos, ser militante y asumir [nuestras] responsabilidades como individuos. Aquí siempre siempre se ha vivido más o menos bien, nunca se han preocupado de nada, [y] han delegado responsabilidades [a] políticos y empresas corruptas, [que] nos han llevado a las situaciones que estamos. Creo que la gente vuelve a tomar consciencia social, que es algo que se había perdido. La gente se ha dado cuenta que ha vivido un espejismo de algo que no ha existido, nunca han sido ricos, ni siquiera de clase media; muchísimos aquí hemos sido pobres y lo vamos a seguir siendo. Por lo menos tomemos consciencia de nuestro presente y nuestra responsabilidad. Con eso me conformo, la verdad.

Que se acabe la apatía que tantos tienen ante estos asuntos.

La derecha neoliberal se ha encargado muy bien de decir “todos somos iguales”, “las ideologías no valen para nada”, “cada uno es responsable de su presente y su futuro”, y bueno, no es tan sencillo como eso. A veces hace falta tomar pasos y partido por cosas en el día a día y en la sociedad. Ahora en España hay un movimiento importante, la calle está muy agitada y puede ser una esperanza.

Están a punto de regresar a México, ¿qué podemos esperar ahora cuando los veamos en vivo?

Ahora presentaremos Las Ballenas Muertas… en la primera mitad del concierto y ya iremos con otras canciones que mejor creemos funcionan en directo y que la gente demanda de nuestra discografía.