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Música

¿Deberían prohibir el selfie stick?

En el Reino Unido, los recintos están prohibiendo entrar con selfie sticks a los conciertos. ¿Debería pasar lo mismo en Estados Unidos y Latinoamérica?

llustración por Rob Dobi

El selfie stick es un palo retráctil que permite a los usuarios tomar fotos con sus teléfonos a una distancia mayor a la que les permiten sus brazos vía bluetooth, cable o el disparador automático del teléfono. Básicamente, es una prótesis para tomar fotos para Instagram. En retrospectiva, su creación era inevitable. Tan inevitable como la mantequilla deslactosada y la viruela. El selfie stick fue calificado como una de las mejores invenciones del 2014 por la revista TIME, y poco a poco va ganado reconocimiento en Oriente. Hace unos meses estuve en Hong Kong y Shanghái. La presencia del selfie stick es ya imponente por esos lares. Al parecer el 2015 va a ser el año del selfie stick.

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Pero el ascenso del palo no ha estado exento de controversias. Apelando a la salud, la seguridad y cuestiones de perturbación, muchos recintos importantes del Reino Unido están prohibiendo el dispositivo. Un representante de la O2 Arena, el recinto techado más grande de ese país, dijo a la NME: “El O2 no permite el acceso con selfie sticks a la arena debido a consideraciones de seguridad. Sus selfies son bien recibidas. Pero por favor dejen el palo en casa.”

¿Esto se va a extender a todos los recintos musicales del mundo?

¿Estados Unidos, la tierra natal del stick va a seguirles el juego?

Chris Díaz, gerente del Roxy Theater en Los Ángeles, dice que aunque por ahora sólo ha visto selfie sticks en cantidades pequeñas y entre las audiencias más jóvenes, si se hicieran más populares, fácilmente podría imaginarlos convertidos en un problema. “Seguramente recibiría muchas quejas de gente que pagó su boleto y no pudo disfrutar del concierto. Probablemente habría personas que usarían el palo como arma. Tal vez alguien se emborracha y le tira el trago encima a alguien más y de pronto el palo ese se convierte en una macana.”

Pero, más allá de asuntos de seguridad pública, los selfie sticks en los conciertos pueden ser un inconveniente dolor de huevos. Imagina esto: estás entre una masa de gente viendo tocar a tu banda favorita. La energía sube. El líder de la banda se inclina con la base del micrófono hacia el público y navega por encima de la audiencia. Todo el mundo pierde la cabeza. Luego, de la nada, un palo de plástico aparece frente a tu cara y revolotea alrededor del cantante, revoloteando a si alrededor como una avestruz confundida. Y luego aparecen otros dos. Tu visión está bloqueada, la atención de la banda está dispersa y el momento épico termina arruinado por una situación incómoda y gandaya. ¿Crees que esta situación defina la música en vivo con el selfie stick?

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Brian May de Queen, usando su palo.

“Personalmente, creo que son bastante molestos,” dice Meghan Galewski, gerente de Rough Trade en Brooklyn. “Para mí es igual de exasperante que la gente que usa su iPad para tomar fotos y videos en un show. De pronto tienes una gran obstrucción en el campo de visión de todos los demás que están tratando de ver a una banda.”

Pero el selfie stick es una aportación bienvenida a la fotografía. Hay imágenes épicas como esta y esta, entre muchas otras, que sólo hubieran sido posibles con el uso del dispositivo en cuestión. Y sin duda se podrían tomar unas fotos de concierto muy chingonas. Pero también un drone a control remoto o un equipo profesional de camarógrafos también tomarían unas excelentes, y esos recursos no se le permiten a cualquiera que quiera llevar alguna de esas cosas a un show. ¿Se debería de reglamentar el selfie stick también?

“No creo que deban prohibirse del todo,” dice Galewski. “Siempre y cuando no estés haciendo algo inoportuno que arruine la noche de todos los demás, pásatela bomba con tus selfie sticks y tu iPad o lo que sea. Yo sólo voy a estar ahí atrás juzgándote,” agrega.

Este güey.

Los críticos han condenado al selfie stick y lo han responsabilizado de contribuir a la cultura del narcisismo, sugiriendo que es la manifestación absoluta de nuestra vanidad del siglo 21. “En la guerra cultural sobre si las selfies son arte auto-expresivo que vale la pena elevar o el narcicismo digital en pleno llevado a niveles ridículos, el selfie stick es un nuevo campo de batalla,” dice Kashmir Hill de Forbes. “Tal vez estoy siendo un poco pedante, pero, tal vez, ¿PÍDELE A UN AMIGO QUE TE TOME UNA FOTO, NO? Construye una relación real o algo. Deja de ser un narcisista autocontenido,” dijo un miembro anónimo del equipo editorial de BuzzFeed.

Pero esa discusión no parece ser una defensa válida para la disyuntiva de prohibir el stick o no. El debate se concentra más en cuestiones de seguridad y de disturbios que en el narcisismo global. La gente que preferiría no ver un selfie stick en un show no mantiene esa postura porque les preocupan las implicaciones sociológicas de la proliferación del stick, sino porque no quieren un montón de palos flotantes en un concierto al que podrían asistir, de la misma forma en la que probablemente no les gustaría que la gente llevara guantes gigantescos de esponja.

La sugerencia tácita de aquellos que están de acuerdo con la prohibición de los selfie sticks es tomarse una selfie a la manera tradicional de la vieja escuela (que, aparentemente está de moda ahora). En el resto de su declaración para la NME, la gente de O2 Arena dijo: “Los sticks pueden significar que se te niegue la entrada al evento, así que te aconsejamos que no los traigas y que te apegues al uso garantizado del brazo.”

Ya estamos en la era del selfie-post-brazo, y como en toda transición social, debemos de reconfigurar nuestras costumbres obsoletas. Con el incremento de popularidad de los selfie sticks, van a aumentar las quejas al respecto. Zoológicos. Montañas rusas. Aviones. Albercas. Los recintos de música son sólo la primera batalla de esta cosa que se replantea a sí misma contantemente llamada sociedad. Más bien, la pregunta es: ¿con qué otra cosa van a salir después?

Brent Crane está en Twitter y tiene una selfie en su foto de perfil. Júzgalo.