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Música

El día que Madrid fue la capital de la 'kissmania'

Ver a Kiss es más que ir a un concierto: es un ritual y una megaproducción, y los fans madrileños lo dejaron claro esta semana.

Existe un termómetro que no falla para saber cuándo hay un concierto de los grandes en el Palacio de Deportes de Madrid: darse un paseo antes por la Plaza de Felipe II y ver el nivel de ocupación de los bares, tascas y tabernas que la rodean. Ayer, con Kiss, se podía hablar de aforo completo. Si luego entraron 15,000 personas a ver el show, fuera debían estar las mismas desde tres horas antes.

Porque ver a Kiss es más que ir a un concierto, y ayer lo pudimos comprobar. Es un ritual que incluye el maquillaje, saludar a colegas de toda la vida, beber cachis [cubas de vasos de a litro] y desempolvar las camisetas de giras anteriores de la banda. Por allí se podían ver reliquias de tours de hace décadas. Giras que ya anunciaban la despedida de la banda de Gene Simmons y compañía. Despedida que nunca llegó a producirse.

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Kiss lleva 40 años con el rock and roll y el glam a cuestas. Da igual que, aunque sigan sacando discos, la mayor parte de sus éxitos vengan de los setenta y ochenta, ya que sus fans les consienten todo. Disfrutan con que lleven más fuegos artificiales que en Las Fallas y a la salida se gastan 30 eurazos en la camiseta de esta gira. Porque se rumorea que no van a volver por aquí. Se lo han ganado a base de guitarrazos, tacones y sacar la (kilométrica) lengua. Por eso esto de la 'kissmanía' va de generación en generación y ayer había miles de niños y adolescentes con sus padres, celebrando el principio de las vacaciones.

El ambiente recordaba al de las verbenas. Unos minutos antes de las 21:30 horas, la plaza se fue vaciando, los heavys de toda la vida y los fans más jóvenes se metían a toda prisa por la puerta para no perderse los compases de "Detroit Rock City", con la que los Kiss —tras la intro— arrancaron el concierto. Qué pena no haber aceptado esa oferta de 120 euros por dos entradas que nos hizo un revendedor.