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Música

Carta abierta al tipo ridículamente guapo que fue uno de los tiburones de Katy Perry en el Super Bowl: Vete al carajo

¿El mundo necesitaba un tiburón guapísimo?

El medio tiempo del Super Bowl es una honorable tradición milenaria donde el deporte masivamente comercializado y la música masivamente comercializada se bifurcan en una noche mágica, altamente comercializada. Es la parte más relevante del Super Bowl, seguido peligrosamente de cerca por anuncios de cerveza y, si queda algo de espacio, un poco de fútbol. Ayer en la noche el show de medio tiempo de Katy Perry se robó la noche y una Katy Perry vestida de pelota de playa fue opacada solamente por la presencia de sus bailarines enfundados en botargas de tiburón.

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Todo el mundo en Twitter y Facebook estaban hablando de los tiburones de Katy Perry, porque a eso hemos llegado como sociedad. A un punto tan bajo en el que unas botargas de tiburón bailando la macarena es una forma de entretenimiento posible. Uno de esos tipos se llama Scott Myrick. Y es este güey:

Photo vía el Instagram de Scott

Como se puede ver en la foto aquí arriba, él es exactamente lo que podríamos llamar “ridículamente guapo”, si un abdomen de lavadero y una musculatura impecable es lo que lo determina. Como sea. BuzzFeed fue muy rápido en revelar esta noticia importantísima en un artículo bruscamente titulado como “Uno de los tiburones bailarines de Katy Perry está muy guapo” o algo así, en donde aparecen multiples fotos de su abdomen expuesto que tomaron de la cuenta de Instagram de Myrick. Por si fuera poco, El mismo Myrick hizo una sesión de Q&A en Reddit donde respondió muchísimas preguntas que podrían surgir a partir de ponerse una botarga de tiburón. Como por ejemplo: “¿Cuánta visibilidad tiene el disfraz?” y cosas así. La visibilidad era terrible, dice Myrick. Se estrelló contra una palmera pero la cámara no lo captó, guiño.

Como Scott está teniendo sus 15 minutos de fama y probablemente está leyendo absolutamente todo lo que el internet dice de él (no duden que en un rato va a ser el invitado en The Ellen Show), voy a asumir que está leyendo esto también. Ahora quisiera dirigirme a ti personalmente, botarga de tiburón y bailarín ridículamente guapo, Scott Myrick…

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Oye, man, vete al carajo.

Perdón si esto se interpreta de manera muy violenta. Estoy seguro de que eres un buen tipo y que has trabajado duro en lo que haces, pero por otro lado, vete al carajo.

¿Sabes lo difícil que es conseguir un trabajo en la industria del entretenimiento? Claro que sabes, tienes uno. Ahora imagínate lo difícil que hubiera sido conseguir ese trabajo si no tuvieras tus mechones dorados Ryan Goslingescos, tu six-pack ondulante, y como sea que se llame esa cosa donde los músculos de tu abdomen se encuentran con los huesos de tu cadera.

Todos los días hay miles de cantantes y bailarines a los que se les niegan esos trabajos porque no tienen ese “aspecto adecuado” que es un eufemismo de la industria para “estás bien pinche feo como para subir a un escenario importante”. Van a tener que someterse a años y años de audiciones humillantes en su carrera, sólo para ser rechazados una y otra vez hasta que esté completamente desmoralizados, abandonen el sueño de su vida, y se conviertan en un mesero de la taquería más cercana.

Un trabajo que requiere ponerse una botarga de tiburón que cubre la cara y el cuerpo hubiera sido la oportunidad perfecta para aquellos esperanzados del mundo que se ven constantemente retados estéticamente. Hubiera nivelado la competencia para todos esos güeyes horribles con grandes expectativas. Pudieron haberse parado frente a millones de personas, con sus caras tapadas con capas de fieltro azul, y hubieran cumplido su sueño de toda la vida. Pero tu se los robaste Scott. Te escabulliste con tus biceps fuertes y masculinos y se los arrancaste de las manos.

Pero para ti fue sólo otro día de trabajo. Probablemente hayas visto las repeticiones sentado en un sillón de piel fina, con tus firmes pero flexibles nalgas soportando el resto de tu torso flagrante, y te encogiste de hombros. Ho-hum, un día más en la vida de Scott Myrick, la botarga de tiburón más guapa del mundo.

¿Conoces a una persona fea, Scott? Probablemente no. Seguramente te la pasas rebotando de una fiesta en Hollywood a otra en un yate, descansando tus carnes desnudas y tus biceps inflados al rededor de muchas mujeres igual de ridículamente guapas que tu. “¡Ja ja!”, te ríes. Y tus pectorales palpitantes protuberan a través de tu camiseta de diseñador. “¿Te imaginas ser normal?” piensas, mientras tu y todos tus amigos modelos caminan a un penthouse y tienen una orgía de dos días para presumir esos bronceados perfectos.

Después de tu presentación de ayer en la noche, cuando te desabrochaste la botarga con esos dedos de manicure perfecto, y te saliste del disfraz con una pierna de maratonista a la vez, y te viste en el espejo a través de tus ojos color azul océano presumiblemente penetrantes, espero que te hayas preguntado: ¿El mundo necesitaba un tiburón guapísimo?

Espero estés contento contigo mismo, egoísta pero hermoso, hombre.