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Música

Bienvenidos a la nueva y no-tan-terrible generación de cantautores

A pesar de que técnicamente Sam Smith es uno de ellos, el concepto del cantautor todavía no se vende a las masas hasta la muerte, por ahora.
Emma Garland
London, GB

Este artículo se publicó originalemnte en NOISEY UK.

La Gran Bretaña ha jodido la mayoría de sus industrias locales, pero una industria en especial en la que seguimos siendo un ente de referencia es la producción de autores musicales. Desde Kate Bush a Nick Drake o Peter Gabriel hasta Amy Whinehouse, tenemos una vasta composición de artistas que pondrían en jaque incluso a The Polyphonic Spree. Desgraciadamente conforme los años han pasado el panorama de los cantautores se ha distorsionado de una manera apática, por lo que la etiqueta de “cantautor” se ha vuelto una herramienta más del pop mediático mediocre.

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La crítica más común es que todos suenan de la misma manera – es complicado refutar el argumento cuando piensas que la única diferencia entre los artistas de hoy es la forma en la que el departamento de mercadotecnia les da un uso promocional. Tienes a tus artistas indie como George Ezra y Hozier, los cantantes de pop contemporáneo como Ed Sheeran, Paolo Nutini y Sam Smith, y por último los revoltosos, anti-sistema pero bastante relajados como Jack Johnson y Frank Turner. Pero al final, lo que realmente obtienes es un producto. Un tipo con una camiseta holgada o con un traje de los 60, escribiendo canciones lúgubres sobre relaciones monógamas fallidas.

Probablemente un punto de partida de esta tendencia fue los tímidos cafés en los que se reproducían canciones de Norah Jones una y otra vez. Con su álbum debut Come Away With Me en el 2002 que todavía mantiene su lugar como uno los 5 mejores discos vendidos en el siglo XXI, se abrió una compuerta para que otros pudieran arrastrarse a imitar lo que ella estaba haciendo. No la podemos culpar por todo. The BBC Sound, los Brits, el Mercury Prize – han estado en una constante cacería por encontrar al siguiente Ben Howard para que tu mamá lo escuche (aparentemente es el sector demográfico de mayor poder de compra de este tipo música) y todos nosotros.

No estoy diciendo que el público en general no apoye necesariamente esta trampa propagandística y a estos artistas maricas – vivimos en un mundo en el que la venta de boletos para Ed Sheeran en el Madison Square Garden se acaba en tres minutos y abren tres fechas consecutivas para el Wembley Stadium; ni siquiera Beyoncé podría decir lo mismo –parece que este tipo de artistas tienen un mercado viable para el resto de sus vidas. Hablando desde una perspectiva comercial y no artística.

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Hoy en día, escuchas el término “cantautor” y no piensas en un enigmático trovador como Manu Chao, quien tiene una desarreglada apariencia original y hecha mierda a todo el sistema político en el que vivimos en sólo 12 versos. Tampoco piensas en un Elliott Smith, el cuál ha logrado ponerle una melodía a tus más oscuros pensamientos. No, ahora piensas en color rosa, en el regalo de navidad o la rosca de reyes, en Fernando Delgadillo, en Nicho Hinojosa, o en cualquiera de las novedades de trova de mierda que ponen en la radio a cambio de baladas. El rol del cantautor en la cultura pop ha cambiado invariablemente, de un crítico político, a un retorcido emocional, apoyado por una industria grande que le ha proporcionado un micrófono en una ceremonia pesadamente patrocinada por marcas de consumo.

Sam Smith, llorando con el sonido de su propia voz en la edición número 57 de los Grammy Awards, 2015.

Todo esto apunta a que cualquiera que use la etiqueta de cantautor en el 2015 es una encapsulación de todo lo que puede ser deprimente en el sonido, pero esto no es verdad. Claro, puedes considerar a Sam Smith como la definición de la muerte diferencial y a Ed Sheeran como esa lágrima culposa en la almohada de la música moderna. Pero no dejemos que el cantautor se convierta en una simple etiqueta que golpea tu lastimado corazón prejuicioso, por que si realmente ves más allá de las listas de popularidad, te encontrarás con una nueva generación de cantautores que no son una mierda.

Muchas personas dejarán de leer este artículo en este punto y se volcarán de furia en la sección de comentarios, escribirán cosas como “Lo mejor de la música pasa afuera de esas populares listas, bastardos que escriben para Noisey,” y tienen razón. Elliott Smith, Nick Drake y Jeff Buckley, por ejemplo, son considerados como un referente musical y nunca llegaron a los primeros 200 lugares en dichas listas (mientras estaban vivos). Ocasionalmente te encontrarás con uno o dos de ellos en la red. En los Brits del 2011, por ejemplo, cuando incluso Laura Marling se notaba bastante confundida cuando ganó un premio. También en los Grammys, cuando una generación entera preguntó por Twitter “¿Quién demonios es Bonny Bear?” (Bon Iver), o hace poquito cuando Beck tuvo un momento incómodo gracias a la queja de Kanye West. Ahora, más que nunca, buscar cantautores galardonados es como destajar un sundae – tienes que comerte muchísima mierda artificial antes de poder probar la cereza de verdad.

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Independientemente de tu definición que tengas del famoso “hazlo tú mismo,” el cantautor es tradicionalmente considerado como una figura afianzada a sus raíces. Bob Dylan no robó el estilo de Woodie Guthrie, Dylan se dedicó a imitar la figura tradicional del cantautor-cuenta-historias y la integró a la escena del folk, dicha escena siempre ha tenido un cierto aire socio-político y confesional. No estoy diciendo que escribir sobre política tiene un propósito mayor que escribir sobre corazones rotos o cualquier otro aspecto de la vida en general – o que jugar con los procesadores de señal de la guitarra tiene mayor legitimidad que cuidar la voz – la mayoría de los cantautores destacados hablan sobre las cosas cotidianas que conocen. Si lo único que conoces es la vida en una escuela privada, entrenamiento vocal y la integración de redes sociales, obviamente ese conocimiento afectará lo que saques al mercado. Para mí, Trust Fund, King of Cats, Alex G, Frankie Cosmos y Mac DeMarco tienen personalidades fuertes que son firmemente reflejadas en el contexto de la música que escriben. Esto se debe a que tienen un control absoluto de lo que están haciendo – una de las características claves de un cantautor.

Para nuestra desgracia, si se incrementa el número de personas involucradas en el proceso creativo, las idiosincrasias que caracterizan la mera composición del cantautor se verán tiradas al drenaje como un condón usado. Las composiciones pasarán de ser un elemento personal a ser un producto singular. Hay miles de explicaciones técnicas al sonido que Alex G “Harvey” tiene, pero al final todos los caminos desembocan en el hecho de que Alex G hizo todo su trabajo en un disco grabado en estudio.

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No se necesita ser un genio para descifrar que los denominados cantautores de nuestro tiempo son realmente cantantes. La publicidad que lees los etiqueta como cantautores, pero nos toman por pendejos si piensan que creemos que ellos hacen todo el trabajo. Por ejemplo, Ed Sheeran comparte sus créditos de autoría con otras seis personas en la producción del X, Sam Smith con nueve personas en In The Lonely Hour, Adele con 12 en 21 (aunque siete de ellos sólo aparecen en una canción). Compara eso con “Todas las canciones fueron escritas y compuestas por Beck” así que etiquetarlos a todos con el mismo atributo no tiene sentido. Probablemente esta terminología está tan diluida que ya nadie quiere ser etiquetado de esa manera, lo único que estoy diciendo es que si vamos a llamarle a alguien “cantautor” es por que esa persona realmente realizó todo el trabajo por sí mismo. Tus Sheerans, Smiths, Buggs y Adeles – a pesar de que sean realmente eficientes en la construcción de melodías – son popstars y nada más.

El reclamo de la reconstitución de lo que implica ser un cantautor puede terminar por ayudarse de una tendencia que ha estado emergiendo, re-produciendo material pasado en este siglo: el resurgimiento de la época de los 70. En caso de que no lo hayas notado, se están vendiendo cosas como pantalones acampanados y flecos en este momento, así que si no estabas babeando cuando Coachella estaba en su máximo esplendor es posible que esta sea la razón. No olvidemos que en los años 70 hubo un boom en la producción de artistas masivos considerados como cantautores: Joni Mitchell, Bruce Springsteen, Patti Smith, James Taylor, Elton John, David Bowie, y todos los demás que se volvieron solistas después de que su banda británica progresiva se desintegró. Estamos viendo a distintos artistas usar la estética y esencia de los 70 como refritos.

Chris DeVille escribe para Stereogum: “Algunas de las nuevas voces más interesantes de la actual escena están desafiando sus talentos al desarrollar música que llama a la época de los cantautores sinceros de la década de los 70.” Él se refiere a músicos como Tobias Jesso Jr, Father John Misty y Natalie Prass, piensa que el sonido que estos artistas producen está “específicamente triangulado a ese punto perfecto que llama al tiempo en que un pop altamente orquestado en estudio fue como una bomba que se aplicó a melodías dulces, mundialmente conocidas y expertas.”

Creo que el principal problema del término cantautor es que es tan extenso y tiene tanto poco significado como EDM; usarlo para referirse a cualquier artista que pueda estar en un espectro tan amplio que va desde Mark Kozelek a Daniel Bedingfield. De lo único que este término sirve es para resaltar el hecho de que cualquier persona que sea etiquetada como un cantautor es para dar la idea que están realizando el trabajo por ellos mismos a pesar de que esa no sea la realidad. Lamentablemente, Gran Bretaña es culpable de seguir apoyando la continua producción de cantantes que generan música inofensiva.

Así hay dejar de pensar en esas personas cuando estamos hablando de cantautores, debemos de pensar en esos músicos que hacen que tu piel se ponga de gallina y tu cabeza se mueva al ritmo del pulso métrico, voltees y digas “sí, esa es la persona”. Mac DeMarco no sólo canta “Ode to Viceroy”, el es el puto Viceroy. La única canción de Ed Sheeran que realmente expresa lo que tengo que decir sobre él es “Don’t”. Un cantautor no es reconocido por lo que de verdad es debido a que su nombre esta totalmente ligado a una industria discográfica que hace que te atragantes un producto de plástico todas las noches en esos lapsos entre episodios de Friends; es por que están íntimamente, profundamente e inseparablemente relacionados con su arte.