¿Te puedes hacer adicto al trolleo?
Ilustraciones por Che Saitta-Zelterman.

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¿Te puedes hacer adicto al trolleo?

Para algunas personas se ha vuelto cada vez más evidente que trollear no es solamente un estúpido juego en internet.

No fue hasta que sus amigo empezaron a sacarlo de sus vidas que él se dio cuenta de que tenía un serio problema con trollear.

Por años Dave sintió impulsos por discutir "con cualquier persona sobre cualquier cosa" en la red. Trolleaba como lo hacen los profesionales, bajo un nombre falso. Entre más anónimo resultara en los mensajes y en las bandejas de comentarios, mejor.

Cuando se suponía que debía estar trabajando, se metía obsesivamente en ardientes discusiones en la web. Su jefe advirtió su comportamiento indisciplinado en línea cuando se metió en una larga y desagradable discusión en la sección de anuncios de un periódico local, tanto que el periódico cerro la bandeja de comentarios para siempre.

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Uno de los episodios que más recuerda fue cuando dejo ir su ira contra una vieja amiga en Facebook por postear un artículo titulado "súper islamofóbico" que Dave encontró ofensivo. Discutió enfadado todo el día sobre eso, diciéndole que ella no sentía interés por nadie que no fuera cristiano y blanco y que era una persona horrible. Y cuándo la hermana del amiga de Dave se unió a la discusión le dijo: tú también vete a la chingada.

Días después le escribió su amiga diciéndole "te conozco desde la secundaría; eras una de mis personas favoritas, pero no puedo seguir teniéndote en mi vida". Desde entonces no han hablado. Dave admite que se sintió mal después de lo ocurrido. Pero me dijo "¡en el momento pensé que estaba totalmente mal!"

Su falta de preocupación por las consecuencias de sus actos fue una de las cosas que lo hicieron un troll. Actualmente Dave es un productor de contenido digital en el sur de California. Estuvo de acuerdo en hablar con Motherboard, solamente con una condición, que se publicara bajo seudónimo, por la vergüenza que sentiría si se diera a conocer como un troll.

"Hay un éxtasis por llegar a estar en lo cierto que los trolls persiguen con ansia", afirma Dave, ahora con 40 años. Pero en su momento no disfrutó sentir la responsabilidad de querer educar y corregir a la gente.

Los trolls son usualmente retratados como gente alegremente maliciosa, que golpean sobre sus teclados insultos desde el anonimato hacia completos desconocidos. No obstante, se ha vuelto cada vez más evidente que para algunas personas no es solamente un estúpido juego en internet. Además de no ser nada saludable para las víctimas y los causantes, puede convertirse en dañino para aquellos que, como Dave, no pueden resistir hacerlo.

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Dave dice ver similitudes en su hábito de trolleo y el efecto de otras adicciones. O como lo que la edición más reciente del Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (DSM-5) refiere como "trastornos del uso". El DSM-5 define estos trastornos como el uso recurrente de una sustancia, ya sea alcohol o cocaína, que "provoca deterioro clínicamente o funcionalmente significativo".

Al mismo tiempo, Dave nunca ha tenido un problema de mal uso con una sustancia adictiva. Por lo que la comparación entre este tipo de adicciones físicas y el excesivo trolleo no está probado en la vida real o en experiencias personales.

Sin embargo, un término más preciso que "trastornos del uso" para describir la compulsión de troll podría ser un "trastorno de control de impulsos" —un grupo que incluye cleptomanía, piromanía y la adicción al juego— "donde tienen un impulso y no pueden detenerse, incluso cuando pueden tener consecuencias dañinas", de acuerdo con el doctor Ramani Durvasula, psicóloga clínica licenciada y profesora de la Universidad Estatal de California, Los Ángeles, y autor de Surviving Narcissists.

Algunos psicólogos y académicos que han estudiado a los trolls en línea notan cosas en común entre el trolleo excesivo y el "trastorno del uso", aunque sólo hasta cierto punto. Afirman que es un circulo vicioso, por lo que mucha gente debería recibir tratamiento psicológico. Sin embargo, es poco probable que los trolls lo busquen.

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Además, hay pocas posibilidades de que la terapia ayude aunque acudieran.

Un obstáculo para tratar a los trolls es que nadie está de acuerdo en que es 'trollear'

A finales de la década de 1980 y principios de los noventa, "trollear" se refería generalmente a una especie de broma en línea. Es lo que algunas personas llaman ahora "trolleo clásico", según la doctora Patricia Wallace, autora de La psicología de Internet.

"El objetivo era simplemente engañar a la gente. Es decir, fingir responder y debatir un tema, y decir: 'Estás loco', o ese tipo de cosas", argumenta Wallace, ex directora del Centro de Juventud Talentosa de la Universidad Johns Hopkins y actual profesora adjunto en la Universidad de Maryland University College Graduate School. "Pero con el tiempo, el trolleo se asoció con cosas mucho más negativas: discursos de odio y acoso cibernético. Así que lo que los medios llaman 'trollear' ahora es una especie de término con varios significados".

Whitney Phillips, Investigadora sobre trolls y autora de Esto es por lo que no podemos tener cosas lindas: mapeo de la relación entre el trolleo en línea y la cultura mainstream, comenta que el término troll ha perdido significado debido a su sobre uso. A pesar de haber escrito varios libros sobre trolls, la misma Philips desprecia el término, quien ahora afirma que es una expresión imprecisa.

Erin Buckels, candidata a doctora en Psicología por la Universidad de Columbia y autora principal del libro titulado Trolls, solamente quieren divertirse está de acuerdo en que las definiciones sobre trolls son difíciles de encasillar.

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Las personas describen el mismo comportamiento de diferentes maneras, además de que han propuesto distintas clasificaciones de trolls. Sin embargo, actualmente no existe evidencia científica que las valide. Aún así, se lleva a cabo mucha investigación psicológica sobre las dimensiones de la personalidad que caracterizan el comportamiento de los trolls y en la distinción de características específicas que los definen.

Mientras tanto, existe un creciente interés por el estudio del trolleo, desde que se ha convertido en un problema visible y un tema serio dentro de las adicciones digitales, de acuerdo con Brenda K. Wiederhold, presidenta del Centro de Realidad Virtual. Sin embargo, la poca investigación que existe hasta ahora está basada en anécdotas.

Cuando los investigadores tratan de identificar las principales características, Phillips nota que cualquier información demográfica es fácilmente superada por lo que los trolls postean. Es decir, cuando publican un comentario misógino es probable que sea hombre; cuando alguien deja un comentario racista, los más probable es que sea blanco. Advierte que si investigas sobre trolls debes asumir que la mayoría de lo que postean es falso. Son trolls después de todo.

De a cuerdo con Wiederhold, los investigadores interesados en estudiar el trolleo han empezado ha reconocer la diferencia entre trollear y la victimización en redes sociales. Me dice que en los próximos años, veremos esta línea divisoria mucho más marcada. Pero primeramo habrá que definir el significado del término, porque actualmente es muy confuso.

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Una definición que podríamos utilizar con propósito de esta historia es la que el Psicólogo Vijay Sinh de Nueva York. Me dijo: "trollear incluye seguir a gente en redes sociales, comunicarse y responder a ellos de manera destructiva, hostil y a veces vengativa, con la intención de alterar, causar una reacción negativa o respuesta en el otro".

Sea cual sea la definición, en el mejor de los casos son un bicho indeseable en internet, y en el peor de los casos son una presencia amenazadora que causa daños a sus víctimas. La pregunta del millón es, ¿son los trolls personas con problemas psicológicos reales o simplemente idiotas con ganas de joder?

Cómo trollear es similar tener una adicción

Claramente hay personas que, como Dave, encuentran el trolleo como algo difícil de resistir.

"Algunas personas pueden entrar en una discusión, ser ofensivos y alejarse. Pero hay otros que lo hacen una vez, quedan extasiados, y buscan hacerlo todo el tiempo", comenta Dave.

De acuerdo con el doctor Perpetua Neo, Psicólogo clínico en Brighton y Hove en el Reino Unido, algunas personas pueden sentir una fuente de poder y dominación al hacerlo.

Trollear les da la recompensa perfecta a los diferentes tipos de personalidad tóxica. El doctor Neo dice que "tienen la oportunidad de presenciar sus efectos y cada vez que lo hacen, la dopamina inunda sus sinapsis cerebrales, disparando su neurocircuito de recompensa. Es el refuerzo perfecto para repetir el comportamiento una y otra vez".

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Asimismo, Durvasula dice que como en el alcohol o en el juego, trollear, puede sentirse gratificante en las primeras fases e ir perdiendo el control con el tiempo. Pero los expertos distancian el trolleo de adicciones tan fuertes como el alcoholismo o las drogas. Los trolls hacen lo que hacen por distintas razones que no son necesariamente psiquiátricas.

Para ser considerado como adicción el comportamiento tiene que estar relacionado con el cerebro a través de cambios psicológicos asociados con trastornos del uso. Esto se debe a que la dopamina y otros neuroquímicos relacionados con el placer son liberados, entonces el comportamiento se vuelve gratificante. Esto causa que lo repitan y lo repitan con el objetivo de obtener el mismo efecto, dice la doctora Hillarie Cash, directora de la clínica reSTART en hospital de rehabilitación que se encuentra en el bosque a las afueras de Seattle, encargado de tratar a adultos y adolescentes para adicción digital y el juego en línea.

"¿Podría un troll trollear lo suficiente como para que esos cambios ocurran en su cerebro? Tal vez, pero no he visto pacientes que afirmen que trollear sea una adicción. Ciertamente, he tenido pacientes que ven el trolleo como solamente una parte de las adicciones de internet", dice Cash.

Además, trollear actualmente no esta definido clínicamente dentro de los trastornos del uso. Muchos expertos aseguran que es un comportamiento poco o nada saludable y se puede tratar con terapia.

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"¿Deberían los trolls recibir tratamiento?", pregunta Wiederhold. "Absolutamente. ¿Pero es una adicción? No creo que estemos ahí todavía. Me gustaría ver más estudios realizados al respecto".

Algunos Trolls tienen personalidades que los vuelven difíciles de tratar

Resulta exagerado decir que todos los trolls tienen problemas psicológicos. En un estudio realizado en 2014, Buckels y sus co-autores hicieron una fuerte asociación entre las personas que se dedican a trollear y los rasgos de personalidades malévolas, particularmente el maquiavelismo, narcisismo, psicopatía y sadismo.

Las personas que obtienen un alto puntaje en esta triada oscura de personalidad usualmente disfrutan impactando al mundo y son altamente competitivos, de acuerdo con Buckels. "El objetivo es ganar, lo que sea que eso signifique para ellos".

Ellos son deshonestos cuando se frustran sus propósitos y carecen de humildad y empatía con los demás. Son incapaces de ver que necesitan ayuda psicológica. Buckels recalca que "son exactamente como quieren ser. Para ellos quienes están mal son los demás".

Los tipos de personalidad oscura tienden a no tener ninguna inclinación a desarrollar empatía, de acuerdo con Neo, quien estuvo involucrado en el estudio de Buckels en 2014. "Cuando ellos quieren resolver su situación es por que se metieron en algún problema o alguien les dio un ultimátum", agrega. "Incluso en tratamiento ellos aparentan estar progresando y muestran remordimiento, aunque no encuentren una motivación real para cambiar".

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Además de fingir conscientemente progreso en terapia, otro obstáculo puede ser también la falta de autoconciencia a menudo frecuente en estos tipos de personalidad, comenta Sinh. Uno de sus pacientes es un profesor de secundaria que pasaba mucho tiempo corrigiendo gramática y errores ortográficos en foros de internet y blogs. Pero las verdaderas razones detrás de su comportamiento eran problemas en su matrimonio, una mala relación con sus hijos y problemas de insubordinación en el trabajo.

"Cuando hablamos sobre el tiempo que dedicaba a las cosas que le gustaba hacer, cayó en cuenta de la cantidad de horas, energía y esfuerzo que gastaba en largas batallas en internet, siendo poco consciente de sus problemas con la gente del mundo real", cuenta Sinh.

Aparte de la típica falta de remordimiento en los trolls y los altos niveles de insensibilidad e impulsividad identificados en este tipo de personalidad, es poco probable que asuman conscientemente su problema sobre trollear.

Los llamados RIP-trolls encuentran, por ejemplo, hipócrita y deshonesto cuando extraños postean condolencias en linea sobre personas que no sabían que habían muerto, dice Jonathan Bishop, investigador troll que admite haber trolleado frecuentemente.

Bishop publica su propio periódico dedicado a trollear, y cuenta que en su casa tiene un "museo del troll" y que además tiene una lista de la gente que lo ha bloqueado en las redes sociales. Mantiene varios sitios web en los que los visitantes trolls varían en distintos grados. Bishop dice que hay tres sitios dedicados a trollearlo. Asimismo considera que las figuras públicas merecen ser trolleadas. Se jacta de decir que ha acosado a políticos, al autor Richard Dawkins y al comediante Russell Brand y Ricky Gervais, quién lo bloqueó en twitter.

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De acuerdo con Wallace, autor de La psicología del internet, hay personas que se enorgullecen de llamarse a sí mismas trolls, porque se ven así mismos como los justicieros de internet. Bishop reía mientras me contaba como trollea durante nuestra entrevista por Skype, pero al verse presionado fue incapaz de explicar porque tiene el deber de probar a personas desconocidas que están mal en su opinión sobre diversos temas. Aunque no haya una base sólida sobre la cual construir sus argumentos. Evidentemente fue incapaz de hacer una introspección para decirme como lo hacía sentir eso.

"Podría decir que soy una persona demasiado educada con mucho tiempo en mis manos", dice Bishop, "creo que esto es como un juego de ajedrez, excepto por los jugadores, que son personas reales".

Bishop dice que él es capaz de poner a otros en situaciones que les "ayuden a ver el error en sus caminos", porque dice entender perfectamente la personalidad de las personas. Se ve a sí mismo como un "troll educativo".

"Ocasionalmente estamos en desacuerdo con alguien en redes sociales o discernimos con alguien sobre su punto de vista político o social", comenta Sihn, "pero cuando comenzamos a experimentar placer poniendo en ridículo a los demás o haciéndolo sentir miserable, bajo el anonimato, protegiéndonos así de las consecuencias y lo hacemos frecuentemente y vengativamente, es cuando necesitamos ayuda".

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Descubrir a los trolls a tiempo puede ayudar

"Con los trolls es difícil saber dónde termina el show y donde comienza la verdadera personalidad", añade Phillips. "No es que ellos sean sociópatas necesariamente, sino que no saben reconocer el impacto emocional que genera su comportamiento en la medida en que los entretiene y los divierte. Únicamente se enfocan en el remate de la batalla".

Dependiendo de la magnitud de los rasgos oscuros de la personalidad de los trolls es que pueden ser tratados. Por ejemplo: el sadismo no puede ser tratado, dice Buckels, pero añade que "los médicos probablemente podrían tratar los aspectos compulsivos de la conducta y canalizar tendencias sádicas en una dirección socialmente aceptable".

Además, puede haber esperanza en tratar a aquellos trolls que apenas comienzan, en el que el comportamiento no está todavía bien enraizado, de acuerdo con Durvasula. Algunos de sus estudiantes de psicología han admitido trollear durante conferencias escolares. Trollear refleja en los jóvenes una conducta desinhibida y un juicio incapaz de reconocer las consecuencias que generan sus comentarios y el trastorno psicológico que podría desencadenar.

"Sobre todo, ellos reconocen que no es algo bueno", asegura, "Sin embargo, como es anónimo y todo el mundo lo hace, no sienten arrepentimiento".

Por otra parte, cuando se les hace notar lo nocivo que puede resultar su comportamiento para los demás, Darvusula dice que sus estudiantes parecen capaces de reflexionar sobre lo que han hecho y expresar algún remordimiento.

"Hay más posibilidades de enseñar a los jóvenes a sentir empatía, ayudarlos a madurar y enseñarles habilidades de vida que los alejen cada vez más de la conducta del troll", comenta. Con una terapia intensiva que incluye la socialización, un adolescente podría aprender a ser consciente de su comportamiento e identificar las ramificaciones del trolleo.

Ahora que Dave es un adulto, dice que fue capaz de superar lentamente su problema con el trolleo, gracias a la ayuda de un terapeuta. Aún así, confiesa haber recaído recientemente cuando un amigo cercano de la universidad publicó un comentario sobre los supuestos vínculos de Trump con Rusia. Dave no pudo resistirse a discutir con algunos de los conocidos de su amigo sobre el tema.

"Este tipo es un querido amigo mío, pero yo pensé: no puedo dejar pasar por alto un comentario tan estúpido como este, aún sabiendo exactamente lo que pasaría después", dice Dave.