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¿Qué carajos pasó con la ira mundialista?

Los fuegos artificiales que ahogaron los gritos de protesta, ahora se apagan ante el caos desatado tras la paliza 1-7 de Alemania sobre Brasil.

¿Dónde están los manifestantes?

Los meses previos a la inauguración del Mundial, las calles de São Paulo se llenaron de gritos de protesta y advertencias provocadoras de movimientos sociales que prometían una ola de manifestaciones durante el mega-evento que le ha costado a Brasil más de once mil millones de dólares. Fue hace cerca de un mes que algunos “bloques negros” amenazaron con traer el caos a la Copa del Mundo con el apoyo del Primeiro Camando da Capital, la organización criminal más grande de Brasil.

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“Bloques negros” llaman la atención entre las protestas contra la Copa del Mundo en Brasil. Leer más.

Pero entrados en el Mundial, los alaridos anti-mundialistas se han ahogado ante el furor nacional hacia la verde-amarela.

Ese cambio plantea una pregunta obvia: ¿qué carajos pasó con los manifestantes? La respuesta, por supuesto, depende de a quién le preguntes.

“La represión policial que derivó de la Copa del Mundo fue demasiado para los manifestantes”, le dijo a VICE News Givanildo Manoel, miembro del Comité Popular para la Copa del Mundo en São Paulo. “La represión legal y directa contra los manifestantes surtió el efecto de retraer nuestros movimientos. Eso es lo que buscaban”.

Sin embargo, sí hubo algunas protestas durante el Mundial y en cifras que superan a lo reseñado por la prensa internacional. Sin duda han sido menores de lo que fueron en el tiempo previo a la inauguración del Mundial, pero en muchas ocasiones se debió a la represión violenta por parte de la policía militar.

El 23 de junio, una de esas protestas anti-mundialistas iba a tener lugar en la avenida Paulista, en São Paulo, pero los manifestantes fueron dispersados por la policía con gases lacrimógenos y balas de goma, antes de que comenzara.

Las calles de São Paulo arden ante las promesas de lucha contra la Copa del Mundo. Leer más.

“Se presentaron un gran número de policías arguyendo que la protesta no podía llevarse a cabo porque nuestro movimiento no tenía un líder”, dijo Igor Silva, uno de los miembros del movimiento. “¿No es increíble? No hay ninguna ley en ningún lado que diga que se requiere un líder. Están buscando cualquier escusa para dispersar las protestas”.

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Esa misma noche, los manifestantes Rafael Marques Lusvarghi y Fabio Hideki Haranowere fueron detenidos bajo acusaciones bastante cuestionables de concierto para delinquir. Un video de la captura de Hideki ha sido ampliamente distribuido como evidencia de que se trata de una detención arbitraria y que no llevaba explosivos, como lo han dicho las autoridades. Más de diez días después de la detención, Human Rights Watch ha hecho un llamado para que se adelante la investigación pertinente.

Tres días después, en un debate público para pedir la liberación de Hideki y Marques, dos abogados fueron detenidos tras pedirles a las autoridades sus identificaciones, que según las leyes internacionales y brasileñas deben estar siempre visibles en los uniformes.

En respuesta a una solicitud de entrevista, un miembro de uno de los “bloques negros” de São Paulo escribió: “Estaría feliz de darles una entrevista, pero hoy estoy detrás de los abogados porque la policía está allanando las casas de los manifestantes”.

Mientras la cámara de diputados de São Paulo aprobaba una ley que prohibía el uso de máscaras en las protestas, el diario Folha de São Paulo publicó una encuesta de opinión que mostraba que el orgullo Mundialista había subido 12 puntos porcentuales, saltando del 51% a principios de junio a 63%.

El día del partido de Brasil contra Colombia fue declarado festivo, con lo que se completaba un total de 64 días libres –entre todas las localidades y federaciones brasileñas– desde que se inició el Mundial. Cada uno de esos días le ha costado a la industria brasileña una perdida diaria de 3610 millones de dólares, según cálculos de la Federación de Industrias del Estado de São Paulo. (http://www.elcomercio.com/actualidad/brasil-mundial-2014-economia-protestas.html)

Pero los fuegos artificiales que ahogaron las protestas hasta entonces y que superaron la amenaza colombiana, ahora se apagan ante el caos desatado tras la paliza 1-7 de Alemania sobre Brasil.

Algunos hinchas despechados intentaron destruir algunas graderías del estadio tras la derrota, hasta que fueron expulsados por la policía. Afuera Belo Horizonte ardía, y en algunos barrios como Savassi se presentaron algunas peleas callejeras que concluyeron con un saldo de doce detenidos.

El caos se extendió a otras ciudades: en Salvador y Recife, las FanFests de la FIFA tuvieron que ser suspendidas tras los intentos de agresión por parte de los aficionados y algunos robos que se presentaron. En la playa de Copacabana tres personas fueron detenidas, mientras en Curitiba cerca de 15 autobuses fueron apedreados, asaltados y quemados. Lo mismo sucedió en São Paulo, donde algunos reportes apuntan a un total de 27 autobuses incendiados, dos asaltos a centros comerciales. La única muerte reportada por la prensa hasta ahora se presentó en Río de Janeiro, como resultado del enfrentamiento entre la policía y algunos manifestantes que intentaba incendiar varios buses.

Ahora que la Copa del Mundo está por terminar, surge una nueva pregunta: tras la última patada y el gol definitivo, quién carajos va a responder por las cicatrices que le deja esta “fiesta del mundo” a Brasil.