Fuimos de fiesta a las peores discotecas de Londres

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Fuimos de fiesta a las peores discotecas de Londres

La vida nocturna decente de Londres agoniza, a la vez que por todas partes proliferan los clubs de mierda. ¿Son estos el futuro y la salvación de la fiesta en la ciudad?
MA
traducido por Mario Abad

La vida nocturna de Londres tiene una enfermedad, un mal que provoca que clubs y bares vayan desapareciendo y siendo sustituidos por bloques de viviendas de lujo construidas exclusivamente para personas que ya poseen viviendas de lujo. Y pese a las numerosas y generalizadas protestas y auditorías y la elección de un nuevo alcalde más sensibilizado con el tema, la enfermedad ha seguido su curso imparable, cerrando más de la mitad de los locales de la ciudad durante los últimos ocho años y dejando claro que es terminal.

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Pero bueno, ¿tan malo es? Al fin y al cabo, Londres tiene más locales que muchas otras ciudades, y algunos de ellos —XOYO, Corsica Studios, Bussey Building— son bastante decentes. Por supuesto, también hay montones de sitios no tan decentes en los que gastarse un dineral en una cerveza y a los que, en tiempos de vacas flacas, quizá deberíamos darles una oportunidad; tal vez debamos olvidar su reputación de antros asquerosos y aprender a sacar lo mejor de ellos.


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Solo hay una forma de averiguar si vale la pena el esfuerzo: meterse dos latas de cerveza potente entre pecho y espalda e ir de gira por los peores locales que ofrece la ciudad (según los expertos de TripAdvisor).

¿Qué mejor lugar para empezar que Clapham, 89 hectáreas de ausencia de cultura en el suroeste de Londres, una zona frecuentada por australianos, jóvenes amantes del rugby e instagramers gurús de la comida sana.

INFERNOS, CLAPHAM – Número 932* de la lista de 1.278 locales nocturnos de Londres de TripAdvisor

Primero, veamos qué opina la gente que se toma la molestia de dedicar unos minutos de su tiempo a escribir reseñas sobre discotecas:

"Probablemente el local más apestoso de Londres".

"Caro, asqueroso y cutre. Lleno de salidos asquerosos".

"Muy posiblemente sea el peor club al que he ido, a no ser que te guste bailar la "Macarena" con un cuarentón".

Un comienzo prometedor.

La noche se prevé larga y llego al Infernos a las 23:00. Es difícil capturar los olores en una fotografía, pero creo que la imagen de arriba lo resume todo bastante bien.

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La leyenda era cierta: lo primero que notas al entrar es ese hedor tan característico de los vestuarios, fruto de años de vodka con cola derramado, pedos cerveceros y olor corporal perfectamente integrados en un tufo que casi puede masticarse.

El autor de camino al Aquarium, una discoteca con piscina

A lo largo de la hora siguiente van llegando clientes, que, más que pervertidos asquerosos, tienen pinta de agentes inmobiliarios sin nada que decirse unos a otros. Se van distribuyendo por la pared, como tímidos adolescentes en un baile de graduación, con sus vasos llenos de combinados con bebidas energéticas. El lugar está tan desangelado y aburrido que decido animar el cotarro pidiéndole un tema al DJ.

La "Macarena" nunca falla: al poco rato, la gente empieza a animarse y, de tres en tres, se acaban las bebidas y salen a la pista de baile. ¡Estaba totalmente equivocado! ¡Esta gente sabe perfectamente cómo pasárselo bien!

Viendo que ya no puedo aportar nada más para mejorar la noche, decido retirarme. A la salida, un tipo me pregunta a gritos: "¡¿Ya te vas?!". Asiento con la cabeza. "¿Por qué, tío? Ha venido mi hermana a verme y la he traído al Infernos especialmente. ¡Tienes que quedarte! ¡Este sitio es una tragedia!". Sacudo la cabeza y salgo del local mientras pienso lo bien que eligieron el nombre.

Siguiente parada:

TIGER TIGER, OXFORD CIRCUS – Número 68* (!) de la lista de 1.278 locales nocturnos de Londres de TripAdvisor

Un vistazo a lo que me espera:

"La peor noche de mi vida la pesé en este club, gracias a la mala educación de su mánager australiano, Sam. Pagar por estar en la sala VIP fue tirar el dinero. Nunca más".

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"Ambiente de garito barato, los lavabos estaban sucios, había pis en el suelo y en el inodoro, arañas y telarañas en las esquinas, papel higiénico por todo el suelo, apestaba a orina y ¡¡había restos de cocaína en todos los dispensadores de papel!! ¡¡Asqueroso!! Si así es como mantienen los lavabos, ¡no me quiero imaginar cómo tendrán la cocina! Cuando fui a hablar con alguien del local, me despacharon de muy malas maneras sin hacer caso a mis quejas, así que no quise montar una escena delante del resto de comensales".

"No vi a nadie bailar en toda la noche".

Ya de entrada, lo de la sala VIP parece confirmarse.

Un lugar extraño, este. Ni siquiera soy capaz de determinar un perfil demográfico. Veo una amalgama de clientes, algunos bailando, otros intentando comerse sus pinchos halloumi en el incongruente rincón del local habilitado como restaurante, y otros sosteniendo una pinta de cerveza y con la mirada extraviada.

Me dirijo a la pista de baile, donde un gigantón me agarra del hombro y, con un marcado acento irlandés, me dice, "¡Adelante!".

Dermot y yo lo damos todo. Tras varias copas, el tipo se apoya en mí. "Menuda puta mierda de sitio, ¿no?", pregunto. "Sí, claro que sí. Pero esa es la gracia", replica con una sonrisa. "¡Antes Londres era un sitio decente!", repongo. "Sí, bueno, y lo sigue siendo; es muy decente como ciudad de mierda para salir de marcha". Ambos coincidimos en que es hora de largarse.

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Salgo en busca de un rincón prometedor de Carnaby Street, el Cirque Le Soir, donde he oído que hay payasos que meten mano a los clientes. A Dermot también le llama la idea, toma nota de la dirección y para un rickshaw.

Después de un movido viaje, llegamos a nuestro destino. El sitio no se parece en nada al Cirque Le Soir y, mientras, hago cola, me doy cuenta de que, de hecho, no lo es. Dermot nos ha llevado a SophistiCats, que, como habrás adivinado, es un club de striptease. "¡Joder, Dermot, qué clasicón eres!".

Mi fotógrafo, Theo, y yo dejamos a nuestro amigo en buena compañía y finalmente logramos llegar al Cirque Le Soir. Por desgracia, se trata de un local exclusivo para miembros y en esos momentos el aforo está completo. En pocas palabras, no podemos entrar.

No pasa nada. A unos veinte minutos de aquí se encuentra el siguiente garito de la lista, el Bonbonniere, que ocupa el puesto 965 de la lista de TripAdvisor. Un lugar que ofrece justo lo que la ciudad necesitaba: una discoteca y una tienda de dulces en uno.

Veo luces encendidas, pero no parece haber nadie. Golpeo la puerta hasta que finalmente un coche se detiene junto a mí y su ocupante me dice que no me moleste, porque "abren cuando les apetece".

Pues nada, no me queda otra que darme otro paseíto hasta el número 928 del ranking: Heaven.

Lo que veis aquí arriba es la cola del Heaven. Jo-der. Le pregunto al tipo de la puerta cuánto tiempo cree que hay que esperar. "Dos horas, amigo". "Vale, pero ¿me dejarán entrar?", pregunto. Me mira de arriba abajo. "Si te soy sincero, es poco probable". Madre mía, ni que fuera Berghain.

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¿Por qué intentar tomar una birra después de las doce en esta ciudad es como una puta pesadilla? Me subo a una bici y presto atención a lo que oyen mis oídos. El murmullo de tacones sobre asfalto me lleva hasta orillas del Támesis: bingo.

OPAL BAR, EMBANKMENT – Número 946* de la de la lista de 1.278 locales nocturnos de Londres de TripAdvisor

"El peor local de Londres".

"El sitio está hecho polvo. Tiene unos sofás pegajosos y destrozados de piel de color crema que hacen que parezca una sala de espera cutre".

"Nos dijeron que esperáramos sentados en el bordillo durante 10 minutos para poder entrar, pese a que solo habíamos bebido dos copas cada uno y llovía. Me quedé muy sorprendido por la actitud de los seguratas, que, aunque el local estaba vacío, nos pidieron la documentación y nos cachearon. Totalmente absurdo. No nos hicieron sentir bienvenidos en ningún momento".

Tiro una lata vacía a la papelera y dejo la bicicleta en el anclaje y me percato de que el de seguridad me está observando hacerlo. Mientras me acerco a él, empieza a sacudir la cabeza. "El aforo está completo", me dice, pero yo no me lo creo. "Me da igual lo que cobréis, pero por favor, déjame entrar. Si hace falta, pago el precio VIP".

El tipo cambia el sentido del movimiento de cabeza, que ahora es de arriba abajo, y se pone a hablar por un pinganillo por Bluetooth. Milagrosamente, de repente hay sitio en el club y el segurata me franquea el paso.

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Bueno, al menos parece que aquí saben cómo tratar a la gente. ¡Espumoso calentorro en copa de plástico! ¡Un enorme sofá de piel y unos cuantos globos de colores góticos para mí solito! Esta es la magia que hacía falta en esta desesperante noche.

Al final resulta que el Opal Bar no está tan mal. De hecho, después de mis anteriores experiencias esta noche, este sitio es el paraíso. Pido tres copas en el espacio de diez minutos. ¡Estoy hecho para esto! Al reclinarme en mi sofá de piel para disfrutar de la cuarta copa, se me cae el encendedor, y cuando me agacho para recogerlo, la veo.

Una tarta de cumpleaños. En el suelo. Una puta tarta de cumpleaños en el suelo. Tras pasar unos instantes con la mirada profundamente perdida en la marca de zapato que tiene en un lado, salgo repentinamente de mi trance. He estado sufriendo el síndrome de Estocolmo, dando apretones de manos a los guardias de seguridad, guiñando el ojo a los camareros y sonriendo mientras les pagaba una fortuna por cada copa. Estaba tan desesperado por que me dejaran entrar en algún sitio que había llegado al extremo de conformarme con lo que fuera.

Tengo que salir de aquí antes de que me dé por darle las gracias a alguien por echarme una pastilla de lavavajillas en la bebida.

Estaba tan desesperado por que me dejaran entrar en algún sitio que había llegado al extremo de conformarme con lo que fuera

Son las 4:30 de la madrugada y a estas alturas los sitios que siguen abiertos se pueden contar con los dedos de una mano. Por las calles hay gente devorando kebabs, tíos borrachos que se empujan unos a otros tambaleándose y taxis que paran de repente para que sus ocupantes puedan abrir la puerta y echar la pota.

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No sorprende demasiado que el panorama nocturno de Londres sea tan desolador a estas horas, teniendo en cuenta que toda la fiesta y la diversión de la noche deben condensarse en un periodo de dos horas. Estas son las consecuencias. Pero todavía queda un lugar, una frontera final que podría satisfacer mis más profundas necesidades. Y solo está a unas pocas paradas de distancia.

CLUB AQUARIUM, OLD STREET – Número 925* de la de la lista de 1.278 locales nocturnos de Londres de TripAdvisor

"El agua de la piscina estaba fría y las bebidas era muy caras".

"La piscina estaba al fondo del local, junto al lavabo de 'caballeros'. ¡Parecía más bien una sala privada en la que un puñado de tíos muy perjudicados intentaban montárselo entre ellos!".

"La peor experiencia".

El Club Aquarium, un club con piscina. A estas alturas de la noche, lo veo como un oasis en un horizonte desolador; un lugar en el que puedo tomarme una copa a las 5 de la madrugada sin mayores impedimentos. Subo un tramo de escaleras, dejando atrás varios bailarines y musculosos hombres de pelo en pecho. Un amigo me dijo una vez que basta con meter un dedo del pie en las aguas del Aquarium para salir con una enfermedad de la piel. Debo ir con cuidado.

Me acerco al borde de la piscina, observado por varias cabezas que se asoman curiosas desde varios ángulos por el ojo de buey.

El agua está completamente helada, y mi única compañía son dos tíos con la mandíbula desencajada, ataviados con boxers mojados y conversando. En el otro extremo de la sala, una chica solitaria disfruta de un baño de agua caliente. El ambiente es extremadamente raruno.

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Mientras oigo la vibración distante de un Roland TR-808, pienso en el amanecer y siento la quemazón del cloro en los ojos, me digo a mí mismo que esto es exactamente lo que estaba buscando: un lugar que realmente parece celebrar su mediocridad. Por ello me entristece sobremanera cuando, a las 5:30 de la madrugada, las luces se encienden y me obligan a marcharme.

De camino a la salida, me intercepta un tipo, que me rodea los hombros con el brazo. "¡Hoy es mi cumpleaños, tío!", me grita, todo emocionado. "Soy DJ Sharp. ¡Vamos a pillar algo para beber! Todavía nos queda una hora o dos antes de que nos echen, hermano. ¡Venga, venga, venga!".

Nos entregamos a una última ronda, un seppuku que te sirven en bandeja de plata como colofón a una espantosa noche. La parte en la que observas la realidad ante ti y te das la vuelta y saltas al vacío para huir de ella. A punto de dar las 7:00 de la mañana, le pregunto a DJ Sharp por qué ha decidido pasar su 30 cumpleaños aquí, qué entidad maligna pudo haberle poseído para hacerle escoger este lugar como escenario de tan ilustre celebración.

"No lo elegí yo, hermano. Este sitio es lo peor", confiesa. "Pero, ¿qué iba a hacer? ¿Quedarme en casa de mi madre o ir a un club de striptease? Nah, eso es aun peor. A estas horas, es lo único que hay. No hay más elección, créeme".

Y tiene razón. La escena nocturna del centro de Londres ha acabado estrangulada, aniquilada y pisoteada por los poderes de la ciudad, hasta el punto de que ya no quedan locales decentes que obliguen a estos antros a esforzarse por mejorar. Es un buen reflejo de la política británica: los Tories no tienen una oposición creíble, por lo que tienen vía libre para seguir haciendo de las suyas impunemente. Y por lo que parece, la cosa va a ir a peor.

Pero no hay que dejar que esto nos supere; debemos acoger con los brazos abiertos lo que la ciudad nos ofrece. Id con vuestros amigos a Aquarium; disfrutad de lo espantoso de Infernos; dad vuestro bazo a torcer y pagar más de lo que deberíais por una copa en Tiger Tiger.

Abracemos el cutrerío, porque eso se nos da muy, muy bien.

*Valoraciones de TripAdvisor reales en el momento de publicarse este artículo.

@oobahs / theomcinnes.com