Javier_Díez Ena
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Música

Interviniendo el aire: Una charla con el thereminista Javier Díez Ena

El músico español hizo un disco exclusivamente con sonidos extraídos de un theremín. Charlamos con él al respecto.

Recuerdo afinar la vista al escenario en medio de un show de Fishbone en el 2000. ¿Qué demonios está tocando Angelo Moore? La deidad del alt rock californiano extraía sonidos del aire a partir de movimientos estrambóticos hechos con sus manos. Sumaba un halo de misterio y “frikismo” al sonido ya suficientemente friki (e intenso) de su banda. Ese fue mi primer acercamiento con el theremín y sí, como tantos otros, entre ellos el protagonista de esta nota, relacioné ese sonido con el temazo con el que Portishead sedujo a todo Dios en 1994, “Mysterons”, que finalmente fue un engaño blanco, pero esa es otra historia.

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Cuando me enteré que Javier Díez Ena había grabado un disco sólo con theremines, decidí acercarme a este hecho artístico. Como los discos de Rage Agaisnt The Machine en los que una seria leyenda rezaba “Todos los sonidos de este disco provienen de guitarra, bajo, batería y voz”, Theremonial, el disco de Javier en cuestión, tiene ese mismo ímpetu obstinado. “Si bien utilicé muchos pedales, todos fueron tocados en directo, no son de post producción. Llevo todo ese set al show en vivo. Hubo muchísimo de investigación sobre qué pedales le sentaban mejor al theremín, etc. Para hacer las percusiones tuve que investigar mogollón. También he usado algún loop, pero la gran mayoría está todo tocado, pista por pista. No usé ninguna herramienta de afinación en plan Auto-Tune, nada de eso. Por eso a veces escucho el disco y siento que hay pequeñas partes desafinadas; pero bueno, es lo que es. No quiero ni engañarme ni engañar a nadie".

"Ahora hay un modelo nuevo de Moog que incorpora la función de Auto-Tune. La verdad es que no le encuentro el sentido”, declara Javier en formato manifiesto.

Nuestro hombre (nacido en Zaragoza en 1974, pero “gato” de Madrid de toda su vida) es uno de los contrabajistas más renombrados de la escena española: tocó en Dead Capo, Ginferno y Forastero y acompañó a la cantante de culto Ainara Legardon por varios años. Nuestro encuentro se gestó cerca de la sala Clamores de Madrid donde esa tarde Javier se acercó a entregar un contrabajo que alquiló para un show del cuarteto de jazz del baterista Mark Guiliana. Confeso fan de John Zorn, del primer hip hop, la IDM, la música exótica, el dub, el grindcore y el Space Age Pop ––por sólo nombrar algún género por el que se desvive––, Javier es también periodista, escribió en muchas revistas especializadas y es colaborador asiduo del mítico programa de radio español Carne Cruda.

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En definitiva, un personaje al que su voracidad para descubrir música nueva le abrió innumerables puertas en la vida, entre ellas la del mundo del theremín. “En los 90 conseguí saber de dónde venía ese sonido de las pelis de ciencia ficción que yo solía ver de adolescente en los 80. Resultó que era un theremín, y eso ya funcionó como un punto de interés. Luego en 1993 en la peli Ed Wood reconocí de nuevo ese sonido e investigue hasta dar con que la thereminista era Lydia Karina, la sobrina de León Theremin. Y ahí dije '¡ostras, el theremín! Algún día tengo que darle a esto'. Luego vi algunos grupos en directo, como por ejemplo, Man or Astroman, quienes llevan una especie de theremín-bobina Tesla muy extraña y en aquel momento empezaba a escucharse la palabra theremín. Recuerdo el tema 'Mysterons' de Portishead que tenía aquel sonido ––que finalmente supimos que era un sinte––, que me llamaba mucho la atención. En aquel entonces era muy complicado conseguir un theremín, así que desistí de la idea e tener uno. En 2003 vi un anuncio de segunda mano donde vendían uno baratito y me lo compre. Era un cacharro, casi de juguete, pero vamos que fue suficiente para enchufarlo y sentir esa magia. Luego conseguí un Moog y me puse en contacto con otros thereministas, con quienes compartí mucha información importante y allí ya se puso más seria la cosa ya que comencé a tocar en directo de invitados de muchos músicos”

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Sobre Theremonial, la obra que nos convoca, la cual tuvo críticas magníficas en medios españoles como MondoSonoro, Javier nos guía: “El subtítulo del disco lo define: 'Dark and Exotic Theremin Music'. He puesto dark porque suena así. Yo abarco el abanico que va desde la música industrial como Einsturzende Neubauten o Young Gods o de electrónica oscura como Scorn, a la música Exótica que es una influencia importantísima para mí. También me encanta el gamelan, la música etíope, el afrobeat".

NOISEY: ¿Cómo es ser thereminista en vivo? ¿Programas giras?
Javier Díez Ena: En absoluto. Es la primera vez en mi vida que no muevo nada, sino que me llaman. Menos una época concreta de Dead Capo en 2003 en la que nos llamaban de todas partes, pues porque el grupo sonaba mucho y tal, luego siempre tuve que tirar de los grupos. En cambio con el theremín, salvo en el momento de edición del disco, en el que hubo algo de promo, etc., todo ha ido rodado. Me alcanza con mi página web y mi correo. La cosa surge según me llaman: hay épocas en las que no toco y luego se pueden juntar unos cuantos conciertos, pero bueno raro es que haya un mes en el que no toque.

¿Dónde se suelen dar los conciertos?
He tocado mucho en Madrid, luego ya en otras ciudades españolas y este año ha sido tiempo de salir del país. Estuve en el festival Rec-Beat en Recife, Brasil, que fue una de las experiencias más alucinantes que he vivido porque fue tocar en medio del carnaval ante 6000 personas. No sabía como se iban a tomar esto del theremín, pero la gente respondió estupendamente a pesar de estar de fiesta. Lo mío puede tener ritmo, pero no es para fiesta y la gente fue encantadora. Luego estuve en México, El Salvador, Holanda y en breve haré un festival en el Líbano, en Beirut.

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Bueno, qué variopintos estos lugares.
Lo de Brasil ha surgido por interés del programador del festival pero las demás fechas las hago junto al instituto Cervantes que son quienes gestionan estos eventos en tantos lugares diferentes.

¿Es muy distinto que te inviten a improvisar unos temas con el theremín a que lo hagan con el contrabajo o con una guitarra?
Cuando ya lo controlas y llevas años tocándolo puede ser más sencillo con el theremín. A ver, la improvisación siempre es complicada, porque, ya sabes, no hay como afinarlo, no sabes “donde” están las notas. Pero si entras bien y lo puedes llevar es como cantar: puedes improvisar sin descanso, oír una melodía y tocarla al instante. Algo que no es fácil de hacer con instrumentos de cuerdas, yo al menos no tengo esa habilidad. Eso es algo que hacía Coltrane con el saxo. En cambio con el theremín, salvo que la melodía sea realmente complicada, vamos que si sabes cantarla, sabes tocarla. También depende de la libertad que tengas para improvisar, claro. El theremín rinde más con melodías con “espacio”.

¿Cómo llegaste a la idea de Theremonial?
Bueno hubo una razón personal y vital para esto. Hubo un momento en mi vida en el que cambio mi forma de tocar y ensayar y eso fue cuando tuvimos a mi hija, Marina. Ya no podía tocar contrabajo luego de las 10 de la noche, claro. El theremín con cascos fue el instrumento que me permitía hacer cosas por la noche. A partir de esta nueva condición comencé a grabar y me fue gustando lo que salía. En verano de 2014 pase por una temporada de inspiración y fui armando canciones, algunas las tenía de antes, otras las compuse en ese momento y otras fueron improvisaciones que se fueron convirtiendo en canciones. Si darme cuenta se fue montando un disco. Pensé en agregar un contrabajo, una caja de ritmos y después elegí hacer algo que nadie haya hecho antes, al menos hasta donde sé, y que fue que todos los sonidos partiesen del theremín, los bombos y las cajas incluidos.

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Javier Díez Ena, theremín

La particularidad del sonido, ¿te limitó en cuanto a ideas que no pudiste llevar a cabo?
Sí, claro. Tuve que descartar mucha música, tanto original como versiones de Dead Capo. Lo mismo pasó al contrario, que improvisaciones se convirtieron en temas.

¿Crees que Theremonial ha teñido buena acogida gracias a tu currículum o porque entraste en un nuevo circuito que te recibió bien?
Sí que pesa que llevo muchos años tocando. Dead Capo y Ginferno son grupos conocidos en España, sobre todo por el público afín a la música más experimental, pero no necesariamente ruidosa, sino más bien melódica. Pero sí que he entrado en un nuevo circuito, relacionado al cine, al teatro, a la electrónica experimental, a lo multi disciplinar.

Hago muchos eventos en los que buscan dar una nota de color y me llaman para ir con mi theremín, allí cambia la ecuación ya que llego a salas donde ya está el público y se minimiza el riesgo de la producción independiente de un concierto. Ser músico es muy jodido en España, y supongo que en todas partes, pero si se organiza bien, es posible generar eventos que atraen gente.

¿El hecho de hacerte thereminista full time, ha hecho que cambien algunas características tuyas como músico en general o como compositor?
Puede que sí. Siento que por un lado me refinado y por otro me he embrutecido. Es difícil de explicar. El hecho de crear esa sinfonía que hago en directo donde hay tantos theremines superpuestos, te abre la cabeza a un mundo de micro tonalidades -aunque claramente no hago música micro tonal, eso ya es otro nivel de la composición musical y la educación armónica- pero sí que me ayudó a apreciar músicas que para la media no están afinadas y son horribles y a mí me suenan divinamente. A mí siempre me ha gustado la música rara, experimental, la música de todo el mundo, el gamelan, la música birmana, siempre disfruté mucho de la música de afinación distinta a la occidental, pero creo que ahora me gusta aún más.

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Por ejemplo los Residents, si antes me encantaban, ahora ya me parecen música clásica, vamos. Por otro lado me ha hecho comprender mejor el poder de la melodía y lo que puede quedar bien y lo que no.

Lo primero que me pasó luego de escuchar Theremonial fue que sentí que sería genial hacer una película con su música. Creo que tiene un poder de evocación de imágenes muy potente, ¿estás de acuerdo?
¡Por supuesto! De hecho luego de tener el disco completo se me creo la necesitada imperiosa de llevar visuales porque me parecía un viaje. En directo siempre llevo visuales hechos por María Gallardo que es una artista madrileña increíble. Esa visión cinematográfica que tienes de esta música me parece totalmente acertada; con las visuales es como queda completo mi espectáculo. De hecho me hubiese gustado lanzar el CD junto a un DVD con las visuales.

Javier Díez Ena, theremín

Veo que tus influencias son infinitas y no se limitan a lo musical, ¿qué tipo de thereminista consideras que eres?
Me muevo entre dos aguas: desde los años 10 a los 30 que se popularizó este instrumento, las thereministas eran casi todas mujeres virtuosas acompañados de piano, algo muy clásico. Luego el cine lo comenzó a utilizar y a mostrar su carácter misterioso, y luego en los 60s el pop y la psicodelia lo comenzaron a usar. Cuando reapareció en los 90 fue recuperado en términos cuantitativos por bandas de rock, hubo gente que no lo tocaba muy bien (Jon Spencer por ejemplo) y lo presentaban como golpe de efecto en sus conciertos. Volvió más como una idea ruidista. También ha habido gente que estudió mucho sobre textura electrónica y llevaron al theremín a un lugar muy interesante, haciendo cosas muy chulas, que no son melódicas, van por otro lado. Esta es otra vía.

Luego hay gente que recuperó la idea del virtuosismo, la escuela de Clara Rockmore que fue la mejor thereminista de la historia. Yo no estoy en ninguno de los dos sitios, he aprendido a tocarlo y sigo aprendiendo porque es algo que nunca dejas de practicar y también intento darle a la cuestión de los efectos: es increíble adonde puede llegar el instrumento cuando lo dotas de efectos. Y hay un tercer punto en lo mío, que es la composición propia en theremín. Mucha gente se obsesiona con tocar los grandes temas, los standards que se han tocado millones de veces. Hay gente muy buena haciéndolo pero parece que tienes que pasar por ellos para que te respeten. A mí todo ese rollo me cansa, paso de esto. Apunto a crear un nuevo universo sonoro totalmente diferente. No me interesa meter ruido porque sí, ni el virtuosismo, ni las texturas sin sentido: yo quiero hacer mis temas. Abogo por un espíritu explorador de la melodía del theremín y de la composición propia. Me gusta crear grandes estructuras de sonidos, a veces un poco cacofónicas para algunas orejas, pero luego que también haya melodías. Esa es mi apuesta.