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Cultură

Sonidos de comida que producen erecciones cerebrales

Cierra tus ojos y escucha los sonidos de estas bocas sorbiendo, chupando, tragando, engullendo; las gotas de saliva revueltas con sustancias resbaladizas y pegajosas: esto es puro porno culinario.

El culto cibernético a la Respuesta Sensorial Meridiana Autónoma (RSMA) es masivo. YouTube está repleto de miles de videos presentados por gente que susurra suavemente, dando consejos franceses sobre mesas de madera o corriendo sus dedos a través de los dientes de un cepillo, todos intentando ayudar a tu cerebro a alcanzar un escurridizo orgasmo neuronal conocido como RSMA.

Para los no iniciados en esta chiflada comunidad de buscadores de escalofríos, quizá la mejor forma de definir la RSMA sea como la versión placentera de las uñas rasguñando un tablero: una sensación cálida provocada por estímulos sensoriales particulares, que envía vibraciones a la parte posterior de tu cuello y cubre toda la circunferencia de tu cráneo, mejor dicho una sensación parecida a la que genera el orgasmatrón.

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No es algo que afecte a las personas. Aparentemente solo una parte de la población “alcanza” una RSMA, así como no todo el mundo “alcanza” los efectos de los autoestereogramas (representación gráfica de objetos tridimensionales) o a Beyoncé. Podría ser algo genético, como la gente que nació con los cables cruzados y piensa que el cilantro sabe a cometa. La ciencia tras las RSMA es escasa, y algunos neurólogos no están seguros de que en realidad exista. Algunos creen que la sensación de hormigueo producida por las RSMA podrían ser pequeñas convulsiones, pero para aquellos que las experimentan existe una gran cantidad de material en el mundo que puede producirle una gran erección a su cerebro.

Una búsqueda somera en Google lleva fácilmente a los videos de la maestra de las Respuestas Sensoriales, una mujer europea llamada María que guía con su suave susurrar y constantemente suena como si estuviera a punto de llorar mientras intenta desencadenar escalofríos al soplar un micrófono ultrasensible o dobla toallas. Su video más popular ha recibido más de seis millones de visitas.

Entre otras técnicas, María descubrió que los sonidos que se hacen al comer también pueden inducir estos orgasmos cerebrales. En este video podemos escucharla mientras se come una sopa de remolacha (borscht), una pilaf (una comida turca a base de arroz), una ensalada de arenque bajo abrigo de piel, y todo esto entre tranquilizadores susurros:

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Pero es difícil que María sea la única culta en materia de RSMA para procurarse una buena sesión de masturbación culinaria. Aquí hay otra chica que, según la descripción, se está comiendo unas “buffalo wangss”:

Cierra tus ojos y escucha los sonidos de las bocas húmedas sorbiendo, chupando, tragando, engullendo y las gotas de saliva revueltas con sustancias resbaladizas y pegajosas: puro porno culinario.

Como cualquier otra cosa, el abanico de videos de gente engullendo comida para intentar tener una RSMA va más allá de la cocina rusa y el pollo ahogado en salsa. Aquí les dejamos una versión chiflada y saludable: macarrones veganos con queso y, como advierte la mujer en el video, “MUCHO TINTINEO METÁLICO”:

Y aquí está la misma mujer succionando fideos. Si nunca has visto uno de esos documentales sobre la naturaleza que hace David Attenborough, esta mujer se aproxima al sonido de una colonia de hormigas mascándose una pila entera de huevos de insectos:

También está este australiano de ojos amables que se vale de gaseosa y chips de chocolate para alcanzar sus jalones neuronales:

Para los amantes de los crustáceos, aquí está el sonido en alta definición de la caparazón de un cangrejo rojo gigante siendo destrozado y triturado, y luego su carne dulce siendo succionada de su exoesqueleto:

Y la lista continúa.

Hay cientos, sino miles de videos como estos en la web. Lo que emerge de buscar este tipo de cosas, es una radiografía de los adictos que no se detendrán ante nada crujiente, sorbible o pegajoso que desate su pinchazo nervioso. Al mismo tiempo, los videos son extrañamente relajantes, especialmente cuando los presentadores tiran el decoro a la basura y comen con la boca abierta y el micrófono entre los dientes. Parecen decir: al carajo con las convenciones, voy a susurrarte como un villano de caricatura mientras succiono rítmicamente un plato de espaguetis en un plano cerrado y al mejor estilo de porno gonzo. Si bien es algo refrescante también es inequívocamente repugnante.

Disfruten sus erecciones cerebrales, lectores, y compartan sus orgasmos neuronales.