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Música

Saúl Fimbres: el blues de las amapolas, o la extraña realidad del folk mexicano

Disfrutando la independencia y con un disco bajo el brazo que está próximo a sacar Discos Intolerancia, el oriundo de Hermosillo vino al DF a tomar las consciencias acústicas por asalto.

Completamente solo, bañado únicamente por una luz modesta que acentuaba sus rasgos duros; ahí estaba Saul Fimbres, abrazado de su guitarra. Tengo que confesar que, al principio, una parte de mi dudó, que con que con sólo una guitarra y una armónica, el sonido de Saúl tendría la fuerza suficiente para conseguir nada sorprendente; sin embargo, en cuanto empezó a rasgar las cuerdas no tarde más de cinco minutos en tragarme mis palabras.

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Rápidamente, Saúl consiguió ganarse al público, y convertír el foro del cine Tonalá en una pequeña fiesta. Aprovechaba cada pausa para agradecer, con humildad campirana, el favor de la compañía de los presentes, al mismo tiempo que presentaba a los artistas invitados, con quienes alternó esa noche.

En sus canciones, Saúl habla de todo, pero a su modo. Así como escribe canciones sobre su vida y su forma de ver el amor, también puede darnos sorpresas hablando sobre la violencia en nuestro país, como lo hace en "Colgado", o haciendo una mofa del absurdo espectáculo político como en "El gato regresó".

Al terminar su presentación pudimos platicar con él unos minutos.

Primero que nada, cuéntanos de dónde vienes y cómo fue que llegaste al DF.

Yo soy de Hermosillo, Sonora. Anduve de vago por varias ciudades de la República; anduve por Jalapa y por Tijuana. Ya estando en la frontera, me pasé una temporada por los Estados Unidos. Ahí estuve viviendo en California y en Texas. Después regresé a México, porque me ofrecieron grabar un disco, acá en el DF. Al final valió madre el deal, y la grabación nunca se concretó. Sin embargo, ese viaje me sirvió para darme cuenta que el DF tiene una escena muy viva. Pronto me fui haciendo de amigos que compartían mis intereses, y empezamos a colaborar. Fue así que decidí quedarme.

Llegaste al Distrito Federal completamente solo. ¿Cómo te fuiste relacionando en la escena capitalina? ¿Ha sido difícil?

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Después de que valió madre el deal de la grabación me quedé sin dinero. Estando solo, comencé a dudar si debía regresarme o quedarme. Afortunadamente conocí a un compa que me presentó a un compositor al que hoy admiro mucho: se llama David Aguilar. Él es de Sinaloa, y para mí, es uno de los mejores compositores mexicanos del momento. Gracias a David pude conocer a Paulino Monroy y a Paulo Piña. También le agradezco a Luis René Ibarra, un colega bajista, también de Hermosillo. Por medio de él, conocí a Carla Morrison, que me ha apoyado mucho, y a Alejandro Jimenez (Jandro), que fue quien mezcló mi disco.

Este mes estás estrenando material. Háblanos de El blues de las amapolas.

Esta es mi primera producción. Está disponible desde mayo. Hasta el momento, la distribución va a ser de manera gratuita. Así fue como aprendí yo, bajando música libremente. Creo que ahora toca ser recíproco por todo ese aprendizaje. El álbum ya se puede descargar completo a través de soundcloud y demás redes sociales. También estamos analizando la posibilidad lanzar algunas copias en formato físico.

Este disco tiene un sonido muy crudo, es muy directo. Tratamos de emular el sonido que la gente podría escuchar en una de mis presentaciones en solitario. El arreglo es muy sencillo: mi guitarra y una armónica, para acompañar mi voz. Me parece que el resultado final es una música muy íntima. No le sobra ni le falta nada, porque esa sencillez que se transmite permite establecer un diálogo muy cercano.

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¿Has contemplado la posibilidad de electrificarte y formar una banda?

Siempre he tocado solo. Fue hasta hace muy poco que empecé a palomear mis canciones junto a Paulino Monroy en la guitarra eléctrica, Raymundo Leal en la batería y Sergio Medrano en el bajo y Jair Benavides, con el saxofón.. Hace unas semanas, tuvimos una presentación en el Foro del Tejedor, donde presentamos por primera vez los nuevos arreglos de las rolas. Parece que la gente los recibió de manera muy favorable. Definitivamente, trabajar en equipo para vestir el sonido de las rolas es uno de los objetivos que se persiguen a corto plazo.

¿Que elementos han nutrido en mayor parte a tu música?

Durante el rato que estuve en California, empecé a involucrarme con toda la música tradicional de sureste del país: el folk, el gospel, las baladas irlandesas y el country. También me gustan mucho los corridos, la polka y las redovas. La música popular norteamericana, y con esto me refiero a México y a EU, tiene un repertorio muy rico, tiene rolas bien bonitas.

Originalmente no cantaba ni tocaba. Yo sólo tenía la necesidad de escribir y comunicar lo que sentía en ese momento. Fue hasta que me encontré con la música Bob Dylan que descubrí el mejor camino para decir lo que quería. Fue entonces cuando sentí que yo estaba hecho para la música, y que este tipo de música estaba hecha para mi.

Aunque tu sonido podría definirse como una reinterpretación del folk de los 60' podemos notar frecuentemente que las letras y las melodías nos remiten a la música tradicional mexicana. ¿Podrías decir hasta donde llega la influencia de la música popular mexicana en tus canciones?

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Es curioso, mucha gente me comenta eso, aunque yo no lo siento así. Al menos no lo hago de manera consciente. No podría decir hasta donde tiene influencia en mi. No escribo pensando en hacer un corrido o una polka, voy soltando lo que llega.

Lo que pasa es que la musica norteña y la del sur de los Estados Unidos son muy similares. Podemos decir que su común denominador es la nostalgia . Las dos son similares en las historias que cuenta, y en los personajes que retrata. Incluso las estructuras y los acordes que usan son similares.

Mexico y Estados Unidos están más unidos en sus fronteras de lo que parece, al menos cultural y musicalmente. Desde la década de los sesentas, con los tigres del norte, y hasta la fecha, muchos artistas norteños de renombre graban en estados Unidos. Es curioso, parece que en los Estados Unidos los artistas que cantan en español son mejor recibidos si tienen una carrera en México.

Cuando retomas estos elementos, que tienen tanto arraigo en ambas culturas, y los fusionas con tu estilo, te colocas en una situación muy delicada en el plano creativo. ¿Cómo consigues que el resultado de tu trabajo sea algo genuino y no sólo una caricatura?

No importa qué género toques, ni a qué corriente pertenezcas o busques pertenecer. No se trata de querer estar en tendencia o subirte a una moda. Primero te tiene que gustar la música. Luego te tienes que nutrir de ella, escucharla mucho, asimilarla. Ya luego es tiempo de tocarla.

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¿Cómo se van transformando tus canciones, desde que nacen hasta que las escuchamos?

Yo creo que nacen más bien crudas. Algunas hay que trabajarlas mas que otras. Unas las he dejado de tocar algún tiempo y cuando regreso a ellas las transformo definitivamente. Hay otras que, con el tiempo, solitas se van acomodando a como mejor suenan.

¿Cuál ha sido la canción que ha llegado con mayor facilidad?

Creo "Talking Blues", esa la escribí en un día. En esa rola hablo de varias ciudades, esa me salió natural, así como te lo estoy contando. Ya nada más tuve que irle acomodando algunas palabritas hasta que terminó por convencerme.

¿Cuál ha sido la canción que más te causado más dificultad?

Yo pienso que cada canción tiene su ritmo. No porque la dejes un rato te cuesta más trabajo; aunque sí te pida más respiros. A veces te llega la música y todavía no tienes pensado que vas a decir, entonces la vas soltando como viene. Ya luego la relees y te vas encontrando ciertas incongruencias, esas hay que irlas moldeando poco a poco. Creo que "La noche entre los humillados" y "Siglo XXI" son unas de las que se han tomado más tiempo para llegar a escucharse como ahora.

¿Sigues alguna rutina al momento de componer? No tengo una rutina. Muchas veces trato de sentarme a escribir una hora o dos, para cumplir con alguna clase de cuota; no obstante, creo que no existe realmente ninguna rutina. Cuando la canción llega simplemente lo sabes, sabes que ahí hay algo y sobre eso te vas. Creo que algo muy importante para que llegue ese chispazo es sentirme cómodo donde estoy al momento de escribir.

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¿A qué crees que se deba el interés reciente, tanto del público como de los músicos, por explorar y retomar un sonido más orgánico, justo mientras atravesamos por un auge de la música electrónica y las tenologías para crearla?

Mas allá de la diferencia entre lo eléctrónico y lo acústico, creo que es consecuencia generalizada de un agotamiento de la modernidad. Es el hartazgo de no poder encontrar una música que conecte con nosotros de manera personal.

Existe una tendencia de poblar la escena musical con grupos construidos alrededor de una imagen y estudios de mercado, en lugar de construir una propuesta musical genuina, con alma. Obviamente, no puedo generalizar, hay muy buena música en todas partes, sólo hay que saber buscarla.

En mi caso personal, pienso que menos es más. Al dejar de lado ornamentaciones innecesarias, siento que puedo conseguir sonidos menos artificiales, más orgánicos, letras más sinceras. Esto le da la oportunidad a quien me escuche de adentrarse en la letra, de viajar a través de ella. En mis canciones se quedan las historias que voy encontrando y me mueven. Son las historias con las que cualquiera se puede encontrar en la calle. Yo solmente trato de ser auténtico y desechar las pretenciones.

Este renacimiento de la canción se debe a que nunca ha dejado de emocionar y conmover. Nosotros como músicos tenemos una necesidad de tomar la guitarra para escribir algo, que en un comienzo nos emocione, y posteriormente pueda llegar a conectar con la gente.

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Si uno hace las cosas de forma sincera y están bien hechas, quiero pensar que el público lo va a entender, se va a identificar, o por lo menos lo va a respetar; aunque tampoco estoy maliciosamente predispuestos a encajar en ningún nicho. Si les gusta, qué bueno, si no, ni bronca. Ambos quieren llegar a adoptar un sonido como proprio en que se encuentra el músico con el público.

¿Qué expectativas tienes de esta nueva escena del folk en la Ciudad de México?

El show del Tejedor fue un punto de partida. Espero que exista oportunidad de irnos colando juntos, poco a poco, en circuitos más grandes. Me gustaría seguir coincidiendo con otros músicos afines a mí; tocar, e ir generando público en común. Sobre todo, disfrutarlo y aprender de la experiencia.

¿Qué sigue para ti después del lanzamiento de El Blues de las amapolas?

Armar nuevas rolas, que estén compuestas especialmente para tocarlas con banda. Mientras tanto, seguir promocionando este material por todos lados, ya con el nuevo ensamble de bajo, guitarra y batería.

*

Definitivamente, para que una canción sea buena debe sonar bien con orquesta y a capella. Creo que Saúl Fimbres pasó la prueba de fuego. Yo recomendaría no perderle la pista a este muchacho.

Aquí puedes escuchar las rolas que, a mi discutible juicio, son las mejores de su repertorio; aunque si quieres clavarte en sus rarities, te recomiendo echarte un clavado por todo su souncloud.

En este evento también se presentaron Paz Quintana y Paulino Monroy. Ella es de Santiago de Chile, y él de Celaya; pero, aunque la distancia puede acentuar las brechas culturales, la música es el punto de encuentro para ellos, lo mismo que muchos otros exponentes, de este revival de la música popular panamericana. Vale la pena darse un respiro para escucharlos.