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Música

Las pesadillas infinitas de Lydia Lunch y Marc Hurtado

"Estamos sonriendo ahora pero créeme, preferimos golpear a alguien en la cara." Una charla increíble con dos leyendas del ruido.

En el concierto que Lydia Lunch ofreció en Cine Tonalá de la Ciudad de México junto con Marc Hurtado a principios de este año, hubo un momento que ejemplificó perfectamente su manera de ser así como la intención de su arte. Al interpretar “Dream Baby Dream” de Suicide —probablemente la canción más dulce jamás escrita por la banda más extrema que salió de la generación original de CBGB’s—, Lunch terminó agregando parte de su propia letra, y al evocar los sueños de la persona amada, gritaba que es una caraja pesadilla.

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Muchos artistas cultivan una imagen de rebeldía, de maldad e inconformidad, inclusive evocando arquetipos antiguos del lado oscuro de la historia universal, pero pocos logran proyectar una amenaza real sin convertirse en infantiles berrinches mal logrados. Para Lunch, esto no es un acto, y por lo mismo, dista mucho de ser percibido como algo ridículo. Al leer su libro autobiográfico, Paradoxia, uno concluye que ser Lunch implica oscuridad radical por sólo ser Lunch. En este libro cuenta cómo una y otra vez su vida se ve confrontada con violencia, abusos, problemas con sustancias y muerte; inclusive cuenta sobre noviazgos que tuvo con psicópatas y asesinos seriales. Estamos acostumbrados a este tipo de anécdotas de parte de mucha gente en el arte a través de los años; lo que separa a Lunch de los demás artistas es que nunca se ha presentado como víctima en las situaciones que ha vivido; ella siempre es quien lleva las riendas aunque el caballo la esté llevando al infierno mismo. Por algo Paradoxia cuenta con el subtítulo: Diario de un depredador.

Su arte y sobre todo su música reflejan esta perspectiva oscura, pesimista y violenta. Aunque ha tocado varios géneros, existe en su trabajo musical y de spoken word agresión apenas controlable y una aproximación animalística al deseo y la satisfacción del mismo. Por eso tal vez su aporte más importante al acervo moderno musical sea Teenage Jesus and The Jerks, una banda que apenas existiendo por dos años, logró hacer música que llamaba a lo más instintivo y primario de los impulsos humanos, así como de una entrega llena de sangre. Teenage Jesus quiso poner al punk en su lugar cuando el punk estaba convirtiéndose en algo aceptable y de moda entre la juventud, renunciando a las notas musicales, los ritmos, las voces tradicionales y las estructuras de las canciones para entregar justo lo que los punks prometieron en un principio. TJ&TJ fueron íconos del movimiento conocido como no wave al que también pertenecieron James Chance and The Contortions, DNA, Mars, Theoretical Girls e inspiraron directamente a bandas como Swans, Sonic Youth, Cop Shoot Cop y Foetus.

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Teenage Jesus fue sólo el inicio de todo para Lydia. Su carta de presentación al mundo más allá del subterráneo fue Queen of Siam, un disco que mezclaba estándares de jazz y blues con sus propias composiciones para dar algo más tradicional sin dejar lo que la hace tan fascinante y atemorizante, a la vez que continuó con varias otras agrupaciones como 8-Eyed Spy, Beirut Slump y Honeymoon In Red. Colaboró con Thurston Moore, Kim Gordon, Henry Rollins, The Birthday Party (incluyendo a Nick Cave) y J.G. Thirlwell entre muchos otros. Desde sus días en Teenage Jesus and The Jerks, fue actriz en el denominado Cinema de la Transgresión, apareciendo en filmes de Vivienne Dick, Nick Zedd, Scott B. y Beth B, y Richard Kern. Es fotógrafa, artista plástica, ha escrito y presentado obras de teatro, y escrito varios libros, sin mencionar que ha vivido en muchos lugares alrededor del mundo. Continúa muy activa al día de hoy.

Lydia Lunch actuó por primera vez en la Ciudad de México para presentar Infinite Dreamers, un concierto basado en las canciones de Suicide junto a Marc Hurtado. Hurtado, cineasta y miembro del dúo francés de noise Étant Donnés así como colaborador con actos de experimentación extrema como Z’ev, Vomir y Dissecting Table, dirigió un filme del mismo nombre sobre la vida de ambos miembros de Suicide, Alan Vega y Martin Rev. Gracias al festival de cine Distrital, pudimos presenciar la segunda vez que este show se hace en la historia.

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Al siguiente día del concierto, me reuní con ambos en un hotel de la colonia Condesa. Al acercarse para comenzar nuestra plática, escuché que Lydia exclamó “ugh! I hate Vice” (ugh, ¡odio a Vice!) cuando le informaron con qué medio sería la entrevista. Así comenzaron las cosas…

Representante de PR: Tienen 20 minutos para la entrevista.

Lydia Lunch: 20 minutos son más que suficiente. Si no puedes hacer que quepan 37 años en 20 minutos, entonces no sé lo que puedas hacer.

Noisey: ¿Cómo te sentiste ayer?
Lydia Lunch: ¡Fantástico! Como siempre me siento en el escenario.

Aunque hubo unos momentos en los que la energía falló y se fue la luz.
L: Eso no fue importante para mí, mi energía no falló.

¡Tal cuál!
L: Puedo seguir con o sin música.

Marc, todo esto comenzó por el filme que hiciste sobre Alan Vega; pero, ¿cómo se les ocurrió volverlo un show y un proyecto musical?
Marc Hurtado: ¿Te puedo contestar en español?

Por supuesto.
M: Comencé a trabajar en la película en 2007 y me tardé cinco años en hacerla. Tuvimos la oferta de un concierto en Lyon para presentarla, pero Alan Vega estaba enfermo y no podía lograrlo, así que tuve la idea de llamar a Lydia para tocar los temas de Suicide con ella porque cuando ella llegó a Nueva York, su primer amigo fue Alan y siguen siendo amigos. [El concierto de ayer fue] la segunda vez que hacemos esto.

L: Como lo mencionó Marc, Suicide fueron de mis primeros amigos en Nueva York. Fueron una gran influencia en mí porque la música de Nueva York entonces era demasiado tradicional. Patti Smith, Television, todos eran muy tradicionales. Suicide fue el único grupo anterior al no wave que más sentido tenían para mí. También mi grupo Retrovirus ha covereado “Frankie Teardrop” por algunos años.

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¿Sientes que se ha cerrado un círculo al hacer esto?
L: Se podría decir porque también grabamos un disco juntos que se llama My Lover The Killer que saldrá en abril y ahí hice un dueto con Alan…Sí, se siente como que se ha cerrado un círculo. Todo se siente así para mí porque ha sido un ciclo muy largo. También el hacer Retrovirus [grupo con el que interpreta canciones de sus primeros trabajos] es algo muy contrario a mí porque es retro y tiene sentido porque mucha gente no ha escuchado toda la música que he hecho a través de los años, tiene sentido que tenga un súper grupo que toque este tipo de música que sigue siendo muy no wave, muy agresiva y muy importante. Tiene sentido. Me encantaría traerlo aquí.

¡Sí! Sería muy emocionante.
L: Me quiero concentrar en Sudamérica y México. He ido a Colombia dos veces en los últimos años y también a Sao Paulo. Creo que la gente aquí tiene una buena comprensión de la pasión y la agresión y la intención que tengo. Voy a llevar mi exposición de arte —mis montajes fotográficos— a Colombia este año; también he hecho mi show de spoken word con proyecciones de video y música psycho-ambient y también he tocado con Retrovirus. Van a ver mucho más de mi. [sonríe]

¿Te sorprende ser más conocida por tu música y por la escena de donde saliste que por tus otras actividades artísticas?
L: Me sorprende que haya gente joven que lo sepa pero a la vez tiene sentido porque hoy en día hay muy poca música que sea tan agresiva y llena de pasión, todo se ha convertido en electrónica o tediosa a secas. Tiene sentido que haya gente desesperada de veintitantos años que no siente conexión con nada, son una minoría sexual y políticamente, y no tienen muchos lugares donde ir. Así que ¡vengan a mí, jóvenes; vengan a mi! [enfatiza]

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M: [ríe]

Foto vía

Marc, ¿por qué hacer un filme sobre Alan Vega?
M: Porque conozco a Alan desde hace un montón de años. Hice antes un corto en 2009 sobre su arte visual, sus esculturas y pinturas. Dos años después hicimos un disco juntos llamado Sniper y Lydia aparece cantando una canción en ese disco llamada “Prison Sacrifice”. Justo cuando terminé de filmar el corto quise continuar contando su historia. Es decir, no es una película con imágenes de archivo y eso, sino un retrato actual de Alan y Martin. Más que una película sobre Suicide —que de esas hay muchas— es un retrato sobre dos amigos y un momento de vida y creación, y cómo lo comparten.

Colaborar y convivir tanto con Alan, ¿te ha hecho querer mostrar un lado diferente de él a través de sus diferentes proyectos?
M: No es eso. Es más bien que ellos han cambiado y de la misma manera en la que ellos han cambiado, también la película ha cambiado, porque la primera que hice fue mucho más clásica en todos los sentidos. Más bien es una abstracción que se aprecia en sus pintura y esculturas y también en la música de Suicide y no es algo que se pueda preparar; cada que se juntan a tocar, ni Martin ni Alan saben qué van a tocar y eso me gusta porque es una forma de terminar su obra, como un Picasso que su obra refleja su vida y resulta en un arte explosivo.Toda la gente sabe lo que ellos hicieron en los setenta, pero pienso que le podría interesar más a la gente cómo son sus vidas actualmente.

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Las raíces de ambos están en la música ruidosa. ¿Sienten identificación al retomar las canciones de Suicide, como retomar sus principios en esto?
L: Marc es el que diseñó la música, y acorde a eso, yo trato de entregar algo un poco diferente a lo que ya existía en esas canciones. Es uno de los shows más fáciles de hacer para mí; es bizarro pero lo es.

¿Más fácil que tus canciones normales?
L: ¡Oh dios, sí! Tal vez porque…no es que esté completamente divorciado de lo que hago pero yo jamás escribiría una canción como “Touch Me Touch Me” o “Dream Baby Dream” pero me gusta cantarlas porque es algo perverso para mí, y siento que tengo que aportar algo más, como ayer en la noche que canté “Dream Baby Dream” y la terminé cantando “it’s a fucking nightmare!” [ríe]. No me puedo frenar. Pero canciones como “Harlem” y “Frankie Teardrop” me gustan por la psicosis que se encuentra dentro de ellas.

No son covers fieles…
L: La música es más agresiva. Las herramientas que ellos usaron hace 40 años fueron muy diferentes a las que tenemos hoy en día, entonces tiene que ser más agresivo. Básicamente somos gente muy violenta porque sufrimos de tanta agonía física que tenemos que desquitarnos con alguien más [ríe]. Estamos sonriendo ahora pero créeme, preferimos golpear a alguien en la cara.

¿Cómo hicieron para encontrar un lugar común musicalmente hablando?
L: Es una situación muy diferente que cuando hicimos My Lover The Killer, porque platicamos en hacer algo propio y lo primero que [Marc] hizo fue darme un montón de samples de música industrial y le dije: “¿qué carajos voy a hacer yo con esto?” [ríe]. A mí no me gusta ese estilo de música, samples de ruidos diferentes. Este disco es uno de los más estructurados que he hecho en mi carrera porque yo compuse mucha música para complementar los samples que Marc me mandó y luego mezcló todo. Fue muy colaborativo, aunque al final tuve que tejer las canciones. Fue un proceso muy interesante para mí.

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Me hace pensar que te estás alejando de la guitarra y el spoken word, de tu zona de comfort, digamos.
L: Bueno…My Lover The Killer es un poco como spoken word. Es como un drama radiofónico enfermo con música muy pesada, psycho ambient; pero también hay saxofón, guitarra. Ahora mismo tengo varios proyectos más, Big Sexy Noise, mi grupo de hard rock pervertido; tengo Retrovirus; también sigo grabando con Cypress Grove y me gusta llamarle “cunt-ry” blues; tengo un trío de improvisación de mujeres llamado Medusa’s Bed que sólo toca en Berlín. Siempre estoy haciendo muchas cosas, por lo menos cinco o seis cosas a la vez.

¿Y cómo determinar en cuál te vas a enfocar?
L: Es territorial. Pienso en cuál tiene sentido tocar en qué territorio. Retrovirus normalmente toca en Europa, Medusa’s Bed lo tocamos en Berlín del este. Con Cypress Grove solo he tocado en Italia e Inglaterra. Esta es la segunda vez que hago esto [con Marc] y no lo ensayamos. Nunca ensayo con mis proyectos. O lo haces o no lo haces. Que ellos ensayen, yo sé lo que estoy haciendo.

Cuando comenzaste a tocar con Lydia, ¿buscaste la manera de adaptar tu estilo a lo que ella hace o fue un proceso más natural?
M: Totalmente natural. Ella mencionó la música industrial pero yo nunca he pensado que hago industrial. Todos los sonidos que utilizo son naturales, sonidos del mar, de los pájaros; los grabo y después los trabajo con mi sampler. Al final trabajo de manera diferente para un proyecto u otro. Para Sniper usé ciertos métodos y para My Lover The Killer fue algo totalmente diferente que nunca había hecho. Para mí es como un film noir, algo que no pertenece a un mundo que conocemos. Es noir pero también es muy musical.

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L: Es un drama radial post industrial con un poco de jazz noir.

De alguna manera, es la combinación de muchas cosas que han hecho a través de los años.
L: Es la culminación de muchos elementos. Y está basado en una historia verdadera, sobre un ex amante que tuve que estaba camino a verme pero antes mató a su novia, se suicidó y no llegó a nuestra cita. Hace dos o tres años.

[ríe]
M: [ríe] Lo más gracioso fue…

L: ¡Oh sí! el título lo pensamos antes que sucediera eso. Ya teníamos la música escrita y el título y sólo una letra: I’m sorry but I’m not. Y después que cometió el homicidio/suicidio, escribí todas las letras.

Qué fuerte… leí tu libro Paradoxia y sé que has vivido muchas cosas muy intensas.
L: Y hay más por venir, no he terminado [sonríe].

En ese sentido, que no hay mucha música de esa magnitud hoy en día, pero ¿hay algo que te emocione, además de lo que hace Marc?
L: Está lo que hace Weasel Walter, Carla Bozulich que tocaba en Evangelista y Geraldine Fibbers; hay muchos músicos del post jazz neoyorquino que me parecen maravillosos, como Chris Pitsiokos y Peter Evans. También me gusta una banda que se llama A Place To Bury Strangers, no hacen mucho pero son agresivos; me gusta Mark Morgan que tenía una banda llamada Sightings. Hay un puñado de buenos músicos pero mis oídos siempre están abiertos, escucho todo lo que me mandan pero tengo que saber que es lo que no me gusta y siempre busco algo que me guste. Aunque yo no escucho música en mi tiempo libre, tengo suficientes voces en mi cabeza.

M: [ríe]

¿Aún te preguntan mucho sobre la escena de Nueva York en los setenta?
L: ¿Tú qué crees? Claro que sí, porque nadie más estaba vivo en esa época.

Nadie les estaba poniendo atención.
L: A nadie le importaba ¿y qué? Pero apenas el año pasado, Nicolas Jaar hizo una retrospectiva de Teenage Jesus and the Jerks 1977-1979 que Weasel Walter produjo. Creo que tanto interés en Teenage Jesus es que es hizo una de las más disidentes y agresivas formas de música, concreta y brutal; fue un instinto completamente animalístico que aún se escucha actual pero a la vez definió un género. Y se me hace interesante que Nicolas Jaar, un chileno-palestino de 25 años, llegó a mí por samplear mi disco de spoken word Conspiracy of Women que salió el año en que él nació, eso se me hace maravilloso. Me gustaría que más DJs me samplearan, sobre todo por todo lo que he dicho sobre la guerra que sigue siendo lo mismo. Comencé a hablar sobre la guerra cuando el presidente era Ronald Reagan y nada ha cambiado. ¿Cómo puedo dejar de hablar de la guerra si la guerra nunca termina? Nunca termina, por eso sigo hablando de lo mismo. La estupidez y la avaricia, mi dios es más grande que tu dios, el hombre, el petróleo y todas esas mamadas que no significan nada.

Siempre has hablado sobre las mujeres y me gustaría preguntarte sobre la popularidad en redes sociales y sobre todo con las celebridades de discutir el feminismo y empoderamiento del género que mencionan Beyoncé, Taylor Swift y muchas figuras más…
L: [abruptamente] A ellas las usan porque son herramientas, las prostitutas que promueven música mala de las disqueras grandes que ellas mismas no escriben. La música es tan terrible…yo no quiero ver a mujeres de edad media correr en el escenario con leotardos para vender discos y hacer al gran papi de la disquera grande más rico. Eso no es feminismo. Son mujeres que de nuevo están vendiendo de todo, desde pasta de dientes hasta autos. No veo un avance en la pornificación pop de las mujeres. No es que se estén adueñando de su sexualidad, están actuando como conejitas de Playboy con bailes coreografías. No pienso que sea progreso, pienso que lo único que logran es que las niñas de 12 años se quieran volver prostitutas. No creo que sea la manera de ir adelante. La música es terrible, está sobreproducida y sobre-coreografeada; no llegarían a ningún lado sin su estilista. Es una máquina para hacer dinero donde las mujeres son la grasa en los engranes. Es mierda… puedes quedarte con tu Lady Gaga, yo me llamaré Lady Gaza.

Foto de Veronica Ibarra