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Música

Big Jeff lleva 13 años yendo a siete conciertos por semana

Flying Lotus lo ama, una de las Haim le propuso matrimonio, y su pelo lo hace imperdible. ¿Quién es esta leyenda que ha enamorado a toda Inglaterra?

Cualquiera que haya ido a una tocada en Bristol te puede decir quién es Big Jeff. Este, la bajista de Haim, una vez se enamoró tanto de él que le trató de pedir matrimonio en una de sus fechas en Bristol. La cantautora Beans On Toast escribió una canción súper cursi sobre él. Y Flying Lotus una vez declaró, “necesitamos hacer un documental sobre este güey,” algo que se hizo realidad un par de años después. Jeff ha sido llamado una leyenda por todo el mundo, desde Tim Burgess a los Foals y Bloc Party. Pero, ¿quén es ese maldito Jeff?

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Conocido por algunos como “el yeti de Bristol”, uno puede encontrar a Big Jeff (nombre real: Jeffrey Johns) normalmente columpiándose enfrente de un escenario, en cualquier lugar y cualquier noche, con los ojos cerrados, aplaudiendo y moviéndose violentamente al ritmo de la música. Su imponente figura de 1.93 metros de altura, su rizado pelo rubio —medio surfer, medio Bob Patiño— lo han convertido en el estandarte de la escena nocturna de Bristol: vayas a donde vayas, ahí va a estar, moviéndose de un lado a otro. No importa si vas al Thekla, si estás escuchando un poco de folk tradicional en un bar rascuacho, o si estás disfrutando de un concierto de música clásica en el Colston Hall, esa mata de pelo siempre va a estar ahí, como un meme de la vida real. Seguramente si has ido a un concierto en Bristol, terminaste, sin saberlo, con un poco de su cabello en tu boca. Y deberías de estar agradecido.

Big Jeff va al menos a cinco tocadas por semana, a veces siete, y lleva trece años con esta rutina. Con el tiempo, su estatus como celebridad ha llegado más allá de Bristol, y ahora lo conocen en todo el oeste de Inglaterra, así como en todos los festivales del Reino Unido. Las bandas locales se sienten honradas de verlo en sus tocadas; las bandas que llegan una noche como parte de su gira, sin conocimiento previo alguno, creen que está siendo condescendiente; y otros simplemente se sienten halagados por sus cinéticos e hipnóticos movimientos de cuerpo. ¿Y quién no lo estaría?

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En reconocimiento de su estatus de ‘leyenda local’, ahora incluso existe un club de fans de Big Jeff en Facebook con casi 2,000 miembros, y también puedes encontrar sténciles de su cara pintados en las paredes de la ciudad, o en camisetas. Hay también quienes han empezado a imitar su singular estilo de baile en el pit —“hacer un Jeff”, le llaman—, igual de vigoroso, pero nunca en tono de burla, sino más bien como muestra de respeto. Pero hasta ahora, todo el mundo conocía el mito de Big Jeff, pero nadie había explorado al alegre tipo que se dedica a ser Jeff las 24 horas al día. ¿Qué hace? ¿Cómo aprendió a bailar? ¿Cómo es en realidad? Decidí marcarle para tratar de averiguarlo.

Foto por Charlie Pitt

Malcolm Middleton de Arab Strap alguna vez se refirió a Jeff como un ‘metrónomo humano’, así que empecé por preguntarle qué pasa por su mente cuando headbangea por tres o cuatro horas seguidas cada noche. “El ritmo es lo que siempre me lleva, en parte porque toqué la batería varios años.“ Explicando por qué casi siempre lo vas a encontrar hasta adelante, tratando de conectarse con las bandas como si fuera la representación humana del beat, dice “el ritmo es algo que me parece energetizante y emocionante, y por eso a veces me encuentro accidentalmente conduciendo bandas, o tocando la batería en el aire. Muchas veces, simplemente me encuentro imitando al baterista. Es a través del ritmo que fluye la energía.”

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Jeff dice que siempre le ha fascinado el lado visual de la música, porque “estimula tu imaginación, y comunica al mismo tiempo algo”, lo que significa que siempre le ha gustado la música en vivo más que cualquier otra cosa en el mundo. Ha vivido en Bristol desde el 2002; antes de eso, vivía en una aldea con sus padres, así que no podía ver mucha música e vivo ahí. Su primer concierto, irónicamente, fue un maratón de boy bands, entre las que se encontraban East 17, los Backstreet Boys, y “el tipo que interpretaba a Henry en Neighbours."

Cuando se mudó a Bristol, Jeff se enfermó gravemente de apendicitis, y una mala cirugía en el hospital lo dejó en un coma por tres días. Un amigo suyo murió poco después. Pero la operación re-energetizó a Jeff, y haber vencido a la enfermedad lo dejaron con “una sensación de victoria”, y todas esas experiencias lo llevaron a recalibrar su perspectiva sobre la vida en general. “Me abrió los ojos y me enseñó que de hecho debería de tener conversaciones con las personas,” me dijo.

Jeff sufre de Asperger’s, dyspraxia y episodios esporádicos de depresión, así que, según me explica, el ver bandas en vivo se ha convertido en una manera de “estar cómodo estando en un lugar en el que realmente me puedo conectar con la gente”. Ir a tocadas se convirtió para él en una válvula de escape, así como una manera de hacer amigos y hablar con extraños que comparten la misma pasión. “Me tomó años el realmente platicar con alguien, porque me ponía muy nervioso cuando me acercaba a la gente,” me explica. “Muchas veces de hecho me tengo que esperar a que la gente se acerque a mí. Ahora se ha convertido en una necesidad bastante adictiva, la verdad. Y así es básicamente la manera en la que he hecho amigos. Platico con la gente y especialmente con los músicos —les digo qué me gustó y qué sentía que pueden mejorar.”

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De esta manera, Jeff se ha convertido en un embajador de las bandas locales, así como un amigo y una fuente vital de retroalimentación para la disquera de Bristol Howling Owl Records y las bandas que están firmadas a ese sello, como Spectres, Oliver Wilde and the Naturals, y Zun Zun Egui, quienes, según él, son “definitivamente la banda psicodélica más alucinante que existe en el mundo en estos momentos.” Este trabajo se mezcla con su trabajo real, laborando para Art & Power, una organización artística para discapacitados que trata de empoderarlos y ayudarlos a desarrollar sus habilidades, desarrollar proyectos y, de manera más ambiciosa, cumplir sus sueños.

Son incontables las veces que la gente me ha dicho que nunca han conocido a alguien “tan fan de la música” como Jeff. Chris Sharp, dueño del foro Fleece, donde el nombre de Jeff ha sido pintado en una de las lozas del piso del lugar, las cuales tienen más de 200 años, se reunió con él a unas semanas de haber abierto el lugar. “Creo que literalmente iría a todas las tocadas de Bristol si pudiera,” dice Chris. “Si no está en tu tocada, es porque hay algo que tiene más ganas de ver.” De cierta manera, programar conciertos en Bristol se ha convertido en un juego de “¿quién va a atraer a Jeff esta noche?”

Pero, ¿cómo reaccionan los otros asistentes al incesante vaivén de Jeff? “Creo que toda la gente de Bristol lo ama,” dice Chris. “Y es un tipo demasiado amable. Incluso si hay alguien que encuentre irritante lo que hace al principio, una vez que empiezan a platicar con él esa impresión desaparece casi de inmediato.”

Laura Williams era la editora de Jeff en Bristol 24/7, una revista en la que escribía una columna sobre “su mes en conciertos”, y ella dice que la gente de Bristol está realmente dividida en su percepción acerca de él, siendo sus principales detractores las personas que se quejan que no los deja ver. Para Laura, la cosa que más le impresiona de Jeff es un increíble durabilidad. “Algo que nunca me va a dejar de sorprender es el nivel de energía que tiene,” dice. “Él no toma alcohol, y aún así siempre es la última persona en todos los festivales. Cuando todo el mundo decide irse a dormir a las 4 o 5 am, siempre puedo confiar en que Jeff va a seguir en el fuego en Green Man o End of the Road, o hangeando por Start the Bus a las 3am después de Dot to Dot o Simple Things.”

Una de las cosas que Jeff más odia es cuando se acercan pubertos borrachos de 14 años, picándole el hombro y gritándole a todo volumen “Ey, miren, ¡es Big Jeff!” Pero, ¿hay algo que lo haría dejar de ir a conciertos? “No, no veo que eso pasa en el futuro cercano”, dice. “Pero nunca sabes qué va a pasar. No te podría decir si voy a seguir hasta que me muera, pero tampoco me sorprendería que me muriera en un concierto, la verdad… Yo creo que esa sería la mejor manera de irme”.

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