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Música

“No somos famosos”: una entrevista con Charles Rowell de Crocodiles

El dúo de garage viajó a la Ciudad de México para crear un disco de garage con influencias de salsa, así que platicamos con Charles sobre su amor por el pozole y por qué no cree que sean famosos.

Recientemente los Crocodiles, la banda formada en los extramuros de San Diego, lanzó Boys, su más reciente álbum, el cual fue grabado enteramente en la Ciudad de México —por lo visto, cerca del templo del pozole La Casa de Toño.

El uso diario del metrobús, los sonidos cotidianos propios de la capital (desde los puestos de compactos piratas, pasando por el soundtrack de las Farmacias Similares, sin dejar de lado los famosos tamales oaxaqueños y la camioneta con esa señorita que grita “Se compran colchones, tambores, refrigeradores, estufas, lavadoras, microondas o algo de fierro viejo que vendan”) tuvieron un efecto de sincretismo en los riffs salpicados de gasolina propios de su sonido.

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Si, le terminaron entrando al compás de la tropicalia y otros ecos chilangos, aunque siempre manteniendo inmune su estilo de rock con superficie de lija.

A propósito de esta aventura, platicamos con Charles Rowell, quien junto a Brandon Welchez compone la banda, sobre su experiencia de grabar un disco y comer picante en la capital azteca.

NOISEY: Entiendo que Boys, su último disco, lo grabaron en un estudio de la Ciudad de México.
Charles: Así es, grabamos en el estudio de Martin Thulin, que se encuentra en la Cuauhtémoc.

¿Por qué el DF?
Siempre hemos tenido una fuerte afinidad por México; supongo es una consecuencia de haber vivido tan cerca de la frontera.

¿Lo mejor del DF?
No podría decir qué es lo que más me gusta y me gustó. Todo se reduce a una sensación de realidad cotidiana, de poder tocarla, respirarla, como si estuviera rodeado de un millón de amigos. El arte, el lenguaje y la comida son sólo el comienzo de lo que México tiene para ofrecer. En México conviven una historia sin fin y una cultura muy rica.

¿Lo peor del DF?
¿Lo peor? Bueno, me tocó presenciar una pelea entre dos tipos en un bar que estuvo algo fuerte, pero incluso debo confesar que hasta eso le encontré cierto disfrute. Creo que lo peor de la Ciudad de México es que… ¡Aún no vivimos con ustedes!

La Ciudad de México es encantadora, cierto, con una vida cultural muy latente, pero también es agitada y caótica y urbanamente problemática. De pronto es como una canción de trash hardcore que dura ocho horas, un riff involuntario. ¿Tuvo algo de impacto esto en su disco Boys?
Definitivamente esos aspectos, como el caos, influyeron, sin duda. Mientras grabábamos el disco, Brandon y yo disfrutamos de sumergirnos en la cultura de la Ciudad de México, tanto en las referencias culturales como sus concentraciones urbanas, que sí, suelen ser muy caóticas. Supongo que mucho ayuda que no somos tímidos. No fue casualidad que terminamos grabando un disco en la Ciudad de México. Desde que el álbum cobró forma, queríamos que México fuera una gran influencia. En este álbum de Boys, hay fragmentos con sonidos que grabamos directamente de las calles de México. Nos hubiera encantado que todas las copias del compacto Boys estuvieran bañadas en esa típica salsa mexicana, que la carátula tuviera esa textura; de ser posible lo habríamos hecho sin pensarlo dos veces. ¡O al menos nos hubiéramos conformado con que el compacto incluyera un cupón válido para un pozole gratis en la Casa De Toño!

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Un pozole rojo típico de La Casa de Toño. Foto por el usuario de Flickr José Wolff.

Por cierto, el nombre de Boys suena medio gay…
Hay algo hay de eso…

Me gusta mucho Crocodiles porque su música empezó a desplegarse en un momento en que el sonido más autocomplaciente y huevón de lo llamado indie invadía los espacios alternativos; todas esas tomaduras de pelo de electropop inofensivo y chillwave de farol… De pronto ustedes pusieron en el mapa un garage rock de bajo presupuesto, como debe ser el rock que se jacte se de ser rudo.
La verdad es que nunca nos hemos sentido involucrados con las tendencias. Pero tampoco con revivir viejos espíritus. Empezamos queriendo ser una banda de garage rock futurista con un nombre parecido a los grupos de garage de los 60. Aunque a algunos les puede parecer que nos hemos desviado de la propuesta original, lo cierto es que sólo estamos forjando un camino en el cual el sonido va cambiando como cambian los paisajes, y eso significa toda una aventura, al menos para nosotros mismos, incluyendo ideas sobre cómo componer canciones con ritmos de salsa para luego grabarlas en México.

Pienso en bandas como Merchandise, The Men o Ceremony, que recientemente también acaban de lanzar un nuevo álbum. Me atraparon porque sus primeros trabajos eran desafiantes, arriesgados, guitarras en bruto, muy sucias. Pero conforme fueron haciéndose de cierto reconocimiento, me da la impresión que suavizaron sus melodías, volviéndolas más accesibles, tal vez. Ahora que escucho el Boys, con todo y los elementos latinos, como los beats de salsa y cumbia, la distorsión cruda sigue siendo leal a sus principios.
Hay muchos factores que entran en juego al estar en una banda. De algún modo quieres complacerte a ti mismo tanto como sea posible… o al menos es lo que hacemos en Crocodiles. No obstante, pasa que con el fin de llamar la atención, a veces se necesita la ayuda de las etiquetas, que suelen ser diseñadas por publicistas con la mirada afilada en las influencias externas y la demanda del público. Esto puede crear todo un desmadre en tu cabeza. Pero al final del día, es la vida de esas bandas, su arte, su legado.

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Lo cierto es que la idea de creer que se debe limpiar un sonido aparece en algún momento de la carrera, a veces solo brevemente, pero la idea ya está ahí, haciéndote ruido —es un pensamiento recurrente por lo general, que va y viene en determinados momentos. Lo que sí es que limpiar tu sonido para lograr más éxito es una decisión que nunca pasa desapercibida. A veces es una buena decisión. En otras es el inicio del fracaso. Nosotros nunca nos hemos sentido atraídos por esa idea. ¿No se trata todo acerca de la consecución de los sonidos que siempre han estado en tu cabeza? Creo que Martín Thulin realmente entendió el tipo de disco que queríamos hacer, e incluso antes de empezar el intercambio de ideas e influencias, nos sentó y admitió que él nos quería generar un camino sonoro diferente al registro de nuestros trabajos anteriores. El sentimiento era mutuo. Nuestros discos siempre tienen una cierta identidad que es única para Brandon y para mí, pero también creo que nuestros sonidos son adictos a la reconstrucción y la evolución de "nuestro sonido”.

Charles con Iggy Pop.

Será que las bandas se ponen límites para no salirse de ciertas zonas de confort que ya les garantizan dinero, fama y giras.
Creo que algunas veces necesitas imponerte determinados límites, con el fin de crear música memorable. Lo que en nuestro caso pasa es que nunca perdemos el sentido de la aventura y sorpresa. Es como una ley para nosotros. Por supuesto, esto es exactamente lo que sentimos durante la grabación de Boys, un disco con tendencia a lo peligroso y con un poco de mierda también. Sólo queremos seguir viajando por el mundo y seguir lanzando álbumes. Con este momento especial en el que nos hemos acomodado, creo que hemos encontrado un sitio reconfortante. De pronto doblamos una esquina con estas canciones y tenemos la aventura de vivir en México.

¿Es más fácil ser aventurero y estar dispuesto a sorprendente cuando te conduces en el “under”?
Si tú quieres ser músico, tienes que entender que la mayor parte del tiempo no es fácil. La popularidad puede parecer emocionante, pero realmente es lo que se encuentra dentro lo que al final del día importa y eso que importa, no debe ser fugaz según yo. Nos gusta hacer amigos con personas de todo el mundo, compartiendo no sólo la música, sino bromas y recuerdos. ¿Underground vs Overground? No me parece ser una división relevante. Puedes tener un éxito en el internet o en el escenario. Depende de ti decidir cuál es tu situación y en dónde quieres destacar.

¿Los Crocodiles son famosos?
No, no lo creo. Todo es relativo. Alquilamos un apartamento no muy lejos del estudio de Martín. Tomábamos el Metrobús de la ciudad todos los días y pues, la gente no nos veía y gritaba “¡Ahí van los Crocodiles!” Ni nos perseguían ni pedían autógrafos; pasamos el rato con nuestros amigos, comimos platillos increíbles y grabamos nuestro mejor álbum en lo que va de nuestra carrera. El Internet puede sesgar mucho estas concepciones sobre la fama, también.

Escucha el nuevo álbum de los Crocodiles aquí, y síguelos en Facebook, Twitter y Soundcloud. Boys ya está disponible, y lo puedes comprar aquí.