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La guía VICE de lo que está pasando

Un tiroteo por un pedo: ¿qué está pasando en Valencia?

Una ventosidad acabó con una batalla campal, heridos y detenidos. Pero también hay secuestros virtuales, extraños atropellos y mucha, pero que mucha, corrupción política.

Leer en un titular la palabra pedo es algo extraño. Parece que todos los medios serios y tradicionales de este país estaban deseando tener la oportunidad escribir "pedo", que la actualidad les brindara esa jugosa posibilidad. Y desplazar así sinónimos como ventosidad o flatulencia. Esta mañana, por ejemplo, el muy irónico Carlos Herrera (de la COPE) ha aprovechado para decir cinco o seis veces pedo y poner de fondo un ruido de una sonora pedorreta mientras daba paso, con su discutible sorna andaluza, a la noticia que ha desencadenado el uso indiscriminado de la palabra "pedo" en emisoras, webs, televisiones, prensa y grupos de WhatsApp. "Un simple pedo fue el detonante de un tiroteo en Valencia con tres arrestados y cuatro heridos", titulan nuestros compañeros de la Opinión de Murcia, rebajando con el adjetivo simple el drama del pedo.

El caso es que esto pasó el fin de semana en Valencia, y no fue un "quítame allá esas pajas", sino un "tírate lejos de mi cara tus malditos pedos". La situación hubiera hecho feliz al fallecido Camilo José Cela. El escatológico escritor, del que ahora celebramos su centenario, era muy dado a hablar y presumir de sus nalgas (de su capacidad para absorber agua por el ojete, concretamente un litro, como confesó en la tele a Mercedes Milá). Pero el acto final de este caso no fue tan festivo como ver a un ganador del Nobel en cuclillas sobre una palangana esperando a que suban las aguas.

Lo de Valencia acabó en un tiroteo entre dos clanes gitanos, que por lo visto estaban enfrentados ya antes por un tema de tráfico de droga. Cuatro heridos (algunos de ellos graves), varios detenido y un barrio (Torrent) literalmente tomado por la Policía. Antidistubios que vigilan día y noche para que otro pedo no vuelva a desatar la ira y que las pistolas vuelvan a echar humo. Y todo por un pedo. Pero no es lo único extraño que está pasando en Valencia en las últimas fechas. Igual que nos sucedió hace un par de años con Vigo, en la capital de la costa mediterránea se han acumulado una serie de circunstancias y casos muy locos, que traen de cabeza a la Policía.

Evidentemente, no nos referimos a que los cuerpos de seguridad tengan que registrar el Ayuntamiento cada dos por tres en busca de pruebas contra Rita Barberá y los suyos (pese a que Mariano siga insistiendo que su amiga le ha dicho que es inocente) o que Camps amenace con volver a la política, olvidándose de los desencuentros que, por sus trinques, ha tenido con la Justicia y se ofrezca para regenar el PP valenciano ("ganaría de calle", asegura con un poco de chulería, ¿no?). Hablamos de noticias como ésta en la que nuestros compañeros de Levante hablan de seis secuestros virtuales, en menos de una semana, en Valencia. Pero, ¿qué son los secuestros virtuales y, sobre todo, por qué en la capital del Turia? Pues se trata de una modalidad delictiva en la que alguien recibe una llamada en la que se reclaman entre 1.000 y 1.500 eurazos para liberar al hijo de la víctima: "Tu hijo está en problemas. Le vamos a hacer mucho daño si no pagas, ¿me oyes? Manda el dinero ya". Es lo que suelen decir. Por lo visto, los malos se hacen con una base de datos y llaman al azar y hay gente (lógico) que acaba pagando. Vamos, lo que nos pasa con las llamadas de nuestras queridas compañías de servicios. Y esto ha acontecido este mismo mes en Valencia.

Y los sucesos no paran, hemos encontrado a un hombre que se quedó atrapado bajo un coche, tras sufrir un atropello, y tuvo que ser liberado por los bomberos, y a unos tipos que robaron un sobre con 3.000 euros en la Feria y a los que luego pillaron. ¿Qué está pasando en Valencia? Algo huele mal allí. Antes era por la corrupción y ahora también por los pedos que desencadenan batallas campales. Una situación con la que, sin ninguna duda, Cela podría haber escrito una novela en plan el realismo sucio de La familia de Pascual Duarte.