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Cultură

Instrucciones fallidas para nadar

El próximo 19 de agosto en la galería '12:00', Daniel Salamanca presentará la historia de cómo su madre intenta aprender a nadar.

Tú no sabes nadar. Quieres agregar este nuevo pasatiempo a tu vida y para eso tienes que adaptarte a nuevas experiencias que incluyen dejar de respirar por breves momentos. No tengas miedo y relájate mientras el 70 por ciento de tu cuerpo se va sumergiendo en una piscina de metro y medio de profundidad. Agárrate de alguna orilla y deja que parte de tu cuerpo flote tranquilamente. Repito, no tengas miedo. Siente como el agua llena tus oídos apagando el ruido exterior y te moja la boca. Trata de no moverte tanto, respira por la nariz, relájate.

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Cuando la mamá de Daniel Salamanca, artista plástico de 32 años, decidió a sus sesenta que quería aprender a nadar, su hijo decidió escribir una novela. Y no sólo escribirla, sino hacer al lector partícipe de lo que fue su proceso de escritura. "Me interesa mucho la escritura pero, mucho más, lograr mezclarla con el arte. Cuando uno empieza a escribir se imagina un montón de cosas y las otras personas nunca ven lo que uno imagina. Quise lograr visualmente las imágenes que uno piensa al escribir", me dice. Por eso para el próximo 19 de agosto en la galería 12:00 se propuso crear una experiencia personal en la que comparte la historia de su madre, en una novela de ficción combinada con una exposición denominada La piscina vacía.

¿Ya no tienes miedo? Acostúmbrate a flotar en el agua. Lo más divertido es cuando logras exhalar debajo de ella. Sumérgete y saca un poco de aire por la nariz. Burbujas. Luego, toma aire de nuevo. ¿Ves? No fue tan difícil. Ahora vuelve a sumergirte pero no exhales. Trata de abrir los ojos, trata de ver ese nuevo universo acuático que te rodea. Vuelve a la superficie. Respira.

Al hablar de su mamá, Daniel dice: "Todo lo que narro es ficción mezclada con los cuentos que ella me ha dicho". Afirma que desde que ella decidió sumergirse en el agua del Gimnasio Moderno de Bogotá todos los martes y jueves durante los últimos cinco años fue creando una historia en la que la profundidad, la memoria y los recuerdos jugaron un rol en una historia real que tiene elementos de ficción. "Ella dice que a veces el miedo no la deja aprender y que los instructores que la acompañan la notan tensa y angustiada".

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Me comenta, también, que su mamá nació en Ibagué hace casi 60 años, estudió Derecho en la Nacional y es viuda. En el libro lleva el nombre de Purificación y sus ambiciones son las mismas de la vida real: historias muy de provincia, muy de pueblo. Todas ellas sirvieron a que Daniel la entendiera con otros ojos, a través de otras experiencias.

El agua es para muchos un lugar donde el cuerpo puede expandirse, relajarse y dejar la mente en blanco. Si ya lograste flotar, habrás notado ese sonido denso sin tiempo que acompaña al agua; ese lugar que es silencioso ( y a la vez no tanto) que te saca de la realidad por un momento.

"Esos momentos, en los que está en la piscina, Purificación los utiliza para pensar por qué no logra aprender a nadar, cuáles han sido sus dificultades en la vida, cómo pasa de una vida de madre de dos hijos a la de una mujer jubilada, etc. Todos esos representan la historia que cuento en la novela", me dice. Por eso, cuando quiso reflejar estas experiencias en objetos, utilizó conceptos que generalizaban aspectos de la historia del personaje.

En 12:00, el lugar de la exposición, hay cuatro salas: cada una representa un concepto temático de la obra. Para Salamanca, "cada espacio podía ser un capítulo y cada capítulo tenía una secuencia. Uno representa la rutina de nadar, la levantada temprano y todo el ritual de cambiarse y ponerse el vestido de baño. Acá mostraba objetos relacionados con la natación, el agua y la feminidad. Otro espacio, muestra las etapas por las que pasó el personaje: llegar a esta edad, vivir en una provincia, ser madre y terminar viuda. El tercero se dedica a reflejar sus sueños, sus miedos y ambiciones; acá entra en juego su miedo a hundirse y su imposibilidad de aprender a nadar. Y el último, habla de la familia y la genealogía".

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Estás bajo el agua. Te sientes tranquilo porque ya puedes oír los sonidos de las burbujas y las ondas de agua que pasan cerca de ti. Ya también has abierto los ojos, has logrado ver a tu instructor bajo el agua y ese mundo azul que te rodea. Ya no debes tener miedo, ya debes sentirte más cómodo. Ahora vas a utilizar tus brazos y tus piernas como remos y te vas a ayudar de ellos para estabilizarte bajo el agua.

En cuanto a los ejes temáticos de la obra, Daniel se inspiró principalmente en El Museo de la inocencia del premio nobel turco Orhan Pamuk, que trataba de una historia de amor escrita en una novela. Además de un libro escrito, Pamuk creó un museo en Turquía en el que justifica, a partir de la historia de la novela, el cambio de Estambul con el tiempo a través de varios objetos. La piscina vacía quiso imitar este proceso en el cual se cuenta una historia y, a su vez, se presenta una experiencia.

Practica patalear con las piernas. Muévelas de arriba abajo con un ritmo constante y siente las corrientes de agua que pasan por tu cuerpo. Ya sabes flotar, ya no tienes de qué preocuparte. Entre más rápido lo hagas, más velocidad vas a tener bajo el agua. No te olvides de sacar la cabeza de vez en cuando, y ayúdate de los brazos para salir a la superficie más rápidamente.

Cortesía de Daniel Salamanca.

"Las obras de arte en la exposición no son una literalidad. De hecho todo lo que allí encuentras son objetos que me imaginaba cuando pensaba en las historias que mi mamá me contaba, de cómo se sentía de nadar por primera vez y su frustración de no lograrlo", dice. Y hasta este día la mamá de Daniel no ha logrado sentirse tranquila bajo el agua.

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Estás pataleando. Mueves tus brazos y piernas sin coordinación y tu cuerpo empieza a hundirse. Tragas agua y te entra el miedo. Tu corazón va a mil y por fin logras sacar la cabeza. Saliste a la superficie, tocaste el piso de la piscina con los pies. Pasan momentos en lo que piensas que no vas a volver, que no quieres sentir eso de nuevo y que ya nadie te va a convencer de aprender a nadar. Tranquilo, a veces cualquier tipo de frustración también puede ser poesía, y, por qué no, una obra de arte.

Stills de video. Cortesía de Daniel Salamanca.

Si quieres conocer más acerca del trabajo de Daniel Salamanca, haz click aquí.

Si quieres ir a la exposición este 19 de agosto, este es el evento en Facebook.

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