FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

Reflexiones sobre Ike Turner

La muerte puso el punto final a la carrera de Ike Turner, uno de los grandes innovadores de la música norteamericana.

Ilustración de Jim Krewson

La muerte puso el punto final a la carrera de Ike Turner, uno de los grandes innovadores de la música norteamericana. Los discos que grabara a lo largo de tres décadas son clásicos por derecho propio, y los espectáculos en directo con su entonces esposa Tina, una cinética, hipersexualizada explosión en el show business. En 1991, el Rock and Roll Hall Of Fame declaró su composición “Rocket 88”, cuya letra hablaba del peculiar diseño de un automóvil de lujo, la primera canción de rock’n’roll de la historia. Un grato reconocimiento que debe observarse con cautela: siempre es motivo de recelo que una institución como el Hall Of Fame trace líneas mágicas, arbitrarias en apariencia, que demarquen los confines de determinadas formas culturales. Al fin y al cabo, jazz, blues, rhythm&blues, rock’n’roll, etc, eran en su momento términos intercambiables que denotaban toda música “racial”, antes de que a finales de los 50 “rock’n’roll” pasara a ser una etiqueta perteneciente a ámbitos blancos. Por tanto, ¿por qué el galardón? ¿Es “Rocket 88” la primera canción de rock’n’roll porque la grabó Sam Phillips? ¿Porque los responsables del Hall Of Fame estimaron que su sonido sentó las bases del rock’n’roll posterior? Quizá les pareció a sus oidos cercana al rock’n’roll de mediados de los 60, una variante europeizada del rhythm&blues afroamericano. Señalar una canción como punto de partida de un género es artificioso. Es notorio que el rock’n’roll tal como lo conocemos es una forma musical singularmente abierta; no depende de un ritmo en particular, o de un arreglo, o de unos instrumentos concretos, para que se le clasifique como tal. Es el reflejo musical del sistema de mercado liberal sin ideología que le diera origen. La sección de rock de una tienda de discos incluye a Kraftwerk, Elton John, Bobby Day y Motörhead. De todos modos, y sin entrar en si Ike Turner efectivamente “inventó” el rock’n’roll, se ha de admitir sin tapujos su condición de inconformista en el fecundo mundo del rhythm&blues, la música que la Norteamérica media escogió para reemplazar el jazz orquestal como banda sonora oficial del mundo de posguerra; un universo en el que los USA, el gran triunfador nuclear, se erigieron en amo y señor de todo lo que entrara en su campo visual. Tanto si inventó el rock’n’roll como si no, es innegable que la influencia de Ike Turner va más allá de sus éxitos en las listas. Buscador de talentos en los años 50, Turner “descubrió” y extendió contratos a Elmore James, B.B. King y Howlin’ Wolf, y trabajó como músico de sesión para artistas como Fontella Bass, Dee Clark y Buddy Guy. Con el tiempo compondría, arreglaría y produciría música para grupos creados por él como Ike & Tina Revue, las Ikettes y las Mirettes. En 1971 construyó su propio estudio de grabación, Bolic. Allí grabaron Ike & Tina parte del más excitante crossover entre soul y rock que el mundo haya escuchado: “Working Together”, “Her Man, His woman”, “Feel Good”, “Nuff Said”, “Nutbush City Limits” y “Let Me Feel Your Mind”. Ike & Tina eran musicalmente omnívoros, incorporando cualquier cosa que les gustase del paradigma blues/rock. Por ejemplo, la versión del “Evil Woman” de Fleetwood Mac se convertiría en “Evil Man”. Pero ser tan prolífico como Turner tiene un coste. Era un tirano, una persona difícil y paranoica a decir de algunos, y tenía por costumbre guardar un AK-47 cargado debajo de la mesa de mezclas. Abusaba de las drogas y hacía llamadas telefónicas ilegales a larga distancia, razón por la que fue investigado por el FBI. Sus éxitos en colaboración con Tina y otros grupos se vieron eclipsados por su divorcio y la posterior publicación de I, Tina, autobiografía de su ex mujer que en 1993 se adaptara al cine con el título de Tina; un producto convencional de Hollywood que pone en imágenes los dardos de Tina contra su cónyuge por someterla a malos tratos físicos y mentales. A raíz de su aparición, ‘Ike Turner’ se convirtiría en sinónimo de ‘maltratador’ para un público en su mayoría desconocedor de su influencia y logros. Irónicamente, la estrategia de márketing de Ike & Tina a lo largo de su carrera consistió en explotar no sólo su relación, sino también el carácter disfuncional de ésta. La relación sentimental entre Ike y Tina dio comienzo en 1959, al poco de iniciar su colaboración profesional. Aunque la unión tenía en apariencia todas las características de un romance al estilo moderno, con su priorización de las emociones por encima de los asuntos prácticos (“amour fou”), tenía también, como evidencian los abusos, uno de los atributos básicos de la concepción arcaica del amor: la unión política, puesto que su matrimonio fue una herramienta de crecimiento—artístico y económico—de ambos. La idea moderna del amor como fuerza cegadora que exige sumisión es un invento que coincide con el auge de la burguesía. Tras el ascenso de la clase media, el amor se convirtió en el único aspecto irracional tolerable en una vida regida por un sistema social basado en la lógica, marcial y autorregulador. Se transformó al mismo tiempo en una inversión de lo que antes era: un convenio, considerado sensato, entre dos familias que desposaban a sus hijos por mutuo beneficio. Al matrimonio, desde siempre, se le juzgó con pragmatismo y en base a conceptos como estatus, dote, propiedad y jerarquía. Antes de que la clase media lo reinventara, el amor era efímero (“eros”) y no tenía que ver con el matrimonio, que no era sino una transacción de tipo político. Aunque la burguesía reemplazó gran parte de la brutalidad y arbitrarieidad del mundo antiguo con la ley y el orden—algo necesario, ya que la agresión y la dominación entran en territorio legal—, el amor, cosa extraña, quedó exento de las estrictas normas de la nueva era.

Bajo el feudalismo, desposarse es como comprar una vaca: el amor no entra en la ecuación. Bajo las reglas de la burguesía, el amor es una fascinante, mística enfermedad; una irracional transgresión contra la que incluso se prevenía por constituir una amenaza al orden social establecido que podía conducir a la locura, la muerte y la idiotez, como dramatizara William Shakespeare, el gran bardo de la burguesía, en su obra Romeo Y Julieta. Se dejó existir el amor como una singular forma de rebelión contra la opresión institucionalizada, insidiosa y aplastante; una reminiscencia de la salvaje, sensual vida previa a la burguesía.