FYI.

This story is over 5 years old.

Cultură

¿Por qué todos esos señores siguen comprando DVD pornográficos?

Nos fascina que aún haya gente comprando DVD con fines masturbatorios.
technology-lighting-product-electronics-digital-dvd-packaging-multimedia-disc-pack-hard-disk-drive-data-storage-device-dvd-cover-dvd-packaging-859488
Imagen vía Pxhere/CC 0

Bueno, esto es el clásico domingo de mierda de toda la vida que te levantas temprano con dolor de cabeza por culpa de los cubatas de Giró pero te resulta imposible seguir durmiendo porque quedarte en casa tumbado supone darle vueltas a cosas con las que deberías haber dejado de pensar hace tiempo; cosas como la inexorable verdad de que cada día que pasa te estás quedando más solo y que tu cuerpo es cada vez más feo e inútil. Vaya, parece que hoy alguien se ha levantado tremendamente alegre.

Publicidad

En fin, el caso es que entonces coges y decides largarte a dar una vuelta por ese mercadillo que hay los domingos, donde venden cómics, películas, libros y discos de segunda mano. Allí te pillaste el Before and After Science de Brian Eno y muchos discos míticos más. Algo de Bruce Springsteen también ha caído alguna vez, no lo negaremos y, joder, no pasa nada; "Hungry Heart" era una tema que el tipo compuso para los Ramones —se lo pidió Joey— pero que al final se lo quedó él y es innegable que se trata de un buen hit. El tema es que paseando por el mercadillo no puedes evitar toparte con esa raza de hombres que se acumulan alrededor de cubetas de DVD pornográficos y que buscan apasionadamente entre los títulos, como esperando encontrar el Spiderland de la pornografía a un precio ciertamente asequible.

No conozco su escena pero me fascina que aún haya gente comprando DVD con fines masturbatorios, y no solo eso, sino que los adquieran sabiendo que es material de segunda mano. Soy consciente de que aún existe un mercado pornográfico impreso en este formato pero todos tenemos muy claro que el presente y el futuro de la pornografía se encuentra en internet. No hace ni falta contrastar datos. Aún así, estos tipos, viajeros ausentes de nuestro presente, prefieren amarrarse a este viejo formato y afilar sus dedos entre cajitas de DVD.

Es como si estos discos contenedores de imágenes en movimiento fueran lo único que les ata a la realidad tecnológica del presente. En fin, hasta aquí han llegado estos tipos, no pueden con ningún tipo de progreso más, se han plantado con el DVD. Internet les supone un esfuerzo demasiado salvaje y, pese a que estarían absolutamente encantados con las sorpresas que les deparan ahí dentro, prefieren contentarse con los datos planchados en este soporte físico, aunque eso suponga tener que aceptar un nivel de calidad realmente bajo. Si nos fijamos, la mayoría de títulos que sobreviven en estas cubetas tienen un atractivo nulo, en fin, que son como un thumbnail que nadie se atrevería a clickar. Así es como nos encontramos a todos estos señores surcando los mares de la pornografía más detestable, solidificando su reputación poco merecida de pervertidos. Al fin y al cabo todos consumimos este material pero no todos nos vemos obligados a tener que adquirirlo públicamente. En fin, ellos no saben hacerlo de otra forma.

Y esto es un problema porque su falta de sintonía con la actualidad les obliga a tener que emitir un criterio de búsqueda basado en las portadas y contraportadas, ese es su xhamster mental. Su polla ante esas portadas es su barómetro y no tienen opción real de catar el material antes de comprarlo. Porque esta es otra, LO COMPRAN. La mayoría de nosotros accede al porno de forma gratuita pero estos tipos cambian estas cajas por monedas reales. Lo físico a sus últimas consecuencias: todo este material hay que almacenarlo. Solamente imaginar todo el porno con el que nos hemos masturbado a lo largo de nuestras vidas organizado en una videoteca me produce vértigo. Esta gente, por lo contrario, convive con estanterías repletas de sexo en su comedor o en pequeños recovecos ocultos en su "despacho de trabajo". Cuando internet desaparezca, será a ellos a quien tendremos que recurrir para disfrutar de nuevo del porno. Y es que el mérito, amigos, es insondable; estos tipos se la juegan, salen de sus casas, se enfrentan a un mundo nuevo y hostil y, pese a esto, tienen la valentía de hacerlo a plena luz del día, rodeados de una masa inabarcable de gente y, encima, pagar por ello.

Los veo y un sentimiento anacrónico me invade, son el último resquicio del porno de toda la vida, de esa erótica que necesita ser tocada para sobrevivir. Veo que son varios, que hay otros como ellos y, pese a no conocerse, ellos mismos descubren que no están solos y pueden reconocerse entre la jauría humana, entre codazos sutiles y miradas serias combaten por lo mismo. Nosotros, los del presente y el futuro, cabalgamos completamente solos a través del infinito mar de pollas y coños que es internet, alejados, tristemente, de cualquier tipo de peligro o aventura.