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Música

Dylan y el Nobel: Todavía quedan cosas sagradas en la tierra

Era hora de que los suecos dejaran de ponerse en ridículo.

​Sonaba tan improbable que se antojaba posible. Bob Dylan Premio Nobel de literatura. Aquel muchacho que con una guitarra y voz de gallo Claudio planteó una revolución; aquel que desafío, también con una guitarra, pero eléctrica, lo que había cimentado; aquel que se apagó, volvió a encenderse, abrazó el cristianismo y volvió una vez más a renacer: sí, Bob Dylan. Él, su arte ha vuelto a revolucionar la época. Ese premio soso, rancio, apolillado, que es el Nobel, ha cobrado una nueva dimensión. De acuerdo, hay nombres, hay obras y hay páginas y páginas escritas. Pero. Pero ninguna, sea DeLillo, Vollman o Pynchon, hace palidecer el trabajo de Robert Zimmerman.   ​

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"All I can be is me--whoever that is". (Vía el Facebook oficial de Bob)

Años, años de pertenecer a una élite. Esa clase de los eternos improbables. El Asturias a Cohen, el mismo Asturias a Dylan, pero el Nobel jamás. Una academia que estaba en contra de todo lo que la música del gigante Dylan ha propuesto. El sustrato ontológico, el compromiso social, la lucha de clases, la voz de los desposeídos, sea clase obrera o se trate de homeless, la dialéctica del yo, la confrontación: el universo indetenible e inabarcable de Bob Dylan. Aquel muchacho que salió de un pueblucho para dilapidar talento. Un verdadero puente humano entre la fantasmagoría de los viejos bluesman y el cantautor que nos ancla al presente. El que nos apetezca. Trátese del aquí y ahora de Blood on the tracks, New Morning, Slow Train Coming, Oh Mercy o Time out of mind. Con esas credenciales era impostergable el premio. Era hora de que los suecos dejaran de ponerse en ridículo.​

vía el Facebook oficial de Bob

Existe una distancia insalvable entre el joven que empuñó una guitarra y enarboló un reclamo a la era en "The Lonesome Death of Hettie Carrol" y el anciano que hoy con la designación del premio que se le ha otorgado nos recuerda una cosa: todavía quedan cosas sagradas sobre la tierra. Y esas cosas son el pensamiento, la canción, los versos. La rama, el árbol Dylan. En más de cinco décadas Bob ha confeccionado un cancionero que supera lo que incluso aún está por escribirse. De tal magnitud es su legado. "La electricidad aullaba en los huesos de su rostro", esta frase memorable, incluida en Blonde on blonde, lo ha dicho todo. Con Dylan la lengua, la poesía, emprendió un viaje del que nunca va a regresar. La lengua, el idioma, la poesía, nuestros corazones, jamás se van a reponer de la embestida llamada Bob Dylan.

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Cuántos destinos no se han perdido por culpa de Dylan, cuántos caminos no fueron encontrados, cuántas vidas no fueron iluminadas. Nada alcanza a describir el fenómeno. El inabarcable Dylan. El desastrado, el trovador, el padre de familia, el humano, el que se divorcia, el que se casa. El que compone canciones. Y con melodías moldea nuestra existencia. Esa que odiamos. Que aborrecemos. Pero que abrazamos siempre que escuchamos la accidentada y portentosa voz del autor de Highway 61 Revisited. Si alguien ha traicionado a Dylan es Dylan mismo. Qué decir de un hombre así. Que ha cambiado el rumbo de la música. Incluso cuando parecía que no lo estaba cambiando. El mago, el profeta, el trovador, el maligno, el que te roba el alma con una melodía. El hombre que ahora viaja en limosina pero que deambuló como polizonte en los trenes de mercancías.

En el Finsbury Park, Londres; 18 de junio, 2011. vía Wikipedia​

Eléctrico, acústico, conservador y vanguardista. Apegado a la tradición y traicionero incorregible. El que le robó todo a Rimbaud, a Maiakovski, a Lermontov. Vean lo que un hombre con una guitarra puede conseguir. Hasta donde puede llegar. Se mienta que en una ocasión que pasó por México se internó solo en los gimnasios de box de la Lagunilla. Dylan lo ha visto todo, lo ha cantado todo, pero sigue siendo presa de sus pasiones. Todavía se quiebra, se entusiasma cuando ve un gancho al hígado colocado con pericia. Nadie sabe de dónde provienen sus canciones: su persona misma no alcanza a explicarlo. Pero hoy esas canciones que han alimentado millones de almas le han dado la vuelta al mundo con la noticia del Nobel.

Recibiendo la medalla de la libertad, 2012; vía Wikipedia​

Hoy el mundo es distinto. Amaneció de otro talante. Hoy triunfó la palabra. La poesía. Y si esto ha sido posible, significa que no todo está perdido. Si luchamos tal vez todavía podemos salir adelante.

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