Un doctor del Vaticano explica la verdad sobre los milagros de los santos
San Zanobi, Botticelli. Imagen via Wikimedia Commons.

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Un doctor del Vaticano explica la verdad sobre los milagros de los santos

Contactamos a un doctor del consejo médico de la Congregación para las Causas de los Santos para que nos explicara cómo reconocer un milagro y en qué consiste el proceso de canonizar a un santo.

Hasta hace poco, mi idea de lo que es un milagro se resumía en aquella escena de Family Guy donde Jesús engaña a la audiencia con trucos de magia dignos de un ilusionista. Pero en Italia estamos pasando por un periodo de jubileo, y eso significa que el Vaticano está trazando miles de iniciativas para incrementar exponencialmente las oportunidades para que los italianos se involucren con la iglesia. Por ejemplo, no hace mucho llegó la noticia de que la Madre Teresa de Calcuta sería canonizada como santa en septiembre.

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Por si no lo sabes, hacer un milagro es el prerrequisito fundamental para convertirte en santo, y me parece que así debe ser. Para que un milagro sea considerado como tal, debe cumplir, a su vez, con otro prerrequisito fundamental: no tener explicación científica. En el caso de la Madre Teresa, su milagro fue curar a un hombre que "padecía una infección viral en el cerebro que le causó muchos abscesos con hidrocefalia".

El consejo médico de la Congregación para las Causas de los Santos es el organismo que se encarga de tomar decisiones sobre los milagros verdaderos y distinguirlos de otros supuestos milagros. Además de la figura controversial de la Madre Teresa, siempre me intrigó todas esa solemnidad que rodea el tema, así que contacté a un doctor del consejo médico para que me explicara cómo reconocer un milagro y en qué consiste el proceso de canonizar a un santo.

Por motivos de privacidad, no puedo revelar el nombre del doctor, así que le llamaré "Doctor".

VICE: ¿A qué te refieres con milagros sin explicación científica?
Doctor: Empecemos por aclarar que no estamos hablando de esos supuestos milagros que provocan un suceso increíble de la nada. Estos milagros siempre están relacionados con enfermos o enfermedades de cierto desarrollo. Tenemos que verlo desde una perspectiva científica para diferenciar si este desarrollo es normal, es decir, ver si difiere totalmente de los historiales clínicos y de las expectativas de los médicos que se encuentran tratando la enfermedad.

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El proceso empieza con invocaciones de sacerdotes o monjas que han estado en una fase de beatificación o que ya han sido beatificados. Luego, pasan por el proceso de santificación, que es sumamente difícil. La Curia Romana no acepta más que un puñado de milagros por cada santo que nomina cada año. Después de eso, el Papa lo anuncia públicamente en la plaza de San Pedro, mientras conduce una misa mayor con fotos en pantallas gigantes y demás.

¿Podrías explicar la diferencia entre santos y beatos?
La beatificación está un nivel abajo. La actitud hacia ella es bastante escéptica porque hay muchísimos detractores en la Curia y el proceso de fe es muy intransigente; quiere defender santificaciones falsas o apresuradas. Por lo tanto, si la persona beatificada ha hecho un milagro, se asume que en verdad ocurrió. Si empiezan a realizar cientos, entonces ya se convierte en algo más. Pero si no hay una investigación científica que lo demuestre como inexplicable, entonces no mueven ni un dedo.

Si una persona beatificada ha sido invocada una, dos, tres o diez veces, ha curado enfermos sin explicación frente a testigos que lo presenciaron como obra suya, entonces el obispo puede pedir que se abra un caso de santificación. Sin embargo, el proceso puede tomar muchos años.

Entonces, en el proceso de santificación, la ciencia tiene tanto valor como la fe.
Aquí, lo que está en juego exactamente es una evaluación que debe incluir, por un lado, un análisis científico, una crítica y admisión o rechazo del caso médico y, por otro lado, el incentivo religioso que vincula el fenómeno a la exhortación que hace la persona sobre el enfermo grave. Luego, esto se analiza para buscar coincidencias.

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¿Es entonces cuando el comité de científicos se involucra en el asunto?, ¿cómo funciona?
La Curia hace preparaciones que proponen al candidato. Posteriormente, se envía el historial médico del caso del milagro que realizó el candidato con informes de posibles testigos que quieran confirmar que el acto fue verdaderamente milagroso. Una vez que la Curia Romana acepta la propuesta (ya analizada por ellos), interviene el tribunal médico.

¿Ya has participado en esto, verdad?
He sido parte de esto varias veces. El secretario de la Congregación para las Causas de los Santos reune seis o siete expertos de diferentes áreas, así como tres prelados que representan a la Curia; el secretario, el subsecretario y otro secretario que toma notas. En el centro de la habitación también se encuentra un abogado que representa a la Curia Vaticana, un notario y otro secretario que representa a la parte legal y debe escribir un declaración final que, aceptada o no, debe ser refrendada por todos los presentes

Una vez que se hace esto, el tribunal empieza. El primer orador es el verdadero experto en el caso, aquel que preparó un informe tras estudiar todos los actos enviados por la Curia, y esto es un par de miles de páginas, no docenas. También tiene que haber leído todo el certificado médico, todos los historiales clínicos y el desarrollo de la enfermedad con el tiempo.

En tu experiencia, ¿cuántos milagros pudiste confirmar?
Me han llamado casi diez veces, y tan sólo una vez concluí una de las evaluaciones sobre un caso sin explicación era correcta desde un punto de vista científico, mientras los otros nueve habían sido cuestionados. Ni el cardenal ni el arzobispo se quejaron de ese cuestionamiento, siempre lo aceptaron. Obviamente, todos los especialistas presentan sus propias conclusiones. Hemos tenido debates acalorados en más de una ocasión cuando nos damos cuenta de que alguno está pecando de excesiva buena voluntad.

¿Qué criterios en específico has utilizado para evaluar estos casos?
Por supuesto, trato de utilizar criterios científicos, de evaluar objetivamente los hechos, desde el origen de la enfermedad, hasta su sintomatología, sus patrones radiológicos, sus exámenes previos y sus terapias aplicadas hasta llegar al resultado del supuesto milagro. Después de eso, está la otra cuestión de cómo se desarrolló ese resultado a través del tiempo; los casos no se presentan un mes después de que ocurren, sino cinco, seis o incluso diez días después de ser reportados por primera vez. Por eso, tenemos que verificar la manera en que todo progresó y terminó.

¿Cuáles son las enfermedades más comunes?
Bueno, para empezar hay ciertas situaciones que sólo pasan, como gente que se ahoga, tiroteos, descargas eléctricas, truenos que te dejan casi carbonizado… hay enfermedades que también te hacen pasar por todo eso. Incluso si has recibido el tratamiento adecuado, todo empeora con el tiempo. Entonces, de súbito, la enfermedad cesa, todo se va por donde vino y la persona se recupera por completo. No obstante, es importante tener en mente que el concepto no se trata en sí de salvar vidas, porque si te salvas pero terminas en una silla de ruedas con la mitad del cuerpo paralizado, ten por seguro que no es un milagro. Para los doctores esto no es inexplicable.

Pero, ¿acaso se actualizan los milagros reconocidos? Tal vez valdría la pena invalidar un milagro que ocurrió en el año 1400, por ejemplo, cuando la ciencia todavía ignoraba muchas cosas.
Nosotros sólo nos ocupamos de situaciones registradas desde el siglo XX; el resto es simplemente tradición oral. Lo demás sigue una misma narrativa, incluso los milagros de Jesucristo que no fueron sometidos a un tribunal médico. La gente simplemente miraba y relataba los eventos que había presenciado con sus propios ojos.

La última pregunta es una muy bien merecida: ¿crees en los milagros?
He tenido que reconocer que existen. No porque sean tan escasos, sino porque muchos de ellos son inmunes al escepticismo, a la crítica, a la amargura o a cualquier otra cosa. Hay ciertos casos que hoy, en el año 2016, son 100 por ciento inexplicables desde un punto de vista médico. Por más que azotes tu cabeza contra la pared, no lo puedes cambiar, por más que pongas a prueba todo para encontrar una explicación. La mayoría de los casos son anatómicos, tratan de órganos internos, por ejemplo; les ocurre algo, pero al día siguiente todo está normal, no hay marcas de bisturí, no hay puntadas, no hay nada. ¿Cómo fue posible? No lo es, porque si lo fuera, habríamos tenido mil casos en miles de años.