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Música

Amo el soundtrack de 'Lost in Translation'

Estas canciones te hacen pensar en esas veces en las que te enamoraste profundamente de alguien en el transporte publico pero nunca tuviste las pelotas de pedirle su número.

Lost In Translation es un clásico de culto y no sólo porque es la primera de una larga lista de películas en donde podemos ver una toma de las nalgas de Scarlett Johansson. Para algunos sólo es una película silenciosa con mucho sexo-visual de parte de Bill Murray, pero para los adolescentes lectores de The Perks of Being a Wallflower obsesionados con Pinterest se ha convertido en una religión. En 11 años desde su lanzamiento, se ha generado tanto subtexto romántico que la insistencia de la directora Sofía Coppola en decir que es “sólo una amistad” parece tan plausible como decir que a los metaleros no les gustan los gatitos.

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La película es esencialmente un vehículo para que Bill y Scarlett anden sin rumbo por la capital de Japón y cada uno tenga su respectiva crisis de los 50 y de los 20 y tantos que tratan de enterrar llenando sus días de fiestas y licores caros. Todo eso está bien hasta que empiezan a entablar una relación basada en una cinta de autoayuda que habla de encontrar el verdadero propósito de la vida que, según algunas personas, no se trata exactamente de fiestas y licores caros. ¿Quién sabe? La película es sobre conexiones perdidas y nuevas conexiones. Y es refrescante porque su protagonista femenina no fue escrita con la intención de sacudir sus pestañas hasta que alguien se acerque a hablar con ella en un bar. Ella es la que se pone a mandar whisky a mesas ajenas.

Mi propio acercamiento a Lost In Translation fue un poco confuso. Entre tragos sostenidos de nostalgia distante y ScarJo tratando se sombrear a su esposo fotógrafo pretensioso, me pareció nada más que una propaganda elaborada de Tokio con caras conocidas puestas ahí. Pero la segunda vez que la vi, me encontré a mi misma tomándome un Old Fashioned, viajando por Japan Airlines y tratando de encontrar el punto más cercano para levantar a un cougar masculino.

Una parte de mí le apostaba a que Murray y ScaJo dejaran de jugar y se pusieran a coger de verdad. Pero también me di cuenta de que el soundtrack, compuesto de pop francés, shoegaze y ambient, es una belleza. A pesar de todos los reconocimientos y premios que ganó la película, el soundtrack no recibió nada porque no era una banda sonora original. Pero en una película reconocida por su silencio, la música explica tanto como el dialogo lo hace.

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Para empezar, no sólo nos da una idea de lo miserables que son las vidas amorosas de estos dos personajes perdidos, sino también nos da una idea de la vida amorosa de la misma Coppola. El esposo patán desentendido de ScarJo es la caracterización de Spike Jonze, el ex esposo de Coppola, que ahora está casada con Thomas Mars, cuya banda Phoenix dio la canción de “Too Young” para esa escena de fiesta juguetona que termina en un bartender que se entusiasma con una pistola de aire comprimido. La canción es también un recordatorio bastante literal de que, aunque te pierdas absolutamente en la tensión sexual de los dos personajes, cogerte a alguien de la edad de tu papá es un poco severo.

Hablando de momentos incómodos, esa parte queda completamente opacada por la escena del club de striptease donde Murray trata con todas sus fuerzas de no parecer que está excitado por los cuerpos aceitosos que se desparraman de arriba debajo de los tubos al son de "Fuck The Pain Away" de Peaches. Estas situaciones incomodas acompañadas de la música de los gigantes del shoegaze My Bloody Valentine y The Jesus and Mary Chain hacen del soundtrack una cosa memorable.

"Just Like Honey" de The Jesus and Mary Chain que suena mientras Johansson avanza hacia una calle llena de gente mientras Bill Murray la ve a través de la ventana de un taxi preguntándose por qué terminó con una mujer desconocida y no con ella, te hace desear no estar absolutamente sólo a las 2 AM chupando las ultimas gotitas de una botella de whisky después de gastar lo equivalente a dos meses de renta en vuelos cuando ni si quiera te gusta la comida japonesa.

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Lo mismo pasa con "Sometimes" de My Bloody Valentine. Una canción que suena mientras Scarlett se recarga somnolienta en el hombro de Murray después de que él le canta "More Than This" de Roxy Music en una cabina de karaoke donde ella se ve completamente puesta, pero totalmente confundida. Esas dos canciones son suficientes como para convertir a alguien en un sabio emocional capaz de sentir sentimientos de verdad.

Lost In Translation, más que ninguna otra cosa, te hace pensar en esas veces en las que te enamoraste profundamente de alguien en el transporte publico pero nunca tuviste las pelotas de pedirle su número. Las campanadas dispersas de "Tommib" de Squarepusher mientras ScarJo mira a través de la ventana de su hotel la totalidad de la ciudad de Tokio son suficientes para mandarte a lugares muy, muy, oscuros.

El soundtrack de Lost In Translation fue el primero en darle esa idea a Coppola de hacer soundtracks que todos quieran tener entre su colección de discos. Es inteligente, emotivo y sirve muy bien para intensificar esos momentos duros de la amistad de estas dos almas en pena tanto como para suavizar las partes de en medio. Lost in Translation ganó el Oscar por su guión, pero su soundtrack quedará grabado en los corazones de las almas perdidas para siempre.

Este texto fue publicado originalmente en Noisey, nuestra plataforma de música.