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Cultură

Estas son las cosas que vas a tener que soportar este mes de febrero

Ya están aquí los que cumplen años el 29 de febrero, los enamorados de San Valentín y el resto de pesados que te va a tocar aguantar este mes.

Imagen vía

Estarás de acuerdo conmigo en que el mes de febrero es bastante engañoso. Ya lo dice el refrán: «A enero le sigue febrero, mes fulero». Efectivamente, estás deseoso de que se acabe enero y su cuesta de marras, y cuando te ingresan la nómina entras en estado de enajenación y vas invitando a birras a todo el mundo, eufórico porque llega por fin el mes corto… Pero… espera un momento… Si te paras a pensarlo, febrero es tan miserable como enero, pero va de incógnito.

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Sí, quizá esté un poco menos oscuro cuando te levantas para ir a trabajar y algunas plantas empiecen a florecer, pero no te dejes engañar: sigues estando sumido en el abismo del invierno, todo sigue siendo igual de mierda y a veces el viento sigue siendo tan puñetero que hace que te llore un ojo. Y para más inri, las tiendas se llenan de ositos de peluche abrazados a corazones por San Valentín. ¿Cómo se espera de nosotros que prodiguemos amor si el mundo entero confabula contra nosotros? ¿Qué esperanza nos queda cuando la dieta que empezamos en Año Nuevo ha quedado tirada en la cuneta de enero, como el cadáver fresco de la víctima de un camionero asesino?

En fin, aquí te dejo una lista de las cosas que vas a tener que sufrir este mes de febrero. De nada.

Foto vía Tejvan Pettinger

Es primavera, todo el mundo va cachondo y no sabe cómo expresarlo

«Mira qué tiesos y erguidos están los narcisos», dicen. «¿Cordero? Sabes de dónde sale el cordero, ¿no? De la vagina de las ovejas». Pausa. «Después de que un macho cabrío la haya montado». Todo el mundo coge otra patata frita, en silencio. Estáis sentados en la terraza de un bar, pese a que todavía hace frío para estar fuera. La gente está nerviosa y no deja de mirar de un lado a otro. La tensión sexual no resuelta se nota en el ambiente. Todos se deleitan con el suave roce de los pantalones contra su entrepierna. Delgados rayos de sol aportan un brillo nítido a todo lo que tocan. Jirones de nubes blancas salpican un cielo teñido de malva. «Quiero follar», graznas con la voz ronca por tu incognoscible excitación. «Quiero follarme algo».

Hay un día más de la cuenta y se hace interminable

Recuerdo que el año pasado tuvimos un «segundo bisiesto» –ese fenómeno atómico extraño por el que los relojes terrestres de alta precisión están más sincronizados con el tiempo astronómico– y que pasó completamente desapercibido para los mortales temerosos de Dios como tú y yo porque ocurrió a media noche y duró solo un segundo.

Pero eso no impidió que Miguel te abordara en la cocina ese día y te preguntara, «Bueno, ¿qué vas a hacer con el segundo de más que tienes, eh?», acompañando sus palabras con un empujoncito mientras te estabas poniendo un vaso de leche. Qué bien. Manchado de leche. Leche en tus zapatos de ante de ir al trabajo. ¿Te has quedado a gusto, Miguel? ¿Eh? ¿Miguel? ¿Con tu silla acolchada que dices que usas porque tienes una lesión, Miguel? Los dos sabemos que no tienes ninguna lesión, Miguel. Simplemente querías una silla un poco más grande, un poco más ostentosa. ¿A eso se reduce tu triste vida, Miguel Ángel? ¿Tu última demostración de poder es una silla de oficina y una almohadilla especial junto al teclado para elevar un poco las muñecas?

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Bueno, estamos en 2016 y tenemos todo un día extra. «¿Qué vas a hacer con tu día extra?», pregunta la gente. Pues cae en lunes, así que seguramente estaré trabajando, como todos los lunes. Comida en el bar Tovar. Carrera para coger el metro antes de que salga todo el mundo del trabajo. Una ensalada para cenar. Ver alguna serie de Netflix, poner una lavadora, ducha, una paja y a la cama. Intentar no lamentarme ante la ominosa marcha de la vida, con pasos firmes que la conducen cada día más cerca del abismo. La vida, esa máquina inmensa y horrible. Un escarabajo monstruoso alimentado de gasóleo con pinzas metálicas del tamaño de rascacielos, abriéndose paso por un paisaje idílico, dejando un doloroso surco negro allí donde su repugnante abdomen besó el lodo. Algo así.

¿No resulta patético? Foto vía Michael Coghlan

Es el cumpleaños de alguien y se hace interminable

Sí, ya están aquí los que cumplen años el 29 de febrero, y este es su año. «¡Anda, fíjate, hoy cumplo siete años!», los oyes decir. Se presentan en la oficina con una chapa en la que pone «¡HOY CUMPLO 7 AÑOS!» y están como locos con su pastel de la locomotora Thomas, soplando velas y todo. Los nacidos en año bisiesto pertenecen a esa categoría de «personas excesivamente orgullosas de tener una rareza totalmente insustancial», junto con los zurdos y los que saben hacer malabares. Míralo, está explicando que siempre lo celebra el 1 de marzo mientras juega con un yoyó. Que tienes 28 años, hombre. A ver si creces un poco.

Empieza la Cuaresma

Si estás en el trabajo el 9 de febrero, es muy probable que escuches esta frase a eso de las 10 de la mañana: «Este año voy a dejar el dulce. Sí, el chocolate. Me va a costar, porque ¡me encanta el chocolate!».

Las tortitas con forma de corazón son la imagen de archivo perfecta para ilustrar esto. Gracias, usuaria de Flickr Amy Ross. Foto vía Amy Ross

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El Día de San Valentín acecha como un espectro de muerte con forma de corazón

Hay dos tipos de personas: los que hablan de San Valentín con un cinismo extremo y los que creen que las tarjetas de felicitación de Hallmark son geniales. Lamentablemente, todas las buenas relaciones se basan en este conflicto natural entre huevos y castañas que alcanza su clímax el Día de San Valentín, momento en que amantes y detractores del romanticismo se ven obligados a compartir una cena de 100 euros en un restaurante con iluminación tenue, a regalarse flores, tarjetas (las de Hallmark) y pequeños bombones envueltos en papel de aluminio rojo y a fingir que toda esa parafernalia es normal.

Supongo que en pequeñas dosis una vez al año, el romanticismo no está tan mal, y que marcarte un detalle con la persona que te quiere y te soporta los otros 364 días del año es lo menos que puedes hacer; y que no hay nada humillante en comprar un cojín con forma de corazón con un «TE QUIERO» estampado en letras blancas. Al fin y al cabo, no hay nada peor que esos capullos estoicos insensibles que te sueltan el típico: «No es más que un día inventado por las empresas para poder vender más». Pero, ¿eso hace que sea más soportable entrar en un supermercado abarrotado con artículos brillantes con forma de corazón? ¿O ver a tus compañeros de trabajo recibir ramos ridículamente grandes en la oficina? La respuesta es no. Para nada.

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Hacer planes desesperados de última hora para San Valentín

Un aviso rápido: si te quedas por la ciudad, no has hecho planes para el Día de los Enamorados y te apetece hacer algo especial, que sepas que no va a pasar, que ya es demasiado tarde. Todo está reservado desde hace una vida. No sé cómo será en otros sitios, pero aquí lo único que te queda si no tienes plan es ir a tomar unos pinchos a la taberna vasca del centro, esa que siempre está llena de turistas.

«Mi mujer encontró todas las fotos de mi pene que envíe, así que ahora me toca vender las flores que le había comprado, ¿Qué te parecen todas por 10 euros?». Foto vía Timothy Krause

Los anuncios en Facebook de la gente que pide matrimonio a su pareja

Creo que es posible hacerse una idea de lo buena o mala persona que es alguien con el siguiente baremo: si su pareja le propone matrimonio, ¿pronunciará la frase «Me ha hecho la pregunta»? Rollo, «Por fin me ha hecho la pregunta» o «¡Todavía no me creo que me haya hecho la pregunta!».

En caso afirmativo, no es una buena persona, no necesitas a alguien así en tu vida. Esa persona creará un evento en Facebook el 14 de febrero a las 21:00 en punto y al día siguiente recibirás una invitación para reservar la fecha. Lo mejor es que no aceptes su amistad y hagas mutis por el foro.

… o en cualquier otra plataforma de citas / para follar. Sacando espumarajos por la boca, los usuarios de OKCupid repasan cuatro años de historial de mensajes no respondidos. Los usuarios de Grindr dan vueltas por Gayxample con la esperanza de que, por estadística, pase cerca alguien medianamente potable. Los de Tinder le dan tan fuerte a la pantalla de sus móviles que acaban rompiendo el cristal. El delirio posapocalíptico que precede al Día de San Valentín se masca en el ambiente.

Pero, ¿no es todo un sinsentido? ¿No resulta de los más banal? Esa soledad que se alimenta únicamente de la alegría de los demás. El Pánico de San Valentín. ¿De verdad debemos dejar que la felicidad algodonada de los demás nos afecte? ¿Debería importarnos? Sí. La única oportunidad verdadera de experimentar felicidad en este mundo es aferrándonos a la quebradiza rama del amor de otra persona mientras nuestro paracaídas falla y nos precipitamos al abismo. La única huella duradera la dejamos siempre en los demás, y el Día de los Enamorados existe como lúgubre recordatorio de eso. Nada tiene sentido y el amor es la única redención posible. Si no lo has encontrado para el 14 de febrero, date prisa y búscalo. El reloj del día del Juicio Final sigue marcando las horas y no nos queda demasiado tiempo en esta nuestra Tierra. Aférrate a alguien desesperadamente antes de que sea tarde. Cómprale flores y diles que significan algo para ti. Tic, tac, tic, tac.

¡Feliz febrero!

@joelgolby

Traducción por Mario Abad.