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Noisey

Sobre cómo Mykki Blanco casi deja la música antes de componer su álbum de debut

Hablamos con el músico sobre la montaña rusa en la que ha vivido durante los últimos cuatro años.

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Mykki Blanco no se consideraba a sí mismo como un músico hasta hace muy poco. "No era el típico chaval de 17 años que quería convertirse en rapero", confiesa el artista de 30 años sin el menor rubor. Blanco luce un sombrero de pescador y da sorbitos a su Bloody Mary en interior del hotel Roxy de Manhattan. "Yo era un colgado, un friki del ruidismo — lo de convertirme en rapero ha sido algo que ha sucedido como de rebote".

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Claro que para ser un rapero accidental, Mykki Blanco ha conseguido éxitos considerables a lo largo de los últimos cinco años. En 2012 publicó Cosmic Anel: The Illuminati Prince/ss, una joya de género inclasificable en forma de mixtape. Y en 2014 lanzó Gay Dog Food donde dio un paso más allá en su futurista concepción del noise y del punk más bien intencionado. El álbum contó con las colaboraciones de leyendas del punk y del rap como Kathleen Hanna y Cities Aviv, ambos afines al espíritu reivindicativo de Blanco.

Mykki estaba en la cresta de la ola, se convirtió en un auténtico hype. Y claro, los sellos asomaron su cabecita. Se reunió con los capos de XL y de Capitol, pero salió de ambas reuniones con las manos vacías. Y pese a que giraba con asiduidad, el dinero — o al menos la cantidad de dinero que necesitaba para grabar un álbum de debut en condiciones— escaseaba. "Empecé a sentirme completamente desalentado", confiesa. "Todo el mundo estaba pendiente de mí y se me empezó a girar la cabeza. Me sentía atrapado".

En el comunicado dejaba entrever que iba a dejar la música y que contemplaba iniciar una flamante carrera como periodista y activista

Pasó el tiempo y las inquietudes de Mykki empezaron a flaquear. En junio del año pasado anunció a través de un comunicado que era portador del virus del VIH. En el mismo comunicado también dejaba entrever que iba a dejar la música, y que contemplaba intercambiarla por una flamante carrera como periodista y activista. Fue entonces cuando el honorable sello alemán ¡K7 — uno de cuyos fichajes, el legendario triphopero de Bristol, Tricky había incluido una colaboración de Mykki en su álbum de 2014 Adrian Thaws— llamó a su puerta. "Yo estaba sumido en una profunda depresión, cuando de repente me dijeron: "nos gustaría ayudarte a crear tu disco", relata extasiado.

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El resultado de la asociación entre Mykii y ¡K7 es un disco tan complejo como fascinante que sin duda supone la declaración de intenciones como artista más contundente de Mykki Blanco hasta la fecha. Sus sonidos atmosféricos y discordantes y el zumbido a fiestón salvaje no se han esfumado necesariamente; ahora fluyen junto a partituras que en algunos momentos se revelan como descaradamente exuberantes; y en ocasiones, como categóricamente orquestales— un nuevo pliegue incorporado a su sonido por obra y gracia de su más estrecho y principal colaborador: el cantante, compositor y director de videoclips francés Woodkid (responsable de vídeos, entre otros, para Lana del Rey y Katy Perry).

En realidad había olvidado lo divertido que puede llegar a ser hacer música

"Cuando dije que iba a dejar de hacer música una de las pocas personas que me contactó vía correo electrónico fue Woodkid", exclama Mykki. "Me escribió un correo de un solo párrafo que decía: 'Sé que no nos conocemos muy bien, pero me parece que tienes demasiado talento como para dejar de hacer música. Si te apetece venir a París a grabar conmigo… Podemos ver qué sale'. Como él es un músico gay, es capaz de empatizar con mi manera de padecer la homofobia. Y durante nuestras sesiones de grabación recuerdo haberle dicho: '¿Sabes? En realidad había olvidado lo divertido que puede llegar a ser hacer música'. Fue como si por primera vez en mucho tiempo tuviese la libertad de no tener que mirar por encima del hombro, y, simplemente, hacerlo".

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El disco es tan desafiante como sónicamente seductor. Mykki suena al trabajo de un músico que sigue sus instintos hasta dónde lleguen, que ignora prácticamente la expectativa que ha generado en el pasado y su reputación. Y, naturalmente, Mykki Blanco no hubiera podido hacerlo de ninguna otra manera. "A la gente le gusta Mykki Blanco porque piensan que Mykki Blanco es un personaje divertido", explica sosegadamente. "Pero nada de eso soy yo. En realidad la gente no tiene idea de quién coño soy".

Escucha en streaming el estrno de 'Loner', el primer single del álbum de debut de Mykki Blanco, Mykki.

NOISEY: Las drogas ocupan un importante papel en las letras del disco.
Mykki Blanco: En realidad me pasé sobrio los tres meses que invertí en escribir el disco. Y fue un poco hardcore, la verdad. Ahora vuelvo a consumir, pero lo cierto es cuando estás sobrio toda la mierda fluye a la superficie: flota. Incluso llegué a tener un ataque de ansiedad, básicamente porque, de repente, no había nada que bloqueara todas las movidas a las que todavía no me había enfrentado.

La primera vez que salí de gira no tenía a nadie que cuidara de nosotros y yo no sabía hacer otra cosa. Bebía y salía de fiesta de jueves a domingo, y empecé a consumir más drogas y más alcohol del que nunca había consumido en mi vida. Iba bastante fuerte. Para mí lo de meterme drogas, y te lo digo de verdad, era como haberme dejado barba —podía salir con colegas, meterme de todo y dejar de ser el rapero maricón. Las drogas era lo que nos unía, así que las utilicé para encubrir mi homosexualidad. Tuve que salir cagando de Los Ángeles para desintoxicarme. Y me lo curré.

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¿Crees que existe algún estigma contra la enfermedad mental y su tratamiento entre la comunidad negra?
En la comunidad negra, si alguien va y suelta: "Voy a ver a un psicólogo", la gente reacciona en plan: "¿De qué coño estás hablando?". No es necesariamente muy habitual hablar de tus problemas de esa manera. "Lo que te hace falta es hacer más dinero. Entonces te sentirás mejor contigo mismo". En realidad yo no me considero una persona depresiva. La gente me llama maricón desde que tengo cinco años y eso es algo que te endurece.

La sociedad odia a los gais así que necesito ser ultra militante para derribar el estereotipo y defenderme a mí y defender a los demás

Llevo un montón de tatuajes porque es una de las maneras con las que aprendes a defenderte de la sociedad. Me acuerdo de tener 16 años y pensar: "Me voy a tatuar hasta las trancas porque no quiero que la gente se siga metiendo conmigo". Con poco más de veinte años me metía en peleas a puño descubierto porque pensaba: "la sociedad odia a los gais así que necesito ser ultra militante para derribar el estereotipo y defenderme a mí y defender a los demás". Luego entendí que no puedes ir así por la vida. Tienes que superar las cosas que te han pasado y no dejar que esas cosas te dominen, que se hagan dueñas de ti — si lo hacen, entonces tu pasado te controla, se adueña de ti, y dejas de poder existir en el presente".

¿Consideras que la cultura queer ha sido absorbida y mercantilizada por el mainstream?
Totalmente. Pero no hay que culpar por ello a la heteronormatividad. Lo que sí es cierto es que me resulta repulsivo ver a gente que se pone a hablar y a comportarse, literalmente, como si perteneciera a una cultura que no es la suya — y de repente sucede algo como la matanza homófoba de Orlando y todos aquellos que se están forrando a costa de vender dólares rosas, a hacer pasta a costa de la comunidad gay, no dicen una sola palabra. A la gente le gusta elegir cuándo complacer a su público gay y cuándo ignorarlo. A veces me da la sensación de que la gente saca siempre tajada económica de todo lo que yo proclamo, cuando en realidad yo siempre lo proclamo como una declaración de intenciones. Y puede que signifique algo para ti porque procedes de una comunidad que no representa aquello de lo que estoy hablando. Hay gente de verdad, gente real, que tiene que comerse esa mierda cada día.

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Somos casi de la misma quinta y la verdad es que el mensaje de la canción "High School Never Ends" me ha llegado muchísimo.
Esa canción es un reflejo de distintas experiencias que he vivido —venir de una familia en la que faltaba uno de los padres, ir a escuelas privadas pijas, abandonarlas, venir a Nueva York, descubrir que la clase no importa… Claro que luego la clase sí importa, especialmente cuando estás rodeado de amigos que están forrados y cuyo tren de vida no puedes seguir. Tu eres el niño con quien ellos desean salir de fiesta. Claro que no te puedes permitir un fin de semana en París y nunca te invitan a los Hamptons.

Cuando yo llegué a Nueva York la ciudad seguía dominada por las decadentes y extremadamente ricas élites de siempre. Pasé una época en la que yo era seropositivo y nadie lo sabía, de manera que estaba sexual y socialmente excluido. Así que al principio me resultó extraño escribir muchas de estas canciones. No estoy acostumbrado a escribir sobre mí mismo de manera tan detallada.

Cuándo revelaste que eres portador del VIH… ¿Padeciste algún revés procedente de la industria musical o de sus personajes?
Hay un súperproductor que solo trabaja con celebridades —cuando arranqué como Mykii Blanco me apoyó. Le vi luego en un avión en Suiza y se comportó, realmente, como si quisiera apartarme de su vista a toda costa. Me miró como diciéndome: "¿Qué coño haces viajando fuera del país"? Y luego se puso en plan: "Bueno, en realidad tienes buen aspecto".

Todas aquellas personas con las que, probablemente, nunca tendría que haber trabajado —o con las que nunca volveré a trabajar— se van a desmarcar completamente de todo lo que tenga que ver conmigo. Y yo nunca más volveré a irrumpir en su radar. Y eso es increíble. A veces me he deprimido profundamente porque no soy capaz de cambiar el hecho de que el hiphop más mainstream jamás será capaz de entender a un rapero que actúa travestido. Sin embargo, el hecho de tener a gente en la industria que me apoya, me ha ayudado. Y creo que este disco es lo mejor que he hecho nunca a nivel musical. Así que mientras mantenga mi proximidad con la cultura y me asegure de que MIS LÍMITES SON INFRANQUEABLES, entonces mi música tendrá el potencial de llegar a un público más amplio que nunca. Veremos.

MykiiMykii se publica en Dogfood Music el próximo 16 de septiembre.

Mykki Blanco formará parte del cartel de Red Bull Music Weekender el próximo 13 de octubre.

Larry Fitzmaurice es uno de los editores de VICE. Síguele en Twitter.