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Música

“¿Quién es ese niño?” tiene demasiado flow

El argentino Matías Fernández Burzaco, aka Troti, lanzó su primer single, acompañado por un videoclip en el que responde a la mirada ajena sobre la enfermedad que padece su cuerpo.

El mayor movimiento de Matías Fernández Burzaco son las palabras. Escribe sobre todo lo que vivió y vive cotidianamente en un cuerpo que no es genérico. Publica notas en distintos medios de comunicación argentinos, lanzará un libro de relatos autobiográficos en febrero de 2021 y rapea las letras que se le cruzan por la cabeza. Aunque algunos lo piensen, no es un niño: trabaja de periodista, escritor, freestyler y rapero.

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Matías tiene fibromatosis hialina juvenil, una enfermedad poco común. Solo la padecen sesenta personas en todo el mundo y dos en Argentina: él es una de ellas. La enfermedad se caracteriza por contracturas articulares y lesiones en la piel, nódulos que crecen en distintas partes del cuerpo. “Los bultos son como camarones dorados que se pasaron de cocción. ¿Me comparo a mí mismo con un marisco? Después no sé”, escribe Mati sobre los nódulos en sus orejas.

Troti, como también le llaman, dice que está roto pero que la quiere pudrir; tiene 22 años y demasiado flow. Hace unos días hizo su primer lanzamiento musical. “¿Quién es ese niño?” viene acompañado con un videoclip que muestra una sociedad criticona, que muele a pedazos a quienes tienen discapacidades. Este es un adelanto de un futuro disco solista de doce canciones.

En el barrio de Flores, al sur de la Ciudad de Buenos Aires, la casa de Matías es una de las más concurridas. Es la esquina a la que nunca llegó por sí mismo para verse con sus amigos, un círculo incondicional con el que rapea y comparte sus días.

Aunque no pudimos reunirnos en su terraza, hablé con él sobre la escritura y la música como vehículo para expresar lo que vive.

VICE: ¿Cómo vivís la experiencia de escribir sobre tu enfermedad?

Matías Fernández: Me ayudó bastante conocerme, pensarme, hacerme preguntas y empoderarme estando dentro de este cuerpo que no es genérico. Cuando empecé a mirarme, empecé a entrevistar a personas para conocer más sobre la enfermedad. Y la verdad, es que no dejaba de sorprenderme, había muchas cosas que no sabía que me estaban pasando. Escribir sobre ella me ayudó a crecer, a independizarme y a tomar distancia de mis viejos. Sabía también que con este trabajo de autoconocimiento iba a pasar por muchos estados, sabía que me iba a angustiar o que me iba a poner feliz, todos los estados de ánimo transitaron sobre mi cuerpo y mi mente a la hora de descubrir algunas cosas, y a partir de ahí, me dí cuenta de que también todo tiene su costo. Actualmente escribir sobre mi enfermedad y cómo me repercute es mi responsabilidad y es inevitable tocar temas duros.

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Cuando hablás de  responsabilidad, ¿te referís a una responsabilidad de tipo profesional o sentís que es tu deber difundir información sobre la enfermedad que padeces?

Solo me refiero a la responsabilidad laboral. No siento ningún compromiso con dar un mensaje y mucho menos motivacional. Me parece importante que se conozca la enfermedad, porque es turbia y flashera, ayuda a que aparezca una voz que encara la discapacidad desde un sentido poético, sirve para romper estereotipos de belleza, pero no siento que me tenga que hacer cargo de algo. Quiero contar historias y si en el medio la gente se entera de que debe dejar de tratarme como un ángel o un como ejemplo de vida me parece bien, es lo que tiene que suceder. De todas maneras sí me gustaría que hubiera personas que se sientan representadas con este videoclip, pero no lo hago con una intención explícita. No levanto la bandera de nada.

¿Qué experimentaste con tu cuerpo mientras escribías sobre él?

Primero me encontré con ganas de aislarme, de tener momentos de soledad, de independizarme, de ver más a mis amigos. Luego, en relación al cuerpo en sí mismo, tuve que enfrentarme al espejo y siento que fue divertido. Hay autorretratos sobre él; por ejemplo, una vez conté cuántos nódulos tengo. También fui a ver a médicos a escondidas de mis viejos y tuve la oportunidad de hacerles preguntas por mi cuenta, sin la compañía de mi madre. A partir de ahí decidí contarlo de una manera cruda.

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“¿Quién es ese niño?” trata sobre cómo la gente desconocida te mira en la calle. ¿Cómo fue el proceso de observar esa mirada ajena?

Es raro estar en el cuerpo de un nene y tener una edad que no condice con tu aspecto. Un día me vi a mí mismo hablando como una persona grande, pero luego, al verme al espejo, me encontraba con otra apariencia. Salgo mucho, voy a boliches o a presentaciones de libros; sin embargo, tengo poca movilidad, entonces me queda observar. Primero me miré a mí mismo y después miré a los demás. Y fue en ese momento cuando me di cuenta de cómo hay gente que hace gestos a la hora de cruzarse conmigo, o me da plata para que me compre caramelos. Durante todo ese tiempo de observación generé preguntas, inventé respuestas de las personas que me veían, fue un gran proceso personal. De todas maneras, más allá del rechazo que le tengo a la mirada ajena, entiendo a los nenes y también a la gente mayor. A veces les pongo caras de monstruo para que se asusten, me río de la situación. Honestamente nunca pasé por situaciones demasiado incómodas, de bullying o cosas por el estilo. Hoy siento que la mirada ajena sobra y que puedo jugar con eso en mis canciones de una manera en la que me siento conforme.

¿Siempre te interesó el rap para poder expresarlo?

Me apoyo en el rap porque me gusta, me gusta improvisar y tener muchas ideas por minuto. No sé si viví el rap como mucha gente, no voy a decir que crecí en la esquina con los pibes, tomando vino en cartón y que con eso me curtí, porque es mentira. Mi casa es como la casa del barrio, mi hermano es músico, mi mamá es bailarina, mi casa es la esquina que no tuve. Me gusta más el rap que el trap. No me gusta el trap que habla del éxito físico, porque yo quiero demostrar lo contrario, estoy roto, soy deforme, pero la puedo pudrir igual. Creo que el rap tiene la posibilidad de trabajar más con la palabra, desarmarla, releerla, me interesa ver cómo suena escrito y como suena rapeado.

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