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spleen! journal

Las buchonas o la fiesta de la carne permanente

Antes muerta que sencilla.

Spleen Journal es una revista bimestral que publica crónicas latinoamericanas. Aunque en VICE normalmente no publicamos textos generados para otros proyectos, decidimos hacer una excepción, porque nos gusta lo que hacen en Spleen J., un medio impreso no lucrativo e independiente al que admiramos y respetamos. Así que durante los próximos meses, compartiremos algunos de los mejores artículos publicados originalmente en spleenjournal.com.

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En un estacionamiento de carros baja de un Aveo blanco una mujer de pelo negro, largo y planchado. Trae puesto unos Ray Ban, jean azules y la acompañan otras cuatro chicas, bastante curvilíneas cada una. No son precisamente modelos como las de Dolce & Gabbana o Victoria’s Secret. Están más torneadas, con curvas pronunciadas y rostros comunes, como los de cualquier chica del centro de la ciudad. Caminan con un andar mafiosillo, como el de los personajes de Tarantino en Reservoir dogs. Se detienen un momento y la chica de en medio, la de jeans azules, comienza a cantar.

Tu amor es lanza granadas,

tus ojos cuerno de chivo,

tu sangre es de Buchanan’s

y tu cuerpo Ferrari deportivo.

Así comienza el video de El Ferrari deportivo de Violeta “La plebe parrandera”, una de las cantantes de corridos que comienzan a configurar la escena musical buchona. En esta canción, aunque parezca sorprendente para quienes categorizan a la escena buchona como machista, Violeta no aparece como una mujer objeto a disposición de los hombres. Todo lo contrario, vemos a una mujer que reta a su pareja consiente de la clase de tipo que es. Le planta cara a los celos poniéndolo en su lugar:

Ellos son mis amigos no te vayas a enojar.

Son muy cariñosos y me suelen abrazar.

Ellos son las capillitas y tú eres la catedral.

Si ya saliste conmigo y yo te quiero a lo macho.

Es cosa del destino yo borracha y tu borracha.

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Para que me lo reprochas si me tratas como un macho.

Así tu me conociste no te hagas del rogar.

En la canción Violeta sabe que su pareja está metida en el crimen organizado. No manifiesta preocupación por eso y casi como una Adelita en tiempos de la revolución aprueba su estilo de vida y lo comparte emborrachándose con él. Compara su mirada con una cuerno de chivo y su amor con un lanza granadas. Sin embargo es consciente de que su entorno es machista y que su pareja no es la excepción. Por eso lo apacigua con esta canción. Le da su lugar pidiéndole que la respete y no agreda a sus amigos.

Con este ejemplo cobra sentido lo que Lesly, una chica que trabaja en un call center y se considera a sí misma buchona, nos cuenta cuando le preguntamos por su opinión sobre la objetivación de las mujeres en las canciones gruperas que escuchan quienes se consideran buchones.

No siempre las mujeres son un objeto. En veces algunas somos el premio. O sea, otro tipo de buchona a la cual no es tan fácil conseguir como otro tipo de mujeres. Pues la verdad no me incomoda mientras yo me dé a respetar y me respeten.

La cosificación de la mujer que asumimos como natural en una cultura tan machista como la que vemos en los videos de música grupera no es necesariamente una ley. Aparecen canciones como la de El Ferrari deportivo en las cuales la feminidad se adapta a su entorno, siendo plenamente consciente de las circunstancias que le rodean, y crea mecanismo para sobrevivir y sacar provecho. Con esto tampoco podemos creer que Violeta “La plebe parrandera” sea una feminista, más bien la podemos ver como una consecuencia de la violencia y el machismo al cual están expuestas las mujeres de estos entornos.

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El 13 de abril de este año la publicidad de la Expo Ganadera en Sonora fue cancelada por ser considerada sexista, machista y misógina. En esta aparece una modela vestida de vaquera y a su lado el eslogan que dice: “seguimos teniendo el mejor ganado”. La publicidad apareció en algunos medios impresos y de inmediato provocó la indignación de muchos usuarios de las redes sociales. Los organizadores de la llamada fiesta del pueblo no asumieron la responsabilidad y dijeron que esa fue idea de la agencia de publicidad contratada. Esta es la treintava edición de la Expo y como cada año en se prevé el aumento en el número de asistentes. La publicidad cancelada solo ayudo a anunciar aún más la tradicional fiesta y sus tradicionales valores.

Suponiendo que los usuarios de las redes sociales que lograron cancelar la publicidad de la Expo son en su mayoría mujeres, tenemos que con sus protestas lograron darse a respetar en cierto modo, sin embargo fueron también parte de la publicidad. De esta forma las chicas como Lesly y las usuarias de las redes sociales que se indignaron por la publicidad de la Expo tienen en común esa búsqueda de ser tratadas con respeto aunque no puedan evitar ser usadas de una u otra forma.

El novio de Lesly no es como al que Violeta “La plebe parrandera” le canta. Hay una serie de diferencias que debemos tomar en cuenta. Para empezar Lesly no maneja un Aveo blanco del año y lleva unos Ray Ban, más bien se mueve en camión como cualquier joven de clase trabajadora y no usa ropa muy lujosa. El novio de Lesly no es precisamente un capo del narco como ese novio a quien Violeta le dice que tiene cuerpo de Ferrari. En el caso de Lesly, su novio solo tiene apariencia de mafioso, se viste imitando a El Komander, uno de los intérpretes de música buchona más seguido e imitado, y trata de verse muy malo en las fotos que se toma con ella y que muestran en Facebook. Es lo que en jerga buchona se conoce como un manguerita.

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La distancia entre el novio de Lesly y El Komander está marcada por la capacidad de consumo y nos muestra dos rostros de la cultura buchona. Por un lado tenemos a quienes poseen capacidad de consumo y gastan en carros deportivos, ropa ostentosa, prostitutas lujosas, litros de Buchanan’s y perico, mucho perico pa’ loquear. Pero por otra parte tenemos jóvenes de clase popular, que siguiendo la tradición de escuchar corridos en el porche de sus casas con una caguama en mano, cada vez se dejan influenciar más por la moda de sus nuevos ídolos musicales. De este modo tenemos que la idealización del buchon es como lo describe Lesly:

Un buchon es aquel que escucha corridos. El que trae carro de lujos. La ropa que usan, es ropa de marca. O sea cara. A los bailes van bien vestidos con botas tejanas. Su estilo de vida es fiesta, pistear, trabajo y para algunos loquear. Los gustos son las cosas difíciles pero fáciles no.

Estos buchones idealizados gracias a los videos musicales y a la penetración de la narcocultura a las esferas sociales de los centros urbanos de clase popular, están enajenando a toda una generación que comienza a regir sus vidas con el mantra del puro movimiento alterado. Vivir ostentosamente y despilfarrando dinero a lo bestia porque en esta vida todo se puede comprar. Los mangueritas son quienes en el fondo están a la espera de poder tener la oportunidad de meterse al crimen organizado y lograr parecerse a esos tipos que ven en los videos musicales. Son también los pobres que todavía no están seguros que si como sicarios lograran tener a su morrita bien contenta manejando una Hummer.

Antes la música grupera tenía un aire rural. El prototipo de los intérpretes de corridos era un hombre de pueblo. Cuando los corridos tocaban temas del narcotráfico se hacía contando hazañas que tenía que ver con el transportar droga al otro lado, burlar a la ley y uno que otro ajuste de cuentas. Hoy los intérpretes de música buchona no evocan lo rural, son jóvenes urbanos que retoman la moda del reggaeton de Daddy Yankee, el bling bling de Snoop Dogg y lo mezclan con los corridos y la música de banda sinaloense. Creando un estilo musical que yuxtapone varias modas que promueven la violencia, el despilfarro y el machismo. Llevando a la narcocultura a los jóvenes que crecen en los centros urbanos y legitimándola como estilo de vida. En este entorno sobreviven las buchonas, ya sea como premio o como objeto desechable. Dándose a respetar mostrando el carácter, pero también controlándose para no herir al ego de su macho. En si la buchona es una consecuencia de la evolución del machismo en la narcocultura. Es la híperhembra para el hípermacho de la narcocultura.

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