Diez preguntas que siempre quisiste hacerle a un cleptómano
Bild via Flickr-användaren Mike Schmid

FYI.

This story is over 5 years old.

Salud

Diez preguntas que siempre quisiste hacerle a un cleptómano

"¿Eso significa que tienes una enfermedad o que solo eres un criminal?"

Hace dieciséis años, Winona Ryder fue a un Saks Fifth Avenue en Beverly Hills, robó más de cinco mil dólares en mercancía, y fue capturada. Y, mientras los procesos en la corte se iban revelando, se hizo claro no era su primera vez usando el descuento de los cinco dedos. Tiempo después, los fiscales argumentaron que tenía precedentes de un comportamiento criminal compulsivo. En ese momento, ella era la estrella alternativa de Estados Unidos y ganaba millones de dólares al año.

Publicidad

Es una historia recurrente —la chica privilegiada que termina afectada y desarrolla tendencias dañinas—. Si estás leyendo esto y vives en el mundo occidental, probablemente eres parte de esa (al menos, hasta cierto punto) población privilegiada. Todos tenemos vicios. Todos tenemos problemas. Peor también… todos juzgamos.

De acuerdo al diccionario, el término 'cleptómano' se deriva de la palabra griega kleptein, que significa 'robar', y usualmente se asocia a quienes roban aun cuando no necesitan hacerlo. La palabra en sí misma trae a colación varias convicciones y opiniones: ¿es una enfermedad? ¿Es una excusa? ¿Es un término que usa gente que no tiene ni idea de qué se trata?

Sin importar cómo, cuándo o quién use la palabra 'cleptómano', hay que aclarar que existen bastantes recuentos de gente capturada o que confiesa tener comportamientos compulsivos de búsqueda de adrenalina sepultados en sus robos inconscientes.

De acuerdo a Statistics Canada, hubo 504.113 robos de vehículos no motorizados en 2015 —aproximadamente el 1.4% de la población del país—, pero eso solo representa a quienes han sido capturados. Decidí hacer una inmersión en el cerebro de alguien que sigue haciéndolo.

VICE: ¿Por qué sientes la compulsión de robar?
Brandon*: No tengo idea, comencé cuando era niño. Lo más lejano que puedo recordar es la Primaria. Le robé una carta de Pokemon de Charizard a un niño de mi clase. Después, en secreto, la devolví cuidadosamente a su maleta porque me sentí una mierda.

Publicidad

¿Qué tan a menudo sientes y actúas siguiendo esas compulsiones?
Es muy circunstancial. Cuando joven seguía esos impulsos el 90 o 100% de las veces, pero en estos días he aprendido a controlarlo bastante bien. Tuve unos días oscuros cuando cada día necesitaba saciar mi "dosis" —aunque eso implicara robarme algo que no necesitaba—. Hoy en día ya casi no siento ni actúo siguiendo esas compulsiones.

Tienes un buen trabajo y una buena familia, ¿por qué crees que creciste con el deseo de robar?
Me encantaría tener una respuesta para eso. Creo que es tan simple como que empezó siendo algo pequeño y luego la urgencia creció conmigo. No me ayudaba para nada que siempre me saliera con la mía.

En confianza te identificas como cleptómano. ¿Crees que eso significa que tienes una enfermedad o que solo eres un criminal?
Creo que es una mezcla de ambas. Hay momentos en los que surge la oportunidad sin que yo lo quiera y cometo el crimen. Eso me hace pensar que soy cleptómano. Otras veces he pasado días o semanas planeando cómo me voy a robar algo. Por eso, estaría de acuerdo en decir que puedo ser un criminal. Como un apunte suelto, te puedo decir que tengo conciencia y que siempre trataré de no robar a gente normal, solo lo hago con algunos grandes negocios que no se van a ver afectados por eso.

¿Qué es lo más grande que te has robado en tu vida?
Ha habido momentos en los que yo, junto a otra gente, necesitábamos cargar equipos pesados, así que robamos una retroexcavadora. No una de esas pequeñas que la gente tiene en los jardines, sino de esas que fácilmente cuestan más de doscientos mil dólares. Resultó ser una situación bastante estresante porque los controles eran muy raros y ni siquiera tenía llaves.

Publicidad

No nos tomó mucho darnos cuenta de la secuencia de botones para encenderlo, pero ni siquiera pensamos en cómo lo apagaríamos. Duramos como una hora intentando apagar el motor. Tratamos de pararlo en unas colinas, cascarle a las partes del motor con un extintor y, luego, uno de los muchachos solo comenzó a halar y oprimir todo lo que había en la cabina. Halando hacia atrás el pedal lo pudo apagar.

Creo que el riesgo radicaba en donde estábamos y por quien creíamos que era el dueño de la máquina: si el dueño hubiera aparecido, hubiera lidiado él mismo con el delito. Si llamaba a la policía, pudimos haber enfrentado mucho tiempo de cárcel.

¿Las emociones de ser ladrón valen el riesgo de poder terminar en la cárcel?
Por supuesto que no. Hay muchas otras formas —además de robar— de generar adrenalina, pero esto era algo en lo que era muy bueno y, desafortunadamente, mientras más lo hacía, mejor me volvía.

¿Tus amigos saben que robas con la frecuencia que lo haces?
Claro. Cuando estaba creciendo, solía hacerlo por la emoción, así que mucho de lo que robaba terminaba regalándolo. Raras veces robaba algo que conservara o que vendiera para ganar plata. Solo me gustaba la adrenalina o el reto de lograr un robo. Algunas veces iba tan lejos como para recibir órdenes y robar lo que mis amigos necesitaban pero no podían pagar en ese momento de sus vidas.

¿Cuándo fue la última vez que robaste algo y qué fue?
Robé en una tienda. Era una camisa en descuento de 15.99 dólares e igual la robé. No puedo decir si eso fue el cleptómano o el criminal que hay en mí, pero tenía alrededor de diez otras cosas diferentes que iba a comprar. Cuando fui a la caja y puse todo, había una camiseta que se quedó plegada en un bolsillo de mi chaqueta, así que solo seguí la corriente, pagué 200 en vez de 215 dólares y me la llevé sin que se dieran cuenta.

Publicidad

¿Vas a parar en algún momento?
Eso espero. Me gustaría volverlo un don en vez de una maldición. Hay hackers allá afuera —de los cuales ha escrito Motherboard— que contactan grandes corporaciones y les avisan lo fácil que es quebrar su seguridad virtual. Yo haría eso, pero para mejorar los medios que los negocios tienen de detener a gente como yo, porque en la mayoría de los casos es como robarle un dulce a un bebé.

¿Cuál es la situación más peligrosa en la cual te ha puesto tu adicción?
Traté de mantenerme alejado de cualquier cosa muy peligrosa. Pero sí hice dinero falso por un tiempo. Eso fue cuando era menor de edad, así que no era tan grave.

También tuve un sistema montado en uno de mis trabajos en el que lidiaba con grandes empresas como Coca-Cola, Pepsi y una empresa de telecomunicaciones canadiense. Estaban comprando productos avaluados en miles de dólares diarios y sus empleados a veces se quedaban varios productos para sí mismos a costa de la compañía. Así que decidí ponerme manos a la obra yo mismo. Sobrecargaba o incrementaba las cantidades en las cuentas de las ventas que eran muy grandes para escudriñar, así que, al final del día, el balance de ventas de bienes se vendían con el dinero que entraba ese día. Entonces, algunos días me iba a casa con cientos de dólares.

No es propiamente peligroso, pero sí fui demasiado lejos. Si nos hubieran auditado, no hubiera sido un final feliz para mí ni para la reputación del negocio.

¿Crees que tener tendencias cleptómanas te vuelve más vulnerables a otros desórdenes psicológicos, como la mentira patológica o ciertas tendencias sociópatas?
Tendrías que preguntarle a un psicólogo si esas cosas se correlacionan. Lo que yo puedo decir es lo que tengo, y he tenido que mentir y engañar a la gente, eso es horrible. No creo que sea un mentiroso patológico y no creo que sea un sociópata considerando que soy consciente y me importa la gente y sus sentimientos. Cada cual ve cosas de manera diferente: a veces me siento Robin Hood, y otros días siento que soy un intento de anarquista que realmente es un ladrón egoísta y arrogante.

Así que, para responder a tu pregunta, no creo que eso me haga más vulnerable a otros desórdenes psicológicos, creo que a veces me importa un culo.

Sigue a Hillary Windsor en Twitter.